Laboratory Dance Project

En busca de un lenguaje singular

La compañía, cuyo reconocimiento trascendió el ámbito de Corea del Sur, llevó al Eisenhower Theater del Kennedy Center de Washington DC dos obras de 2022 del coreógrafo Kim Dongkyu, “MOB” y “Ash”. Una propuesta que apunta a valores conceptuales y reflexiona sobre la condición humana.

Deja un comentario Por () | 03/11/2024

Laboratory Dance Project presentó “Ash”, del coreógrafo Kim Dongkyu, en el Eisenhower Theater del Kennedy Center.Foto: Baki. Gentileza JFKC.

Laboratory Dance Project presentó “Ash”, del coreógrafo Kim Dongkyu, en el Eisenhower Theater del Kennedy Center. Foto: Baki. Gentileza JFKC.

Una compañía con bailarines excepcionales que propone una óptica personal con una mezcla de elementos que fusionan Oriente y Occidente. Fundada en 2001, Laboratory Dance Project (LDP) trajo al EisenhowerTheater del Kennedy Center de Washington DC, del 31 de octubre al 2 de noviembre, dos obras cuya estética minimalista deja al desnudo la posibilidad de reflexionar, sin distracciones, sobre la condición humana y su esencia.

La compañía, cuyo reconocimiento trascendió el ámbito de Corea del Sur, presentó “MOB” y “Ash”, piezas del coreógrafo Kim Dongkyu estrenadas en Corea en 2022.

Basándose en el concepto del proverbio alemán que dice: “Solo los peces muertos nadan con la corriente”, “MOB”, una pieza de danza conceptual aguda y punzante, refleja la diferencia entre la individuación y la masificación. La obra, se mimetiza con este proverbio que parte de la idea de que las personas que pierden su percepción personal se convierten en parte de la multitud. Bajo ese anonimato, tienden a ocultarse y a evadir la responsabilidad, y a su vez, son víctimas de la manipulación. En esta dinámica de intolerancia y brutalidad aparece la contracara y el sutil sentido de unidad e intimidad.

Sobre esa dualidad, “MOB” comienza con el escenario en silencio. Una luz tangencial ilumina dos bailarines moviendo sus brazos con cierta similitud. Sin embargo, marca diferencias en una suerte de sugerente diálogo.

A partir de este primer núcleo, el coreógrafo Kim Dongkyu transita desde lo individual a lo colectivo. Los ocho bailarines en escena muestran sus estilos únicos, a medida que se van mezclando o son absorbidos por esa multitud que ahoga. En esta pieza se palpa una clara tensión y una enérgica masculinidad en los movimientos.

“MOB”, Kim Dongkyu, reúne ocho bailarines en escena y explora la masificación del individuo. Foto: Baki. Gentileza JFKC.

“MOB”, Kim Dongkyu, reúne ocho bailarines en escena y explora la masificación del individuo. Foto: Baki. Gentileza JFKC.

La obra, que se estrenó en el Teatro de Artes Arko en Seúl, República de Corea, adquiere un ritmo intenso y una amplia dinámica. Los bailarines se desplazan con contorsiones y movimientos que refieren al Contact dance, posturas de artes marciales orientales, reminiscencias de Hip-Hop y de danza contemporánea. De esta forma, las secuencias grupales e individuales van armando un todo compacto y sólido.

En la segunda parte: “Ash”, también del mismo coreógrafo y estrenada en el mismo año que “MOB”. Una obra que incluye bailarinas y bailarines en escena. “Ash” (Ceniza) explora el concepto de revertir el tiempo para abordar un período en el que, incluso la privación se vuelve indiferente. A través de esta pieza, el coreógrafo cuestiona las deficiencias individuales y emprende un viaje para regresar a un estado original en un intento de retroceder en el tiempo.

Una obra que, desde lo coreográfico, reafirmó la flexibilidad asombrosa y la sutil musicalidad de los bailarines, si bien fue más repetitiva y tuvo escasas resoluciones y podría haberse extendido ad infinitum.

Ambas piezas se caracterizaron por escasos solos o dúos y se apoyaron en secuencias grupales donde se destacaron movimientos independientes para cada uno de los bailarines. Una mirada que podría dar la pauta de la valoración del coreógrafo del concepto del proverbio alemán en el que basó “MOB”. Sus bailarines no se mezclan ni se mueven en la corriente porque son seres individuales, vivos, que hacen valer sus voces interiores.

LDP se muestra como una compañía sólida, con excepcionales bailarines cuya formación técnica y su flexibilidad son asombrosas. Un ensamble cuya rica filosofía artística y el nivel de comunicación se refuerzan con la audacia para abordar desafíos experimentales basados en la individualidad y la singularidad. El resultado: un lenguaje coreográfico que los identifica y los distingue.

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