Ballet Nacional del SODRE

El Ballet Nacional del SODRE dirigido por Julio Bocca, lanzó su segundo programa de la temporada. Foto: Fabian Centurion. Gentileza BNSODRE

Recién llegado de la exitosa gira, que lo llevó a actuar en diez departamentos del interior del país, el Ballet Nacional del SODRE con Dirección Artística de Julio Bocca, presentó el lunes 6 de Octubre en el Auditorio Nacional Adela Reta, el segundo programa de la temporada 2010.

El mismo comprendió el “Gran Pas de Raymonda”, música de Alexander Glazunov y coreografía de Marius Petipa. En él se hace referencia al último acto del ballet homónimo y al clásico Divertisement que celebra la boda de la protagonista con Jean de Brienne.

Inesperadamente, puesto que no figuraba en el programa de mano, se interpretó a continuación el “Pas de Deux de El Corsario”, música de Ricardo Drigo y coreografía también de Petipa.

Completando la primera parte, “Nuestros Valses”. Serie de pequeñas piezas de la compositora venezolana Teresa Carreño, donde parejas de bailarines recrean la gracia melódica de valses compuestos para el piano.

Por último se bailó “Doble Corchea”, obra basada en la música de Benjamín Britten (Guía Orquestal para la Juventud) que permite identificar los distintos instrumentos de la orquesta al tiempo que los bailarines los visualizan por medio de la danza. Las dos últimas obras pertenecen al venezolano Vicente Nebrada, uno de los más importantes coreógrafos latinoamericanos, fallecido en el 2002.

Estrenada en el Teatro Marynsky de San Petersburgo en 1898, el clasicismo de Petipa resplandece en Raymonda, repuesta en esta ocasión por María Inés Camou y Marlene Lago con singular esmero. La inconfundible musicalidad y las secuencias de pasos características del Maestro francés se ven reflejadas en las distintas variaciones, dúos y escenas de conjunto. La obra, fogueada en la reciente gira por el interior del país, fue bailada con disciplina, aunque todavía prevalece cierta desigualdad en la formación técnica del conjunto; lo que es normal en una compañía que recién comienza el proceso de integración. Clara Ayala y Carolina Maneiro lograron buenos trabajos en las variaciones V y VI, al tiempo que Vanessa Fleita, como protagonista, sobresalió en calidad, seguridad y elegancia. Pobre el vestuario, opaca la reproducción sonora e iluminación insuficiente restaron efectividad a la puesta en escena.

Inspirado en la obra de Lord Byron, “El pas de Deux de El Corsario” fue concebido originalmente como Pas de Trois en la última de las dos  versiones que Petipa coreografió para el Marynsky en 1899. Tal como se lo presenta en la actualidad constituye un despliegue de bravura técnica que requiere, ante todo, la avasallante presencia de dos intérpretes excepcionales. Lucía Sánchez e Ismael Arias asumieron esa responsabilidad dignamente y por momentos con singular brillo.

Nuestros Valses es una hermosa coreografía de Vicente Nebrada repuesta por Zane Wilson y Yanis Pikieris. Muy bailada, con desplazamientos que generan vitalidad en los conjuntos a los que se suceden solos o dúos, intercalando por breves momentos a otras parejas, enriqueciendo así el discurso y fluidez coreográfica. No todas las parejas acertaron con los matices de interpretación; sí lo hicieron Lucía Piccini y Diego Domínguez, Rossina Gil y Esteban Clavero y con cierta opacidad Giovanna Martinatto aunque bien acompañada por el brío de Sebastián Arias. La obra fue interpretada brillantemente por el pianista Martín Troche. Los agradables colores del vestuario crearon un clima regocijante que no siempre encontró apoyo en la iluminación.

Las tres obras antes citadas se ofrecieron sin interrupción, lo cual resultó extenso y de difícil concentración para el espectador. Después del oxigenante intervalo, se alzó el telón para disfrutar de “Doble Corchea”, otra brillante coreografía de Vicente Nebrada repuesta por Zane Wilson y Yanis Pikieris que mantiene la estructura de “Nuestros Valses”. Aquí jugaron elementos escénicos que cerraron con espectacularidad el programa. Cuando la luz reveló la escena fue impactante la blancura sin mácula del piso, pero aún lo fue más el estupendo vestuario de Jorge Lefebre. Diseñado en base a mallas que combinaban el blanco y el negro, contrastando con el fondo también negro del escenario del cual colgaban constelaciones de estrellas titilantes.

Los artistas del Ballet Nacional, bailando en un estilo que les va como anillo al dedo, ofrecieron una interpretación notable dentro del bellísimo marco escénico, esta vez acompañados por la impecable reproducción sonora de la partitura e iluminados con maestría. Cuando la obra terminó en pose genial de todo el conjunto, perfecta para ser fotografiada, la audiencia inició una atronadora salva de aplausos, que subió de voltaje cuando apareció Julio Bocca saludando junto a los bailarines del Ballet Nacional.

Fue estimulante leer en los programas de mano la futura programación del Ballet Nacional. En lo que resta del año 2010: el 23 de Noviembre Gala 75º Aniversario, del 3 al 14 de Diciembre El Lago de los Cisnes, el 17 de Diciembre Función extraordinaria en el Teatro de Verano. En la temporada 2011: Un Tranvía Llamado Deseo, los tres actos de El Corsario y una nueva versión de El Cascanueces, y en la Temporada 2012, La Bayadera. 

Enhorabuena; es indudable que el anuncio de Julio Bocca no conoce precedentes. Seguramente él y los dioses que lo protegen harán posible que la excelente programación sea realidad.