“Casi”, la nueva propuesta estrenada por Danza Contemporánea de Cuba (DCC), es difícil de describir y definir. Podría considerarse como un concepto-coreográfico tipo work in progress, ya que el creador se desplaza en el desarrollo de su “non-danse” en una “frágil y confusa” franja metafórica en su intento por armonizar los elementos contradictorios que la componen estructuralmente. La obra se podría englobarse dentro del llamado posmodernismo, según lo concibe el inglés Charles Jenks, quien acuñara en 1977 este término ambiguo y polivalente, donde prima el “revivalismo y el eclecticismo” con sus citaciones del pasado de modo reiterativo.
En este proyecto Juan Kruz Díaz de Garaio Esnaola pretende, con la colaboración coral de los 21 bailarines de ambos sexos –elegidos entre los 51 que constituyen el elenco de la compañía–, intérpretes polifacéticos de las intenciones “filosofícas-linguísticas” del autor, si se tiene en cuenta la importancia que éste concede a letras de canciones utilizadas, a los diálogos cargados de localismos y otros usos intertextuales, como aportaciones de las que “se apropian para hacerlas suyas”.
“‘Casi’ no es un retrato de Cuba ni de su sociedad –anticipa el coreógrafo en sus notas al programa– (lo cual no sería sino un gesto de arrogancia y de ignorancia de mi parte), pero ciertamente es el resultado de un diálogo, del intenso y profundo viaje recorrido y compartido entre los extraordinarios bailarines y personalidades de DCC y yo, aventura que comenzó en 2009, desde primer encuentro con esta compañía”, concluye Díaz de Garaio Esnaola.
En más de una hora sin interrupción, transcurre sobre el desnudo escenario de la Sala Lorca del Gran teatro de La Habana este “retrato incompleto” de cualquier ser humano del planeta, en toda su fragilidad, desde el punto de vista “personal, parcial y subjetivo” del autor.
DCCuba apuesta por evitar los encasillamientos y prefiere lanzarse en nuevos retos, confiados su directores en la capacidad y recursos de su talento artístico. La reacción del público, durante el desarrollo del espectáculo fue de desconcierto, aunque en varios momentos respondieron audiblemente a las intenciones satíricas de lo vernáculo, con el soporte de los elementos provenientes de las raíces afro-cubanas: tanto en las exclamaciones como en la música percusiva (un negro piano vertical rodante, con multiusos, fue el único elemento escenográfico, desplazado por los bailarines a partir de un excelente trabajo de luces).
Está por verse la perdurabilidad de la pieza en el repertorio activo de DCC, por el momento está programada para las primeras representaciones en 2012, poco antes de salir en una nueva gira para Italia.
Sobre el coregrafo
Nacido en Legazpi, España (1966). Luego de culminar estudios musicales en el Conservatorio Superior de Música de San Sebastián, completa su nivel superior como contratenor en la Academia de Música Antigua (Akademie voor Oude Muziek de Ámsterdam, Holanda, donde inicia, de una manera prometedora, su carrera como cantante.
El encuentro en Ámsterdam con el coreógrafo Marcelo Evelin, quien lo invita a participar en su pieza de danza “Muzot” así como la estrecha colaboración artística desarrollada a partir de este momento, lo hace explorar el potencial del cuerpo como instrumento y herramienta totales de expresión.
Luego de trabajar con P.C. Schoten, Emio Greco, Arthur Rosenfeld y Lloyd Newson (DV8 Physical Theatre), entre otros, conoce en 1995 a Sasha Waltz, quien lo invita a fundar su agrupación en 1996. “Allee der Kosmonauten” fue la obra que inició una larga y fructífera relación profesional.