«Todo comienza con el movimiento -un instinto que todos tenemos-, y la danza es un movimiento refinado para comunicarse. Más allá de que una técnica impecable sea importante y sorprendente, la esencia está en lo que el bailarín expresa en ese movimiento.
Como bailarines, estamos en constante movimiento, aspirando a crear esos momentos inolvidables. Independientemente del género de danza, es lo que todo bailarín se esfuerza por conseguir. Así que cuando de repente, ya no se nos permite actuar, con los teatros cerrados y los festivales cancelados, nuestros mundos se paralizan. No hay contacto físico. No hay espectáculos. Sin público. Nunca en la historia reciente la comunidad de la danza ha sido desafiada colectivamente para mantenerse motivada, para hallar su razón de ser”.
Friedemann Vogel se formó en la Escuela de John Cranko, y a través de la beca John Gilpin, completó sus estudios en la Académie de Danse Classique Princesse Grace en Mónaco, con Marika Besobrasova. Mientras era estudiante, Vogel se destacó en varios concursos internacionales entre ellos el Prix de Lausanne y el premio para jóvenes bailarines del Concurso Erik Bruhn, en Toronto. En la temporada 1998/99, ingresó al Stuttgart Ballet como parte del cuerpo de ballet y en 2002 fue bailarín principal. En 2015 fue nombrado Bailarín de Cámara (Kammertänzer) del estado de Baden-Wüttemberg, el máximo reconocimiento para un bailarín en Alemania, recibido junto a dos de sus compañeros del Sttutgart Ballet, Jason Reilly y la española Alicia Amatriain. Las revistas “Tanz”, “Danza & Danza” y “Dance Europe”, lo distinguieron como Bailarín del Año.
En 1982, por iniciativa del Comité Internacional de Danza, fue proclamado por la UNESCO el 29 de abril como Día Internacional de la Danza. La fecha celebra el nacimiento del bailarín y coreógrafo Jean-Georges Noverre, cuyo legado, relacionado con la práctica y teoría del ballet fue de gran importancia para el futuro de la danza. Considerado el creador del ballet moderno, Noverre hizo su debut ante la corte de Luis XV en Fontainebleau, en 1742. .
El objetivo del Día Internacional de la Danza es homenajear a la danza como una disciplina de arte universal y diversa. De esta forma, en todo el mundo, desde las compañías más pequeñas hasta las más reconocidas internacionalmente celebran hoy con espectáculos al aire libre o presentaciones virtuales.