“No es un personaje de cuento, no es un personaje literario. Es una mujer real”, dijo Annabelle López Ochoa sobre su nueva heroína, Eva Perón. Sin embargo, esta afirmación podría aplicarse también para ella misma. Una mujer nacida en Colombia, hija de padre colombiano y madre belga, que creció en Bruselas y que a los 11 años hizo su primera coreografía. Desde ese entonces supo cuál era su objetivo. Su historia podría convertirse en la de un personaje literario, con sus contradicciones, sus ideales y esa la fortaleza que le permitió ser en una de las coreógrafas más reconocidas en el mundo de la danza actual.
Esta vez, Annabelle López Ochoa llega al Kennedy Center de Washington DC con “Doña Perón”. La obra, que se presenta del 30 de noviembre al 3 de diciembre, forma parte de las celebraciones de los 50 años del Ballet Hispánico, dirigido desde 2009 por el cubano Eduardo Vilaro. Producto de una larga investigación, “Doña Perón”, es una suerte de retrato biográfico de la vida de Eva Perón: su labor como activista y como defensora de las mujeres y de la clase trabajadora de la Argentina.
López Ochoa creó obras para más de 72 compañías de danza del mundo, en incursionó en el teatro, la ópera y el teatro musical, así como en piezas conceptuales cortas, largometrajes narrativos y películas de danza. Formada en la Royal Ballet School de Amberes, en 2003 fue aclamada como la “estrella emergente de la escena de la danza holandesa”. Durante la pandemia de 2020, López Ochoa fue pionera en la coreografía a distancia y en las creaciones de películas de danza estrenadas en línea.
Hasta hoy, es una de las pocas coreógrafas que se ha destacado en el ballet narrativo con obras como “Botero” (2021- Ballet Metropolitano de Medellín, Colombia), “Frida” (2020 – Ballet Nacional de Holanda), “El Principito” (2019 – BalletX), “Caperucita Roja” (2017- Ballet Black) y “Un tranvía llamado deseo” (2012 – Scottish Ballet), entre otras. Esta vez, López Ochoa, hace su primera presentación con el Ballet Hispánico con esta obra que cuenta con música en vivo de Peter Salem.
Danzahoy: ¿Qué aspectos de Eva Perón fueron los que llamaron más su atención?
Annabelle López Ochoa: Me atraen los personajes complejos. Acababa de hacer “Frida” y me interesaba hablar de una mujer real, de sus luchas y de aquello que no entendemos en relación con sus elecciones. Indagué en su vida como una investigadora en busca de las fuentes. Y encontré que hay muy poco sobre su pasado porque ella nunca estuvo orgullosa de él. Por el contrario, estaba avergonzada porque la gente en la Argentina la juzgaba por venir de clase baja. Por eso pensé que era un tema interesante. Por otra parte, “Evita” fue el primer musical que vi cuando tenía 20 años.
D: ¿Y después de esa investigación, desde qué perspectiva puede observar el musical?
ALO: Volví a ver el musical y, por supuesto, está lleno de inexactitudes, porque ella nunca se reunió con el Che Guevara, por ejemplo. Fue solo un recurso teatral. Pero lo que me interesó es que es una mujer, una latina en el mundo de las latinas, y quiero retratar y arrojar luz sobre estas personas. Ella fue la primera mujer que le dio voz a la gente que nunca tuvo voz en la política y por eso se hizo realmente famosa. Por otra parte, un sector de la población la rechazaba, aun siendo la primera dama, debido a su pasado oscuro. Y luego, la historia de amor: conoció al hombre de su vida y lo disfrutó durante siete años.
D: La historia de Eva Perón es apasionante y propone varias ópticas desde donde abordarla. ¿Cuál es la suya?
ALO: Tenemos tres o cuatro hilos en los que tratamos de construir un retrato de esta mujer para tratar de entender cómo su vida cambió desde el momento en que llegó al poder. Ella quería romper con esta brecha entre ricos y pobres que genera la política. Por eso intentamos buscar la poesía desde lo visual y el movimiento y utilizamos imágenes para simbolizar diferentes aspectos de su vida. Pero lo que no quisimos es hacer un documental.
D: ¿Cómo es el proceso de contar a través de la danza la vida real de estos personajes con los que ha estado trabajando a lo largo de estos años?
ALO: Siempre trato de encontrar la poesía para contar una historia o una situación sin que sea demasiado anecdótico. Busco descubrir la energía de esa sección de vida que vamos a contar. Y creo que el poder de las artes visuales es que no necesitas palabras. Es encontrar imágenes, situaciones y contarlas coreográficamente. Para mí, tomar estas mujeres es también saber que he crecido, porque para todos nosotros el mundo de la danza ha estado signado por las heroínas del “Lago de los cisnes” donde por excelencia muestran mujeres frágiles. Yo quería mostrar a las mujeres fuertes que lucharon y ganaron una posición en el mundo, por lo que creían y por cómo eran. La próxima obra que estoy trabajando es la vida de Coco Chanel que, si bien no es trágica, es una mujer muy fuerte que también tuvo que luchar para llegar. Y la próxima, que se estrenará en Chile es María Callas. Y me gustaría poder darles la perspectiva de una mujer sobre otra mujer. Porque no hay muchas coreógrafas que hagan ballets completos.
D: Siendo mitad colombiana y mitad belga, ¿cómo pesan en usted ambas culturas cuando tiene que crear estos personajes?
ALO: Lo interesante de esta fusión de dos culturas es que vi a mis padres chocar y discutir por esa diferencia cultural. Y cuando voy a otros países puedo reconocer y comprender las diferencias. Cuando era niña mis padres vivían en Colombia y luego, por trabajo, mi padre volvió a Bélgica. Mi hermano nació en Bogotá, y cuando mi madre estaba embarazada -que en esa época no se podía saber el sexo hasta que el bebé nacía-, y ella le dijo a mi padre que si era una niña nos quedábamos en Bélgica y si era un niño volvíamos a Colombia. Eso realmente definió lo que mi madre sentía sobre América Latina. Conocía exactamente la posición de las mujeres allí y lo que quería para su hija. Yo crecí sabiendo que ser una mujer en esos países significa que tienes que luchar contra un cierto machismo y eso hace que las mujeres sean muy fuertes. En mi caso, como crecí en Bélgica, no tuve que luchar así porque se me dieron oportunidades y no he tenido que estar peleando permanentemente para demostrar que lo que valgo y lo que me merezco.
D: ¿Y en el mundo de la danza se evidencian también esos prejuicios?
ALO: Si bien ahora las cosas están cambiando, también existen. Cuando en el mundo de la danza aparece un joven coreógrafo, ven el potencial y le dan la oportunidad de crecimiento. En cambio, para las coreógrafas, cuando empecé, la opción era: o fallabas o eras buena. Y las críticas, cuando eran negativas, eran siempre muy negativas. De alguna manera es eso lo que me hace experimentar lo que era para las mujeres en América Latina luchar por sus creencias y por lo que quieren dar al mundo.
D: ¿Por qué el encuentro con Eduardo Vilaro en 2009 marcó un antes y un después en su identidad como coreógrafa?
ALO: Estoy muy agradecida a Eduardo porque no solo me ayudó como coreógrafa sino también como ser humano. Me ayudó a aceptar quien soy. Es un punto de vista muy interesante. Creo que pasa con mucha gente que, después de un tiempo, cuando pueden reconocer alguna parte “negada” de su familia, como fue mi caso con mis raíces latinas, después se convierte en una especie de herramienta para ser más fuerte. Y siento que con esa aceptación he ganado. Y estoy muy orgullosa de mi lado latino. En los años ’70, en Bruselas, donde crecí, no había muchos niños mestizos, y cuando caminaba por la calle con mi madre, pensaban que era adoptada. En cambio, ahora, todos estamos mezclados, y esa es la belleza. Así es como la humanidad avanza y nos hacemos más fuertes. La naturaleza es muy inteligente.
Para el Ballet Hispánico, la incorporación de “Doña Perón” de Annabelle López Ochoa en su repertorio marca un nuevo desafío: se atreve a retratar a una de las mujeres más reconocidas y controvertidas de la historia argentina en un ballet de larga duración que a su vez marca el debut de la coreógrafa con esta compañía.