Son dos para bailar. Son una sola respiración. Todo empezó con un encuentro. Inesperado. Con ese juego del destino que mueve los hilos a su antojo. Y pasaron 21 años, un matrimonio en el medio, un divorcio, varias mudanzas y el tango. Siempre el tango.
Martín Maldonado y Maurizio Ghella se encontraron por primera vez en una audición en el teatro Broadway de Rosario, Santa Fe. Los dos habían nacido en esa ciudad. Y allí estaban, como dos extraños, compitiendo en una convocatoria a la que se habían presentado 400 bailarines. Solo quedaron ocho hombres y ocho mujeres. Y por primera vez, bailaron juntos. Así se conocieron.
Hoy, en gira por Estados Unidos, y después de un mes dando clases y demostraciones en el área de Washington DC, se presentarán el 21 de septiembre en Princeton, Nueva Jersey, y el 23 y 24 en Filadelfia, Pensilvania.
Desde el día en que caminaron juntos la pista de baile, hubo algo que los distinguió. No eran dos bailarines haciendo la parodia de los compadritos que “sacaban viruta al piso” como solía mostrarse en escena el tango entre hombres. Los dos bailaban por el arte de bailar, por la pasión y la belleza de la danza. “Nosotros no hacíamos una coreografía prefijada -comentó Maurizio-. Y al bailar, empezamos a entender cómo se movía el cuerpo desde uno y otro rol”.
Después llegaron las giras. Las propuestas. Las oportunidades. Y un llamado desde Austria les cambió la vida. Allí fueron, se instalaron, y Viena se convirtió en su “lugar en el mundo”. Hace 10 años que se divorciaron y siguen bailando juntos como “familia”. Ghella diseña el vestuario, Maldonado lo hace, y los dos crean las coreografías y planifican sus clases con un concepto diferente del tanto y de la enseñanza.
Danzahoy: ¿Cómo fueron los primeros tiempos?
Maurzio Ghella: No teníamos dinero. Al principio, viajábamos a Buenos Aires a la noche para bailar en la milonga y volver a la madrugada para trabajar a la mañana en Rosario. Al pobre auto de Martín lo volvimos loco.
Martín Maldonado: Fue una época económica terrible, hasta que comenzamos a hacer algunas giras por Europa. Aunque en esa época, comprar un pasaje no era fácil. Fuimos a dar un workshop a Viena y empezamos a quedarnos más tiempo allí. Lo usamos de base para salir de gira por Europa, si bien nos costó mucho encontrarle la vuelta como país. La gente es muy distinta y la adaptación fue muy difícil.
D: ¿Cuáles son los preconceptos con los que se fueron encontrando?
MG: Creo que lo primero fue transitar sobre esta idea, que no es errónea, pero es, en cierta forma, minúscula, de que el tango es la pasión “sen y sexual” de un hombre y una mujer. Por ejemplo, en mi caso -que soy gay-, al bailar con una mujer se siente un volumen de toque que va, como dice Martín, desde lo sensual a la percepción de padre, madre, hermano. Entonces empezamos a descubrir que el tango te genera una vulnerabilidad controlada. Empezamos a permitirnos cosas que en la oficina no podemos hacer, que en el bar necesitamos de una copa, quizás.
MM: Y algo que está funcionando en diferentes niveles, no solo en lo físico sino en lo psicológico. Y con el tango se genera una contención que posiblemente el 90 por ciento de la gente no tiene en sus hogares. Hay una trama de amistad que se genera cuando se empiezan a encontrar. Creo que, nosotros, los argentinos y los latinos, somos culturalmente bendecidos por esa forma de acercamiento que tenemos con la danza y con el cuerpo.
D: Generalmente el tango parece ser un baile inalcanzable. Que nunca se puede aprender. Desde el rol de maestros, ¿cómo rompen con esas barreras y esos miedos?
MG: El tango no está “regulado” como el ballet, por ejemplo. Nosotros enseñamos a manejar la energía para que tu cuerpo tenga libertad, después lo vamos a aplicar a un ocho, a un paso lateral, a un pívot o lo que sea. Me da mucha pena cuando, en lugar de usar estas herramientas para generar libertad se usan para generar estructuras que nos retroceden y establecen diferencias que no existen.
D: ¿cómo influye la imagen del tango escenario en el bailarín social?
MG: Esto de moverse del género permite acercarse más al concepto de la contención del abrazo. Además, se le pone una enorme presión al bailarín social. Estamos hablando de la diferencia cultural donde hay gente que no se anima a tocar al otro y entra a tomar su primera clase con el preconcepto del tango que vio en el escenario. Creo que hay un malentendido y, muchas veces no pensamos a quién le estamos ofreciendo esto.
MM: Creo que es algo más que un fenómeno cultural. Está muy bien para venderlo como un producto y como negocio. En términos de negocios el tango se vendió como algo más vinculado al sexo que a la sensualidad.
D: ¿Cómo logran que sus alumnos se liberen de la estructura de los pasos y trabajen su cuerpo desde la libertad del movimiento?
MM: Puedo hablar desde mi observación como alumno de Maurizio. Lo que él me enseña es su experiencia como persona que está permitiéndose pasar tango por su cuerpo. Lo que hacemos es tener una relación personal con nosotros mismos, entendiendo esa relación anatómica, biomecánica y energéticamente. Toda esa constelación es lo que está pasando por nosotros para poder después relacionarnos con el otro en el abrazo. Y esa experiencia te cambia radicalmente porque estamos bailando lo que sentimos, lo que comprendemos, la percepción de uno en relación con el piso y con el cuerpo, para después entrenar con el otro en una relación cuerpo a cuerpo que va más allá de lo corporal.
MG: Tenemos la base. Vamos a un lugar y nos encontramos con un grupo de gente que viene a buscar algo que no tiene. Y lo primero que hacemos es ver si tenemos herramientas para darles. No damos pasos, pero damos herramientas aplicadas al movimiento. Trabajamos individualmente. Queremos que los alumnos comprendan que el cuerpo de cada uno es un capullito de comodidad. El tango no es un deporte. No es un juego del equipo A contra el equipo B. Todo lo contrario. Al encontrar el otro capullito empezamos a tener una conversación. Nuestras clases son muy difíciles. Quizás es más fácil aprender pasos. A la mayor parte de la gente le cuesta entender que la estructura física no sea lo principal en este aprendizaje de la libertad de la movilidad del cuerpo.
MM: Y es ahí donde el paso se hace algo secundario. Viene solo, porque ya está aprendido ese mecanismo relacionado con la conexión con uno mismo. Inexorablemente el paso va a estar ahí porque sin pensarlo lo haces.
D: Ustedes en las clases usan el concepto de quien propone y quien interpreta, no del líder y el que lo sigue. ¿Cuál es la diferencia?
MG: El tango es increíblemente analítico y perceptivo. Es tan único porque requiere de todo, de tu cabeza, de tu percepción, de tu emoción, de tu análisis, y está sujeto a la cultura donde se aplica y también, al desarrollo de la sociedad. Siempre hago el chiste de que la mujer no es la figura que se la lleva como un perro y el hombre, el guapo que la arrastra. A partir del nuevo posicionamiento de la mujer en la sociedad surgió este concepto del “leader” y el “follower” (el que sigue). Pero estamos hablando de culturas y géneros diferentes. Por eso con Martín empezamos a hablar del que propone y el que interpreta.
MM: Eso genera un mundo de comprensión más amplio que nos da más fluidez y, por el hecho de estar en culturas diferentes, nos genera una mayor apertura. Nuestra idea fue reconceptualizar también esta cuestión de género y poner el acento en esta universalidad de la persona. Es decir, un diálogo entre dos. Uno cuenta y el otro responde al estímulo que recibió. Y al mismo tiempo, esa persona que hizo la pregunta también tiene que saber recibir esa respuesta del otro. Entonces teníamos que buscar ese lugar en donde el género y el poder quedan en segundo plano y se abre un espacio de diálogo y de igualdad.
Lejos de los estereotipos, de las convenciones, de los prejuicios, Maldonado y Ghella en cierta forma, se alejan de las pautas prefijadas y convierten a la danza en protagonista con un toque radicalmente personal. Ambos se complementan, se entienden, se potencian y recrean un tango que no se aleja del tango.
En Princeton y Filadelfia
Viva Tango Princeton Milonga
45 Stockton St. Princeton NJ
Jueves, 21 de septiembre, 7:00 pm
Martin Maldonado & Maurizio Ghella
Lección y actuación
Philadelphia Argentine Tango School
2030 Frankford Ave, Philadelphia, PA, United States, Pennsylvania
Sabado 23 de septiembre: Talleres y Milonga Qilombo
Workshops son de nivel Intermedio / Avanzado. Se recomienda cambio de pareja. Todos practican ambos roles.
2-3:30 pm: Conexión vertical para mejores pivotes y giros. Esta clase explora cómo el “impulso” vertical enviado a nuestros pies mejorará nuestros pivotes y hará más fáciles los movimientos de tango que dependen de los pivotes.
4-5:30 pm: “Flotando con Fluidez” Cómo deslizar un vals argentino
Domingo 24 de septiembre: Talleres
Nivel intermedio/avanzado. Aquellos que quieran trabajar con una sola pareja pueden hacerlo.
3-4:30 pm: abrazo elástico y pivotes sobre girados – La transición suave entre el abrazo abierto y cerrado para generar diferentes movimientos en la pista de baile.
5-6:30 pm: Uso del “espacio negativo” del intérprete y proponente para sacadas entendiendo donde pisar cuando se intenta lograr una sacada y cómo evitar “accidentes” al hacerlas.