Con motivo celebrar los 62 años de la compañía Danza Contemporánea de Cuba (DCC), su director general, Miguel Iglesias (Premio Nacional de Danza), convocó a la joven coreógrafa cubana Laura Domingo, para realización de una nueva obra, basada en la novela “Pedro Páramo”, del escritor mexicano Juan Rulfo. No obstante, cuando solamente faltaba el montaje de esta pieza coral de 30 minutos, el mundo entró en los oscuros designios de la pandemia, y se sumergió en las contingencias sanitarias de COVID-19. Todo se paralizó. La vida quedó en “stand-by”. Y el estreno de “Páramo”, previsto para septiembre de este año, se instaló en la nebulosa de lo impredecible.
Domingo se formó en la Escuela Nacional de Ballet y allí dictó clases durante un tiempo hasta que la creación la fue distanciando de la enseñanza. No obstante, la Escuela fue su primer laboratorio. Allí montó algunas obras y luego, con el Ballet Nacional de Cuba (BNC) hizo tres coreografías grupales y un solo para Viengsay Valdés y, por último, DCC se convirtió en su gran cantera creativa.
En Italia trabajó con la Compagnia Körper de Napoli, el Balletto Teatro di Torino y Eko Dance International Project, como parte del intercambio coreográfico entre cubanos e italianos que comenzó la crítica de danza Elisa Guzzo Vaccarino en 2016. También estuvo involucrada en la realización del documental “Cuban Dancer” (coprod. Italia/Canadá/Chile) que se estrenará dentro del marco del Festival de Cine de Roma. Y aún sin fecha fija, su nueva obra, “Páramo”, subirá, pandemia mediante, al escenario del Gran Teatro Alicia Alonso.
Danzahoy: ¿Por qué Juan Rulfo?
Laura Domingo: La obra de Rulfo siempre llamó mi atención y me adentré más profundamente en ella durante la época universitaria. Como lectora, me atrajo primero la atmósfera, el estilo y la prosa de este escritor, así como su capacidad de irradiar universalidad desde lo particular mexicano. El realismo de Rulfo, por más desgarrador y violento que sea, contiene lo fantástico y místico que inspiró el realismo mágico y a muchos autores que formaron parte de este boom. Este contraste, de algún modo representa también el temperamento latinoamericano y la efervescencia social, emocional y política del continente.
D: ¿Y cuál es el motivo de la elección de “Pedro Páramo” como base para su coreografía?
LD: “Pedro Páramo”, en mi opinión es una obra visual y sensorial. En una primera lectura quizás uno no llega a comprender o ensamblar ciertas partes del argumento, pero de seguro, se queda con montones de frases, momentos y personajes vagando en la memoria. Esta es una cualidad que pertenece al movimiento, a la danza, a la imaginación.
D: ¿Cómo surgió la propuesta de hacerlo para DCC?
LD: Desde hacía mucho tiempo deseaba realizar una coreografía a partir de la novela, pero la posibilidad se dio cuando a principios de marzo, Jorge Brooks y Miguel Iglesias me propusieron desarrollar una nueva pieza para DCC. Sólo con esta compañía podía hacer algo así. ¿El motivo? Considero que muy pocas agrupaciones de danza en el mundo poseen el magnetismo escénico y la fuerza expresiva de los bailarines de DCC, gracia que privilegia y supera el virtuosismo individual.
D: ¿Cuándo y cómo empezaron?
LD: Empezamos a trabajar en marzo. Seleccioné a catorce bailarines que representaban personajes puntuales de la novela. Entre ellos, algunos ocupaban un puesto protagónico (Leyna González en el papel de Susana San Juan, Heriberto Meneses en el de Juan Preciado, Víctor M. Varela en el de Pedro Páramo); pero traté de insistir desde un principio en que cada bailarín comprendiese su participación como esencial y exclusiva. Montamos cinco escenas de siete que serían el total, con una duración estimada de 30 minutos, y tuvimos que detenernos debido a la pandemia. Nadie imaginaba que la pausa sería tan prolongada; pero creo que esto ya ha traído sus beneficios en el presente. El futuro, luego dirá.
D: ¿Cual es la razón de seleccionar la música de Chopin para una obra como esta?
LD: Me interesó desde un principio el contraste que podía establecerse entre el lenguaje de la danza contemporánea y el estilo romántico del genio polaco. Sin embargo, quería realizar algunos ajustes a los preludios, nocturnos y scherzos seleccionados, y para ello sumamos al proyecto al compositor cubano Jorge Amado quien además creó una pieza original. ¿Por qué Chopin? Son varias las razones. La más cercana a mí y la que llamó mi atención es que hay en la obra de Rulfo y de Chopin una atención a la desdicha, el sabor de la hiel, las sombrías orillas de la existencia humana.
D: ¿Cómo elaboró la idea del vestuario?
LD: Los diseños de vestuario estuvieron en manos de un artista con el que, siempre que puedo, trato de colaborar: Vladimir Cuenca. Suelo sentir que Vladimir adivina lo que yo a veces ni siquiera le he explicado con palabras. Así ocurrió cuando estrené “Cénit” con DCC en 2016, obra para la cual él también realizó los diseños. En el caso de “Páramo”, los catorce trajes estaban ya listos antes de que se interrumpiesen los ensayos.
D: Como coreógrafa, ¿qué significación tiene esta obra dentro de tu lista de creaciones?
LD: “Páramo” sería mi primera pieza coral para DCC. He realizado otras obras con quince o veinte bailarines con el BNC, por ejemplo, u otras compañías de Colombia e Italia. Pero la producción en serie, la velocidad, nunca me han interesado y considero que no pertenecen siquiera al arte.