La temporada otoñal del American Ballet Theater (ABT), ofrecida en el teatro Koch del Lincoln Center de Nueva York, ha durado solo diez días, pero si es bueno, bienvenido sea. Cada función contaba de tres cortas obras, todas en distintos estilos de los tres coreógrafos de los cuales se presentaron trabajos.
En el programa del séptimo día, había piezas de diferentes estilos, que iban de lo excelsamente clásico, a lo contemporáneo: “Tema y Variaciones” de Balanchine, con la bella música de Tchaikowki; le seguía “A month in the coujntry” (Un mes en el campo), con la romántica música de Chopin, original de Frederick Ashton, hacedor de trabajos tan maravillosos como el que apareció ese día. Para terminar, subió a escena “Piano Concerto No. 1” de Shostakovich, coreografiado por Alexei Ratmansky, artista-en-residencia del ABT, y prometedor de cosas muy interesantes, entre los nuevos que han surgido recientemente.
“Tema y Variaciones” data de 1947, y es la única obra que el gran Mr. B –como era conocido el gran maestro en su compañía–, creara para el ABT. Este ballet, en especial, lleva su sello indiscutible: velocidad y dificultades técnicas en extremo. Los fulgurantes nuevos trajes de la obra, son ahora originales de Zack Brown.
Polina Semeniova, la principal solista, es simplemente exquisita. Las líneas que despliega en sus piernas y brazos son perfectas; además pose gran belleza física, pero pese a esos atributos y a su trabajo esa noche, aún no ha captado el estilo especial del gran maestro y coreógrafo. El solista masculino, Cory Stearns, salió airoso de esos “ronde jambe sautée” que han dado al traste con sus varios ejecutantes a través del tiempo. Las otras cuatro solistas y sus respectivos compañeros, así como el coro, dieron gran brillantez a la pieza. Aquí cabe señalar la igualdad y perfeccionamiento del actual elenco de la compañía, que coloca a ABT en el presente, entre las mejores del mundo.
“A Month in the Country”, el título del magnífico ballet que Ashton compuso en 1976, siguió en el programa, con la exitosa piano solista Emily wong, interpretando las ensoñadoras composiciones de Chopin.
El argumento cuenta como el matrimonio formado por Valeav, Víctor Barbee, y su esposa, Natalia Petrovna, Julie Kent, deciden ir a pasar un mes en su residencia de verano. Con ellos van su hijo, el pequeño Kolia, Daniil Simkin, y Vera, Gemna a Bond. Joven adolescente al cuidado de Natalia. También los acompaña Rakitin. Grant Delong, confidente de Natalia, y la sirvienta Katia, Stella Abrera. Pronto llega a la casa veraniega Beliaev, Guillaume Côté (artista invitado), atractivo estudiante, quien viene a servir de tutor de Kolia,
La tranquilidad del hogar pronto se ve interrumpida, por el sentimiento amoroso que Vera despierta hacia el tutor, que le presta poca atención, pero cuando Natalia se percata de esto, abofetea a la enamoradiza adolescente. Esta huye d la habitación, pero pronto Natalia también se siente atraída hacia Beliaev, y cuando Vera a su vez sorprende a Natalia en una escena amorosa con Beliavev, quien se hs enamora de ella, llama a todos los ocupantes del lugar, acusando a Natalia ante ellos, de su escapada amorosa. Beliaev decide empacar sus maletas, igual que lo hace Rakitin, y ambos se marchan, para así restablecer la tranquilidad de la familia.
Julie Kent, en su interpretación del rol de Natalia, es delicada y tierna. Sus “pas de bourée” constantes, son rápidos, casi alados, mostrando una ligereza indescriptible, que la hacen dueña indiscutible de ese rol. Côté, un relevante Beliavev, es tan atractivo como correctamente expresivo, sin llegar a exageraciones innecesarias, por lo que resulta ser la perfecta pareja para la magnífica Kent. Ambos artistas pulimentan esa joya coreográfica que lleva la firma de Ashton, quien junto a Fokine, Balanchine y Robbins, resultó de los más prolíficos y mejores coreógrafos del siglo XX.
Entre los otros principales del reparto, Simkin, como el niño Kolia, hizo el gusto del público, con la modalidad que más gusta actualmente: giros velocísimos y saltos soprendentes, interpretados con total desenfado y acertación. Igualmente, Bond, como Vera, no dejó nada que desear, por su perfecta técnica y buena caracterización. Abrera, por su parte, logró una sirvienta graciosa y picaresca.
“Piano Concerto No, 1 para piano y trompeta” de Shostakovich, con coreografía de Ratmansky, fue estrenado en el pasado año. El moderno vestuario es creación de Keso Dekker y el inventivo decorado se debe a George Tsypin.
Dos parejas de principales, formadas por la inigualable Gillian Murphy, junto a Calvin Royal III, nueva sorpresa danzaría, y Skylar Brandt junto a Gabe Stone Sayer, otros dos miembros del coro que revelan poseer un potencial sobresaliente, están a la cabeza de la exhilarante coreografía clásica-contemporánea, de gran espectacularidad y constante movimiento, que alguie del público calificó como calisténica. El extenso coro forma un gran conjunto, por más que hay veces que comparte la danza con uno u otra solista repetidamente.
La orquesta esa noche tuvo con magníficos directores: Ormsby Wilkins y David Lamarche. En la última obra intervinieron soberbiamente, Barbara Bilach al piano, y el trompetista Carl Albach. Ballet diferente, pero igualmente seductor. Una positiva realidad.