En esta nueva temporada del American Ballet Theatre (ABT) en el Metropolitan Opera House volvió Alessandra Ferri. Esta vez, para encarnar los personajes creados por la escritora inglesa Virginia Woolf de la mano del coreógrafo Wayne McGregor.
“Woolf Works”, una obra potente que despierta emociones profundas y deja reverberando los conflictos de cada uno de los personajes creados por la autora británica que marcó un antes y un después en la literatura del siglo XX.
Cuando este ballet se estrenó por primera vez en el Royal Ballet de Londres en 2015, tuvo también a Ferri como una de las protagonistas. Actriz por excelencia, es una de esas bailarinas que sabe sumergirse en las emociones de sus personajes y transmitirlas con una intensidad arrolladora. Su presencia en esta obra es grave y reflexiva. Su dolor, sus inseguridades, sus conflictos, sus interrogantes son los que hacen que este tríptico quede anclado en una realidad arrolladoramente humana.
La clave de “Woolf Works” reside en su estructura, basada en tres actos, y cada uno de ellos refleja una novela diferente. El primero “I now, I then”, apoyado en “Mrs Dalloway”, una novela publicada en 1925, se desarrolla a lo largo de un solo día en la vida de Clarissa Dalloway, una mujer de la alta sociedad londinense en la década de 1920. La narrativa se entrelaza con los pensamientos y recuerdos de la protagonista y de otros personajes importantes en su vida: su esposo, Richard Dalloway; su amiga Sally Seton, y Peter Walsh, un viejo amigo que regresa a Londres después de muchos años en el extranjero.
A través de inmensos módulos de madera que van moviéndose en escena, la obra explora, al igual que la novela, temas como la memoria, el paso del tiempo, la identidad, la percepción de la realidad. Ferri, casi fundida con las palabras de Woolf, revive situaciones, y reflexiona a medida que los personajes aparecen y desaparecen en ese transcurrir. Un magnífico pas de deux con Peter, interpretado por Herman Cornejo, cuyo cuidado y delicadeza como partenaire emociona y conmueve, se suma a una serie de secuencias en las que ambos bailarines logran crear una atmósfera irrepetible. Una magnífica dupla en la que se potencian y se recrean mutuamente.
McGregor establece patrones de movimiento que se repiten a lo largo de toda la obra, crea imágenes oníricas, casi fantásticas que se funden con proyecciones que regeneran nuevos climas y secuencias. Interesante y fresca la interpretación de la joven Clarissa, a cargo de Léa Fleytoux, quien supo colorear su personaje en diferentes aristas.
En el segundo acto, “Becoming”, basado en “Orlando”, novela de 1928, un torbellino de bailarines que giran por el escenario en una fantasía satírica y una meditación sobre el cambio y la identidad a lo largo del tiempo. McGregor, con delicada sutileza y una dinámica coreográfica sorprendente, logra reflejar el interior de esta novela considerada como uno de los emblemas del modernismo literario del siglo XX.
“Tuesday”, extraída de “The Waves”, comienza con la nota de suicidio que Woolf escribe a su esposo. Una prosa llena de miedo, de remordimiento, con el fantasma de la locura acechando adquiere feroz realidad en la grabación en off de la actriz Gillian Anderson. Ferri/Woolf, atormentada, absorbida por un torrente de bailarines que la envuelven, la tragan, la absorben como si fueran las olas del mar.
La partitura de Max Richter, captura a la perfección esos cambios emocionales de la protagonista. Y la iluminación de Lucy Carter se convierte, junto a las proyecciones de video de Ravid Deepres, en el marco insoslayable de esta obra. De esta forma, la danza es una compleja reflexión sobre el tiempo, la memoria, la fragmentación de las emociones y la muerte que siempre están latentes en la obra de Woolf.
Los bailarines de ABT, con su destreza técnica y su capacidad, atraviesan los paisajes emocionales e intelectuales de esta pieza, y dan vida a esos experimentos literarios de la autora. La traducción de McGregor de la esencia de Woolf a un nuevo lenguaje permite transitar por una experiencia diferente. Con la impecable y cuidada dramaturgia de Uzma Hameed, el coreógrafo reafirma su enfoque minimalista, y crea un tríptico que desafía los límites del ballet y se introduce en diferentes aspectos del arte en una fusión que no requiere etiquetas establecidas.