Cuando la escena se puebla de una energía exuberante, cuando los bailarines parecen devorar la gravedad, cuando todo es mágico, y el corazón salta y los ojos se deslumbran y el alma siente que vuelve a estar viva, es porque allí está el Grupo Corpo. Hechiceros del movimiento, los bailarines parecen poseídos por la danza como en un ritual insoslayable.
Hacía nueve años que la compañía no pisaba el escenario del Opera House del Kennedy Center, y esta vez lo hizo con dos funciones, el 1 y 2 de marzo, y un programa que incluyó dos obras recientes, “Gil Refazendo” y “Gira”, ambas con coreografía de Rodrigo Pederneiras, escenografía e iluminación de Paulo Pederneiras y vestuario de Freusa Zechmeister
La compañía que fundaron los hermanos Paulo y Rodrigo Pederneiras en 1975, al año siguiente hizo su primera presentación con “Maria Maria”, una obra con música original de Milton Nascimento, guión de Fernando Brandt y coreografía del argentino Oscar Araiz. La pieza permaneció seis años en escena, recorrió catorce países, y fue un éxito de crítica y de público. Así comenzaron a transitar un camino en busca de una identidad propia, distintiva de sus raíces y su propia naturaleza. Hoy, Corpo es una de las compañías más significativas en la historia de la danza contemporánea.
Cuando se levanta el telón, una bailarina se desplaza con magníficos movimientos y ritmo acompasado. Su cuerpo parece fundirse en los compases que van deslizando la música de Gilberto Gil, uno de los grandes músicos brasileños. Mientras, una proyección que parece estática en el fondo de la escena describe un tránsito secreto hacia el interior de la naturaleza. Casi imperceptiblemente una selva vibrante se compone y se descompone en innumerables imágenes que se desplazan, se transforman, se recrean.
“Gil Refazendo”, creada inicialmente en 2019, incluye una relectura de los temas más famosos del músico brasileño. Los bailarines, solos, en dúos o en grupos, aparecen y desaparecen del escenario con una estructura casi molecular. Se mueven como si no tuvieran huesos, con la flexibilidad de un niño que recién empieza a descubrir su cuerpo, y con la agilidad asombrosa de los animales en la selva. Y el ritmo, como una respiración paralela, pareciera ser un demiurgo secreto.
Originalmente fue “Gil”. Tres años después, la obra se reencarnó en “Gil Refazendo”, una reconstrucción, un renacer, un revivir después del largo y oscuro silencio de la pandemia. Todo fue reconstruido, y la obra se convirtió en una deslumbrante sucesión de movimientos, cargada de intensidad con la potencia que caracteriza a esta magnífica compañía originaria de Minas Gerais, Brasil.
En el segundo acto, cuando todavía las imágenes y las emociones de “Gil Refazendo” vibraban en la mente y en el cuerpo, llegó “Gira”, una pieza magnética compuesta por 11 temas musicales creados especialmente por el grupo Metá Metá, que dan vida de manera simbólica a los ritos religiosos afrobrasileños de Umbanda. Rodrigo Pederneiras rescata gestos y movimientos del “Camdomblé”, sus ceremonias y formas de rendir culto a los “oriyas”.
La escenografía creada por Paulo Pederneiras deja ver a los bailarines instalados en distintos cubículos cubiertos con un tul negro, como si escondieran los secretos de cada uno de estos “oriyas”. Desde su sitio escondido entran y salen de escena para cumplir las pautas de un ritual. En una puesta en escena visualmente atractiva, Freusa Zechmeister adopta un vestuario minimalista: torso desnudo y faldas blancas de lino crudo.
Hasta que esta exuberancia de movimientos llega a su fin con los últimos latidos de la música, la mirada no deja de extasiarse ante un grupo de bailarines cuya energía, nivel técnico, flexibilidad y dinamismo inducen a pensar que no pertenecen a este mundo.