En una habitación de un hospital en algún lugar de México, Piscine Molitor Patel (Pi), único sobreviviente de un naufragio en el Pacífico se debate entre su devastadora orfandad y sus fantasías. Pi recibe la visita de dos burócratas que intentan investigar las causas del hundimiento a través del testimonio de Pi. Y a partir de este encuentro, “Life of Pi” se convierte, no sólo en una historia dentro de otra historia, sino en un vehículo para reflexionar sobre la relatividad de los hechos de la vida y la capacidad de supervivencia del ser humano.
Esta producción de “Life of Pi” (La vida de Pi), con adaptación de Lolita Chakrabarti sobre la novela de Yann Martel, se presenta hasta el 5 de enero de 2025 en el Eisenhower Theater del Kennedy Center de DC. La puesta, magníficamente realizada, permite pivotear entre lo mágico y lo real con absoluta naturalidad.Subraya con eficacia los temas esenciales de la novela, mantiene un ritmo constante, con escenas potentes y de una belleza estética deslumbrante.
Los protagonistas, Pi y un tigre de Bengala llamado Richard Parker, son los verdaderos sobrevivientes, los que permanecieron durante 227 días en un bote salvavidas en el medio del océano a la espera de lo que podría llamarse un milagro. Los otros animales, que también fueron parte de este naufragio, una cebra, una hiena, un orangután y una cabra, sucumbieron de una u otra manera. Richard Parker y Pi aprendieron a atrapar peces, se alimentaron de la sangre de una tortuga marina, y se convirtieron en “socios” inevitables de esta aventura.
Todo comenzó cuando la tensión política en India obligó a Pi y a su familia a emigrar a Canadá. Todos abordaron un barco de carga japonés que llevaba enormes cajas de madera con los animales del zoológico familiar. Durante la travesía sobre el Pacífico, una tormenta hundió la embarcación, y Pi se quedó solo. Hasta que apareció, con una ferocidad escalofriante, Richard Parker, encarnado magníficamente por los titiriteros Toussaint Jeanlouis, Shiloh Goodin y Anna Leigh Gortner.
Los animales, marionetas de tamaño real creadas por Finn Caldwell y Nick Barnes, adquieren entidad propia a través del minucioso trabajo corporal de los titiriteros, esos seres casi imperceptibles que dan vida a los personajes. Con cuidadoso control, mueven esas marionetas con una destreza y un profesionalismo impecable, y a su vez, logran encontrar el alma de cada uno de los personajes. Desde una bandada de mariposas a un cardumen de peces luminosos o una hiena hambrienta y devoradora, todos adquieren una entidad subyugante.
El rol de Pi, interpretado por Savidu Geevaratne en la función del viernes por la noche, pone a prueba a cualquier actor que se precie. Es un papel desafiante tanto desde la exigencia actoral como desde lo físico y vocal. Geevaratne parece haber nacido para ser Pi. Elabora un personaje con matices, texturas y emociones diversas que conmueve y obliga a reflexionar.
El marco narrativo de esta historia se centra en el interrogatorio realizado por un investigador japonés, interpretado con acierto por Alan Ariano, y una funcionaria consular canadiense. Ninguno de ellos logra comprender las explicaciones de Pi. Y a medida que el joven cuenta la historia desde su propia perspectiva, las paredes del hospital se desvanecen y se convierten en un océano desolado, en exuberantes espacios del zoológico de su familia en Pondicherry, India, o en un sórdido barco de carga por el que transitan desagradables personajes. Un elenco de actores compone la compleja trama que también incluye efectos visuales a través de proyecciones. El director Max Webster logra un equilibrio escénico particular en el que predomina la historia de los personajes, y la tecnología se pone al servicio de la historia.
Cuando Pi termina su relato, y ante la incredulidad de los investigadores, el joven opta por darles otra versión de los hechos. Esta vez, más cruel y desgarradora, y sin los animales.
“¿Cuál es la mejor historia?”, pregunta Pi a sus interrogadores sin obtener respuesta. Quizás, esté en el interior de cada uno. Quizás, es necesario encontrar las mejores historias que ayuden a sobrevivir.