El fin de las restricciones derivadas de la pandemia –a excepción de la obligatoria mascarilla en los espacios interiores- ha marcado el inicio de un periodo de ebullición en la programación escénica de danza. Si bien los teatros españoles sólo permanecieron cerrados en los meses de confinamiento domiciliario del pasado año, la situación sanitaria de cada región llevó a diferentes normativas en lo referente al aforo de los espectáculos, permitiéndose generalmente una ocupación máxima del 60% con un límite de 600 espectadores. La mejora de la incidencia gracias al alto índice de vacunación en España también ha conllevado una relajación de la estricta normativa.
Como si fueran brotes verdes en el ámbito de la cultura, los teatros abren sus puertas a los ávidos artistas por cuyas cabezas pululan miles de ideas y cuyos cuerpos están deseosos de vehiculizar sus ganas de crear y de bailar sin cortapisas. Éste es el caso de Iratxe Ansa, reconocida bailarina con una importante carrera internacional en prestigiosas formaciones como el Basel Ballet, el Ballet Gulbenkian, la Compañía Nacional de Danza –bajo la dirección artística de Nacho Duato-, el Ballet de la Ópera de Lyon y Nederlands Dans Theater. Desde muy pequeña sintió el impulso de crear y ya en 2009, orientó su carrera hacia sus proyectos personales, contando con la colaboración del también coreógrafo y bailarín Igor Bacovich desde 2013. Juntos concibieron un método que llevaron por todo el mundo y que hace apenas dos años, convirtieron en la materia prima de su compañía, Metamorphosis Dance. La asociación del tándem Ansa-Bacovich no pudo ser más fructífera para ambos, pues la coreógrafa vasca obtuvo el Premio Nacional de Danza 2020 en la modalidad de interpretación y recientemente el Premio Max de las Artes Escénicas, mientras que el creador italiano se hizo con el Premio Nazionale Sfera d´Oro per la Danza 2021.
La mayor visibilidad de Metamorphosis en el ámbito español también ha acarreado nuevos proyectos, entre ellos, el encargo del Museo Universidad de Navarra cuyo estreno absoluto tuvo lugar el pasado sábado. Bajo el título de “CreAcción”, la obra arranca de un proceso participativo de un grupo de personas ajenas a la danza, quienes sugerían ideas, conceptos o líneas de trabajo. El reto para Iratxe Ansa e Igor Bacovich consistía en “traducir” al lenguaje coreográfico estas propuestas tan dispares como el sentimiento de desarraigo por la emigración o la disconformidad con el propio cuerpo, entre otras. Con una duración de setenta minutos, la pieza se compone de diversas escenas cuyo hilo conductor principal es el bailarín y coreógrafo italiano, soberbio intérprete que maneja los tiempos y las transiciones. En una meditada decisión, Ansa renuncia a bailar en escena para focalizar su atención en la dirección y creación de la coreografía junto a Bacovich, a quien le acompañan otros cuatro bailarines en escena -Katherine Currier, Clementine Dumas, Antonella Alabanese, David Serrano-.
Las señas de identidad del lenguaje coreográfico de Iratxe Ansa e Igor Bacovich son la fisicidad de la danza, la apuesta por el movimiento puro y constante, y la exigencia máxima para los intérpretes que deben poseer una excelente base dancística para poder explorar los límites. En este sentido, no es una excepción “CreAcción”, pues tanto los dúos como las partes grupales responden a estas características, siempre a partir de la premisa de intentar corporeizar las propuestas del equipo participativo. Buen trabajo para amalgamar bajo su estilo a los diferentes intérpretes, en el que Bacovich brilla especialmente al ser el mejor exponente de cómo metabolizar todo aquello que significa el método Metamorphosis.
Otro elemento de importancia capital en “CreAcción” es la iluminación firmada por Nicolas Fischtel, una instalación compuesta por dieciséis tubos led que recordaban a las blanquecinas fluorescentes de antaño y que partieron del dibujo esbozado por el coreógrafo italiano. Inicialmente suspendida en las alturas, la disposición de la estructura permitía mover cada uno de los componentes al antojo de los intérpretes, lo que iba creando espacios y atmósferas escénicas. La preocupación de Ansa y Bacovich por la influencia de la iluminación en la puesta en escena viene de lejos, tal y como se pudo apreciar en piezas precedentes como “Al desnudo” y “Elkarrizketa Ilunak”, ambas estrenadas en 2020.
La música original de Juan Belda y el apartado audiovisual con los habituales Danilo Moroni y Juan Carlos Toledo completan ese todo que es “CreAcción”. El disfrute con tintes casi lúdicos que supone para Iratxe Ansa entrar a un lugar sagrado como un estudio para crear, se traduce en una obra sólida que va ‘in crescendo’, pero que quizás quedaría mejor enmarcada si sintetizara un poco su material coreográfico. Hay mucha verdad, muchas ganas de explorar, mucho derroche creativo, pero a veces menos es más. En cualquier caso, excelente resultado de la entente entre el Museo Universidad de Navarra y Metamorphosis Dance –y que también cuenta con el apoyo del Gobierno Vasco-. En la fría noche de Pamplona, el público en pie gratificó con una calurosísima ovación de cinco minutos de aplausos el estreno absoluto de “CreAcción”, una creativa invitación a la acción en tiempos post pandémicos.