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Danzahoy | actualidad | Jerome Robbins: El maestro cumple 100 años
AGOSTO DE 2008 | EDICIÓN Nº79

 

actualidad

Jerome Robbins

El maestro cumple 100 años

En el aniversario de su nacimiento, el New York City Ballet rindió homenaje a uno de sus coreógrafos históricos. Admirador de Balanchine, Robbins dejó a la compañía un legado de 33 obras que ya son clásicos.

“The Concert”, obra creada por Jerome Robbins en 1956, interpretada por el New York City Ballet el Lincoln Center de Nueva York.
“The Concert”, obra creada por Jerome Robbins en 1956, interpretada por el New York City Ballet el Lincoln Center de Nueva York.
Foto: Paul Kolnik. Gentileza de NYCB.
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Próxima a cumplirse la primera década de la muerte de Jerome Robbins –el más prolífico y admirado coreógrafo, y hombre de teatro de los Estados Unidos–, el New York City Ballet ha rendido tributo a su memoria, al dedicarle la temporada primavera-verano en el State Theater del Lincoln Center. Un total de 33 de sus obras –algunas de ellas no vistas en largo tiempo– han subido al vasto escenario del teatro, que por muchos años serviría como vitrina a los trabajos del coreógrafo, en su estilo más renovador y neoclásico.

En otras varias dependencias del Center, han estado también en exhibición, infinidad de recuerdos de su vida y carrera, tales como fotos, cartelones, programas, y hasta cartas íntimas, que confirman los innumerables triunfos de Robbins en sus variadas incursiones artísticas. Todos esos recuerdos y tesoros estuvieron expuestos hasta fines de junio, para deleite de los historiadores, admiradores o, simplemente, curiosos en general.

Los triunfos de Robbins comenzaron en la década de los años ’30, primero como bailarín, trabajando muy cerca de los que fueron responsables, en parte, de la era gloriosa en la danza del siglo XX: George Balanchine, Antony Tudor, Leonide Massine, Michel Fokine y Bronislava Nijinska. Balanchine resultó ser quien Robbins más admirara. De la misma manera, el gran maestro reciprocó ese afecto, cuando consideró a Robbins el coreógrafo más apto para captar el estilo relajado de los bailarines estadounidenses, según apuntó Alastair Macaulay, en New York Times.

Un ruso en Nueva York

Nacido en el barrio neoyorquino de Brooklyn, de padres procedentes de Rusia (su verdadero apellido era Rabinowitz), ya en la adolescencia, y sin prestar atención a los deseos de su padre que no aprobaba una vida en los escenarios para su hijo, Robbins se entregó por entero a su pasión por la danza. Su primer gran triunfo como coreógrafo sucedió en 1944, cuando, como miembro del elenco del Ballet Theatre (hoy conocido como American Ballet Theatre) creó “Fancy Free” para la compañía, historieta divertida y de mucha novedad en esa época, sobre tres marineros con licencia, que visitan la Gran Manzana en busca de chicas y aventuras. Inmediatamente después, su asociación con el compositor Leonard Berenstein, y el diseñador Oliver Smith (que dio comienzo con “Fancy Free”) continuó dando nuevos frutos. Esta vez fue la cinta fílmica “On the Town”, basada en el mismo tema, y el resultado sería otro gran éxito artístico y taquillero, que trazaría definitivamente el camino de Robbins. Otros triunfos lo llevaron varias veces a Hollywood, donde, en 1961, “West Side Story” fue premiada con once Oscars, después de que la obra originalmente obtuviera enorme éxito y galardones en Broadway, en 1957.

Con su nombre ya establecido, la inquietud de su espíritu llevó a Robbins en 1958 a fundar su propia compañía –Ballet U.S.A.–, aventura que el propio coreógrafo describió en una entrevista como “la mejor época de su vida”, si bien duró poco. Dos obras creadas específicamente para ese grupo, y muy al estilo de cómo la danza contemporánea iba evolucionando (zapatos tenis y vestuario totalmente casual) aún existen en el repertorio de varias compañías: “N.Y. Export: Opus Jazz”, y “Moves” –sin música–, aunque en ambas pueden encontrarse varias secuencias bailables inspiradas por “West Side Story”.

El ballet

Descrito muchas veces como persona de carácter difícil, hasta abusivo en su trato con otros bailarines, no todo seria siempre felicidad y éxitos en la vida de Robbins. En el comienzo de la década de los años ’50, sus declaraciones ante el Comité de Actividades Anti-Americanas de la Cámara (House Un-American Activities Comitee), implicaron a muchos actores de Hollywood. Este suceso lo señaló por siempre como “traidor” a sus amigos. El coreógrafo nunca olvidó el desagradable incidente, al que en su diario calificó como una enorme deslealtad. No obstante, su talento lo redimió, en parte, y pocas veces el incidente fue mencionado. Resultaba imposible ignorar su enorme talento, así como era imposible también, negar la profunda admiración que Robbins sentía por la tierra que lo vio nacer.

Según Joseph Carman, en un artículo publicado en la revista “OnPointe”, Robbins “poseía un gusto sofisticado para la música, y un ojo penetrante para clasificar el comportamiento humano”, cualidades que sabía usar con gran acierto, y aplicar a personajes que aparecían en sus trabajos. La variedad de motivos en sus coreografías, y la humanidad de los personajes, son los mejores testigos de ello. Ahí están “The Cage” (1951), con música de Stravinsky, donde un grupo de insectos femeninos destroza al macho que se atreve a penetrar el nido, y copula con la novicia. “Aftermoon of a Faun”, (La Siesta de un Fauno, 1953) de Debussy, trata sobre la idiosincrasia narcisista de dos bailarines que se encuentran en un estudio, y sucumben a la sensualidad de una tarde cálida. En situaciones más jocosas, hay que mencionar “The Concert” (1956), una divertida comedia, sobre variada música de piano de Chopin, en la que aparece en escena una alocada pianista, que ofrece un concierto, al que concurren algunos personajes cómicos y volátiles.

En Broadway

Mientras esta colosal cantera de nuevas obras se desarrollaba en el ambiente del New York City Ballet, al que Robbins pertenecería desde 1949 (y con algunas interrupciones, hasta su muerte), sus éxitos en el teatro musical (ya fueran en Broadway o en la pantalla), continuarían ininterrumpidamente con “The King and I” (Ana y el Rey de Siam, 1951), “Peter Pan” (1955), “Gypsy” (1959), y su otro máximo logro, “Fiddler on the Roof” (1964), musical que honraría sus raíces judías.

Su regreso definitivo al mundo del ballet ocurrió en 1969, cuando se reintegró en cuerpo y alma a sus actividades en el NYCB, hasta llegar a lo que se puede llamar su “coronación” definitiva como coreógrafo, con el estreno de “Dances at a Gathering”, pieza en la que usó una vez más, la música para piano de Chopin. Este compositor favorito del coreógrafo, también inspiraría su “In the Night” (1970), y “Other Dances” (1984), así como la música de Tchaikowsky, en esa modalidad pianística, daría lugar a “Piano Pieces” (1981). No obstante, “Dances at a Gathering” se mantiene invicta como obra monumental, a pesar de su sencillez coreográfica, que va distribuida en solos, parejas y tríos, entre los diez bailarines que componen el reparto. El lirismo y fluidez de los pasos y movimientos fueron ampliados en “Other Dances”, hermoso Pas de Deux creado para Natalia Makarova y Mikhail Baryshnikov. El día del estreno, en los saludos finales, sobre el inmenso escenario del Met, Makarova depositó humildemente a los pies del esquivo Robbins, que no parecía querer aceptarlo, el ramo de flores que su interpretación había merecido. Un momento espontáneo e inolvidable.

“Les Noces”, cantata bailable de Stravinsky, sobre el ritual de una boda campesina judía en la antigua Rusia, fue compuesta por Robbins para el American Ballet Theatre, en 1965, pero debido al alto costo de la producción, que incluía voces y amplio coro en la escena, el estreno fue acompañado por una grabación electrónica. La obra estuvo retirada de las tablas por largo tiempo, pero en mayo 20 de 1998, pocos meses antes de su muerte, Robbins la revivió para el NYCB, con todo el personal que la partitura exigía.

Infinidad de compañías que atesoran en sus repertorios algunas de las obras del inolvidable hombre de teatro se han unido este año a los tributos al coreógrafo y las presentarán en distintos continentes del globo terráqueo. Su legado queda ahí para siempre, sin perder ni importancia, ni novedad, ni interés.

1 comentarios a este artículo

1 | el chino | 01/12/2008
hola celita siempre se de ti por juan y jorge linda critica sobre el ballet de sn francisco . te deseo lo mejor , mucha salud y suerte , te quiere el chino

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