Después de una larga ausencia de los escenarios locales, Danza Contemporánea de Cuba retorna cargada con una rica cosecha de reconocimientos, tanto del público como de la crítica especializada, obtenida en varias importantes plazas europeas donde desplegaron su buen quehacer profesional. La agrupación insignia de la vanguardia de su país sube al escenario del capitalino Teatro Mella con el reestreno de “Compás”. Su estreno mundial ocurrió hace la friolera de una década, en la Sala García Lorca del Gran Teatro de La Habana. Por lo tanto, de los 30 bailarines de su elenco de entonces solamente estarán cuatro, y 26 lo ejecutarán por primera vez. Igualmente, hubo que rediseñar la iluminación escénica, así como el vestuario original.
La excelente pieza del bailarín y coreógrafo holandés Jan Linkens (Maastricht, 1958), está compuesta de dos secciones, con un breve paréntesis interactivo lúdico después del intermedio, y como decía el programa de mano del estreno en 2003, “concebidas con intenciones bien definidas”.
La primera es una muestra rotunda de las brillantes posibilidades atléticas de los bailarines de ambos sexos, con una exploración en los movimientos explosivos del ritmo, sobre las pautas musicales de un variado rango de estilos y autores (foráneos y nacionales). La segunda se concentra, de manera inusual y contrastante, en la “búsqueda de las sensualidades…, propias de una cubanísima idiosincrasia, como exhiben estos dotados bailarines. El soporte musical, tanto el electroacústico minimalista de Phil Glass, como los atronadores ritmos sonoros del conjunto estadounidense Los tambores del Bronx, así como las cadencias de la melódica música del cubano Ernesto Lecuona (a partir de una banda cinematográfica), que a veces logra erguirse como una protagonista más, “en paralelo”.
Si bien las figuras consagradas, desde su primera puesta en escena, como las deslumbrantes Jenny Nocedo, Marta Ortega, o los sobresalientes Yosmell Calderón Yoerlis Brunet, y Yoerlis Brunet, consiguen dominar las eclécticas secuencias con “esplendor interpretativo”. Los novatos, por su parte, quedan algo rezagados y opacos, a pesar de sus esfuerzos en las dinámicas sostenidas, empero sus calidades de movimiento no se equiparan a los antes mencionados. Un más riguroso trabajo de torsos y giros, que equilibre este desbalance ante los saltos prodigiosos.
Nota aparte merece el debut de la joven y rubia bailarina Gabriela Burdsall –con el respaldo genético de su excepcional abuela, premio nacional de danza Lorna Bursall–, aquí como “La Bella Cubana”, por su “gracia y refinamiento” que imprime a la interpretación psicológica del personaje en cada aparición. No obstante, todavía requiere de un mayor fogueo en esta lid. Ella intervino como maestra de ceremonias en la secuencia coreográfica–humorística, que gozosamente hizo intervenir al público desde sus lunetas. Un holandés muestra sin folclorismo una interpretación creativa de los ritmos cubanos.
Bella Gabriela felicidades por todos tus exitos. Eres muy linda ademas de talentosa. Que el Senor te bendiga y te proteja siempre. Un abrazo y un beso grande para todos. Tu Prima