Mujeres que tejen, quizás, las intrincadas tramas de la vida. Mujeres que observan como testigos silenciosos. Mujeres que acompañan los destinos de una casa sumergida en tristezas y resentimiento, en opresión y en deseos ahogados.
Christopher Wheeldon abre la primera escena de “Como agua para chocolate” con estas mujeres solas sometidas a una madre que oculta su furia y sus postergaciones. El coreógrafo, con una gran sensibilidad narrativa, logra captar la esencia de esas mujeres que describe la autora mexicana Laura Esquivel en su novela del mismo nombre. Una suerte de semejanza a “La casa de Bernarda Alba” pintada por Federico García Lorca en las primeras décadas del siglo XX al igual que la temporalidad en la que se sitúa esta obra fantástica, desbordante, donde explotan los sentidos hasta romper los límites imaginables.
En su temporada en el Metropolitan Opera House, el American Ballet Theatre (ABT) presentó en Nueva York esta obra que ya había tenido su estreno mundial en 2023 en Costa Mesa, California, y que debutó a nivel mundial con el Royal Ballet en 2022. Wheeldon se animó al tremendo desafío de competir con la película estrenada en 1992 que dejó una huella indeleble en la memoria. Más allá de las diferencias entre el cine y el ballet, esta propuesta encuentra momentos de gran belleza y logra distanciarse de la película con vuelo propio.
Wheeldon desgrana con solvencia una trama en la que transitan varias generaciones, e incorpora magníficos elementos sobrenaturales de manera efectiva y convincente. Va creando la narrativa con fluidez y gran capacidad de síntesis. Con un lenguaje que se funde entre la danza-teatro y el ballet, describe las complejas situaciones por los que transita el argumento de esta novela. A eso se suma el aporte adicional de la partitura de Joby Talbot, que incorpora instrumentos tradicionales del folclore mexicano y a su vez, recoge ciertos elementos y efectos sonoros utilizados con frecuencia en la música de películas, y alcanza a crear climas sugerentes. Pero quizás lo más impactante de esta puesta en escena descanse en la magnífica escenografía de Bob Crowley, quien también recreó un vestuario adecuado para describir a los personajes y sus personalidades.
Pero por sobre todo, “Como agua para chocolate” propone un elenco impecable. Skylar Brandt y Herman Cornejo, como Tita y Pedro, reviven esos personajes cuyo amor y apasionamiento trascienden los límites puramente humanos. Brandt, hizo un estupendo y delicado trabajo actoral, y su interpretación logró mostrar la maduración de Tita a través del paso de los años. Cornejo, por su parte, un bailarín con una técnica impecable, compuso un Pedro intenso y, una vez más, se mostró como un magnífico partenaire, cuidadoso y atento. Ambos construyeron una adorable pareja protagónica.
Christine Shevchenko interpretó a la autoritaria, intransigente y violenta Mamá Elena con solvencia y convicción. Excelente su caracterización y su expresividad. Catherine Hurlin (Gertrudis) también hizo un magnífico trabajo, lanzó su sensualidad y su potencia en el primer acto cuando la comida de Tita despertó sus más profundos deseos, y en el segundo acto, ya convertida en revolucionaria.
Conmovedora y refinada Luciana Paris como Nacha, una pieza clave en la vida de Tita, tuvo un solo sublime en el primer acto, el cual mostró, a flor de piel, a esta estupenda bailarina cuya técnica y delicadeza le permiten transitar por todos los géneros y personajes. La ovación del final dio muestra del impacto de su actuación.
Chloe Misseldine, como Rosaura, encontró la frialdad justa para caracterizar a esta mujer cargada de represiones, sumisa y resentida. Casi secundario, pero igualmente importante, el rol de Thomas Forster como el Dr. John Brown que, en esta trama intrincada y compleja, adquiere mayor presencia en el desenlace. Wheeldon, con intuición narrativa, logró transitar con acierto esta novela compleja donde lo sobrenatural y lo terrenal se encuentran de manera constante. Sin embargo, cuando se trató de los protagonistas, sus pas de deux no alcanzaron a transmitir la verdadera esencia de la danza, ni esa pasión contenida de los amantes secretos, y se perdieron en poses, a veces, vacías.
Mientras, el cuerpo de baile solo acompaña algunas secuencias grupales como la boda de Rosaura y Pedro, la llegada de los revolucionarios y escenas callejeras. Cada elemento incorporado en esta puesta donde se mezclan imágenes audiovisuales y efectos lumínicos, tiene un simbolismo especial. Tal como ocurre en las escenas en las que las marionetas -mujeres que tejen- adquieren diferentes alturas, se acercan y se alejan de los personajes. O quizás, cuando las mujeres de blanco con las caras pintadas como calaveras en el Día de los muertos, se dan vuelta y sus vestidos son negros.
“Como agua para chocolate” propone un expedición al mundo de las emociones y las contradicciones humanas. Su puesta en escena es impactante y contundente para narrar esta inolvidable historia de amor y sufrimiento, cuya magia reside en la verdad oculta y en esa explosión de los sentidos y el deseo.
Celebrando los 25
El 19 de julio fue el día elegido para celebrar los 25 años con el ABT de Herman Cornejo. Antes de empezar la función, un cortometraje sobre el bailarín, testimonios de sus colegas y sus propias reflexiones marcaron el comienzo de una noche memorable.
El bailarín argentino, que se incorporó al ABT en 1998, se llevó el primer premio en el Octavo Concurso Internacional de Moscú cuando tenía 16 años, y fue el ganador más joven en la historia del concurso. Un año después se incorporó al ABT Studio Company como aprendiz, y en 1999 fue elegido para el papel del Ídolo de Bronce en la producción de “La Bayadera” de Natalia Makarova en Japón. Poco después, en 2000, fue ascendido a solista y en 2003 se convirtió en primer bailarín de la compañía. Después llegaron más reconocimientos: premio Bessie en 2013 y el Prix Benois de la Danse en 2014, entre otros.
Al terminar la función, una ovación de aplausos y de estupor resonó en la sala del Met. Los espectadores de cada uno de los rincones del teatro de pie celebraron a este magnifico bailarín. Sus compañeros, cargados de emoción también ovacionaban a Cornejo. Sin embargo, el bailarín, con una generosidad conmovedora, dejó sola a Skylar Brandt para que el público reconociera su magnífico trabajo. Pero quizás lo más emocionante de esa noche fue su abrazo y su reconocimiento a Luciana Paris, su amiga, su compañera de escenarios, su compañera en el ABT. Cornejo también la dejó sola, fue hacia atrás, mientras disfrutaba esa ovación que recibía la bailarina argentina.
Lágrimas, abrazos, flores, y por sobre todo, una enorme emoción ante un público que se resistía a abandonar el teatro y sacaba fotos en un intento de plasmar un momento irrepetible.