El exotismo de la India protagonizó la presentación de la temporada de primavera en Sydney del Australian Ballet. La compañía dirigida por David McAllister escogió la versión que Stanton Welch realizó sobre la obra de repertorio “La Bayadère” (1877), ideada por Marius Petipa. El amor despechado entre la bailarina del templo Nikiya y el valiente guerrero Solor consiguió llenar el Joan Sutherland Theatre, uno de los espacios escénicos sitos en la emblemática Sydney Opera House, con una capacidad de 1547 localidades.
Dos dramas del poeta indio Kālidāsa fueron la fuente de inspiración para la producción original de Petipa, sobre la base de la fantasía y el exotismo tan de moda a finales del siglo XIX. Dividido en tres actos y con una duración de dos horas y media, “La Bayadère” es probablemente recordada por la escena del ‘Reino de las Sombras’, en la que uno a uno descienden por una rampa los espíritus de las bailarinas en arabesque penché. En la actuación del Australian Ballet, este fragmento fue lo más sobresaliente y el que mayor número de aplausos cosechó. Veinticuatro bailarinas realizaron la célebre salida en forma de zigzag, con una cuidada simetría y limpieza de movimientos. Por su estilo, formas y maneras, el trabajo del Australian Ballet parece deudor de la escuela inglesa de ballet.
Los protagonistas de esta historia de amor truncada fueron el valeroso guerrero Solor interpretado por Chengwu Guo, la despechada bayadera Ako Kondo en el rol de Nikiya y Miwako Kubota en la piel de Gamzatti, esposa concedida por el Rajah para premiar los servicios del primero. Las intérpretes femeninas estuvieron a la altura de sus respectivos papeles, sin embargo, Guo destacó más en sus solos, en los que mostró una excelente capacidad de salto, que en su trabajo de partenaire. Extrañamente, la versión de Stanton Welch (2010) omite una de las escenas más esperadas del último acto: el corto, pero intenso solo del ídolo de bronce/oro. Una verdadera lástima, pues tras el ‘Reino de las Sombras’, se trata de uno de los fragmentos más alabados de esta exótica obra de repertorio.
Cualquier buena producción realizada en condiciones tiene en la música en directo uno de sus mejores complementos para hacer más inolvidable aún el espectáculo. Lamentablemente, no siempre los balletómanos pueden disfrutar de producciones en sus óptimas condiciones, por eso es de agradecer que “La Bayadère” contara con la Australian Orchestra, bajo la batuta de Simon Thew, que interpretó con entrega la partitura de Ludwig Minkus. La escenografía y vestuario de Peter Farmer y la iluminación de Francis Croese contribuyeron a completar la fantasía oriental.
Fundada en 1962, la compañía dirigida por McAllister tiene su sede en Melbourne, pero realiza un par de temporadas estables en Sydney, además de giras por todo Australia, donde su reputación y expectativas están más que consolidadas. Hacía meses que no quedaba ninguna entrada para las actuaciones del Australian Ballet en la Sydney Opera House y la sólida e impecable labor de la compañía de las Antípodas en la recreación de este cuento oriental consiguió el aplauso unánime de un entregado público, que no dudó en premiar cada variación y, al final, el espectáculo con una ovación de cerca de cinco minutos.