En esta nueva producción de The Washington Ballet, “Jazz Icons: A Fine Romance”, que se estrenó justamente el 14 de febrero, día de San Valentín o el día del amor y la amistad, la compañía dirigida por Edwaard Liang presentó dos obras chispeantes y desenfadadas donde se funden el neoclásico, la danza contemporánea y el jazz. Antes de comenzar la función Liang sugirió a la platea que se preparara para “Ver la música… oír la danza”. Y así fue.
La propuesta, que subió a escena del 14 al 18 de febrero en el Eisenhower Theater del Kennedy Center de DC, abrió con “Coloring Silent Space”, la nueva obra de Jessica Lang. Una pieza colorida, ocurrente y encantadora, que combina con destreza y habilidad el jazz y la danza contemporánea a partir de la música de The Craig Davis Trio.
El vestuario de Jillian Lewis puso un toque incomparable en esta producción en la que el minimalismo estético, respaldado por la escenografía geométrica generada por Lang, se vio desbordado por la intensidad del movimiento y la energía de esos bailarines que disfrutaban cada instante. Los colores brillantes estampados sobre leotardos negros al estilo de Henri Matisse, según refiere Lang en el programa, generan un especial atractivo visual que se complementa con la velocidad de los movimientos y sutiles toques de humor.
Secuencias grupales, dúos, tríos y solos componen esta obra que induce, por momentos, a la reflexión. Hasta que casi al final, la luz se posa sobre uno de los círculos del escenario y una luna imaginaria provoca una suerte de eclipse. Bella imagen que anuncia el final.
Quizás como la otra cara de la luna, “Midnight Riff”, de Dwight Rhoden, marcó un registro más dramático con poses recurrentes, vestidos de noche brillantes, y zapatillas de punta para las bailarinas.
Rhoden, cofundador de Complexions Contemporary Ballet, logra un particular ensamblaje con la música de la Smithsonian Jazz Masterworks Orchestra y New York Voices. La claridad y transparencia de la danza se funde con magníficas interpretaciones musicales con temas de Mary Lou Williams, Duke Ellington y George e Ira Gershwin, entre otros clásicos del jazz.
Y en escena, los cantantes Kim Nazarian, Lauren Kinhan, Darmon Meader y Peter Eldridge, de New York Voices, haciendo scatt, mientras los bailarines insertan sus movimientos a “tempo” con deslumbrante precisión. El diseño de vestuario de Christine Darch y la propuesta de iluminación de Brandon Stirling Baker, le dan a “Midnight Riff” un toque dramático que se asocia con los clubes nocturnos llenos de humo, de luces y sombras y misterio.
Un programa que permite ver lo mejor de la compañía, con sus excelentes y dúctiles bailarines, cuyo talento y personalidad componen una magnífica amalgama. Ajenos al ballet clásico, esta vez volvieron a demostrar que se atreven a todo con absoluta libertad.