Cuando en 1975 los hermanos Rodrigo y Paulo Pederneiras (coreógrafo y director artístico) se lanzaron con el Grupo Corpo, la danza contemporánea en Brasil daba sus primeros pasos. Después del estruendoso éxito con la obra “María, María”, del argentino Oscar Araiz, el grupo comenzó a buscar un lenguaje propio, que los identificara con su tierra y con los elementos que constituyen la esencia del ser brasileño.
Hoy, después de 40 años, la compañía, que hizo su presentación el 6 y el 7 de marzo en el Kennedy Center de DC, dentro del festival “Iberian Suite: global arts remix”, tiene su “marca registrada” y una cohesión y un profesionalismo que no cambian con los años. Por momentos, pareciera que desde hace más de 20 años tienen los mismos bailarines. La precisión, la energía incomparable, el trabajo corporal y la alegría de bailar son la característica que identifica a Grupo Corpo.
La compañía trajo al escenario del Eisenhower Theatre dos obras de estructura bastante similar basadas en una sucesión de canciones que a su vez, delimitan los estadios coreográficos. Tal vez hubiera sido más acertado presentar dos propuestas diametralmente diferentes que mostraran esa diversidad, esa intensidad y esa explosión de colores y texturas que caracterizan y diferencian a este grupo del resto de las compañías del mundo.
Alejado de la tendencia localista de los primeros tiempos, el Grupo Corpo subió a escena “Sem Mim”, una obra evocativa del mar, en la que se suceden una serie de canciones interpretadas por músicos de Vigo, España, compuestas por el español Carlos Núñez y el brasileño José Miguel Wisnik, basadas en “El ciclo de canciones del mar de Vigo”, de Martín Codax. De esta manera la música recupera el único repertorio medieval gallego-portugués que ha llegado intacto hasta la actualidad.
Con coreografía de Rodrigo Perderneiras, escenografía e iluminación de Paulo Pederneiras, y un sugerente y atractivo vestuario de Freusa Zechmeister, la obra marca el atractivo vaivén del mar, con su violencia y su calma.
La coreografía, diseñada en células grupales, dúos y solos, transita por los movimientos sinuosos, ondulantes, que de pronto se quiebran y se convierten en afilados desplazamientos. Allí, la danza contemporánea se recrea a través de la recuperación de la musicalidad esencialmente brasileña.
Los bailarines hacen un despliegue de energía deslumbrante, transforman la escena con sus cuerpos amparados en un vestuario que se confunde con la piel. Una desnudez cubierta por signos, símbolos y diseños que parecen tatuados y que los remonta a lo más profundo y tribal.
“Ongotó” (estrenada en 2005 con motivo de los 30 años de la compañía), plantea, a través de un semicírculo diseñado con bandas tensadas desde el techo, un entorno desde el cual los bailarines entran y salen. Con diseños de vestuarios que van cambiando de colores, creados por Zechmeister, Pederneiras propone trabajos sobre el piso, como también secuencias grupales, solos y dúos.
De esta forma logra por momentos una atmósfera es misteriosa, cargada de erotismo, delineada por las canciones de Caetano Veloso y Wisnik. Las sombras de los bailarines se proyectan en esa caja circular de bandas elásticas, y las figuras se multiplican y se agrandan como sombras chinescas.
Una magnífica combinación en la que el gozo y la perfección se funden en una explosión de danza y energía inagotable con bailarines magníficamente entrenados que apuestan a la belleza de la danza.