“Campo cerrado” es el primer título de “Laberinto mágico”, el ciclo de novelas que Max Aub concibió para dar cuenta de la Guerra Civil y de sus trágicas y traumáticas consecuencias para miles de españoles. Y es también el nombre que ha elegido el bailarín y coreógrafo Daniel Doña para su nuevo espectáculo coreográfico, con el que regresa al Festival Internacional de Música y Danza de Granada, que cumple su 69 edición. Tras el obligado paréntesis provocado por la pandemia de coronavirus, esta vuelta a los escenarios de Daniel Doña Compañía de Danza se producirá en el marco del 17 Festival Extensión (FEX). La cita será el martes 14 de julio, en dos sesiones, a las 21 y a las 22 horas, en el Palacio de los Córdova. Sobre las tablas estará Doña acompañado por los bailarines Cristian Martín y Miranda Alfonso, bajo la dirección escénica de Jordi Vilaseca.
La obra es una reflexión coreográfica sobre dos conceptos sobre los que ha venido girando la creación artística de Daniel Doña: identidad y diversidad. En esta ocasión, además, se trenzan con ideas como resistencia, represión, exilio, que marcan un tiempo de la historia de España entre los años 40 y 50, en los que ha ahondado en busca de huellas culturales y artísticas.
“Campo cerrado” quiere ser, pues, una manera alternativa de leer la historia, de reivindicar a una generación de creadoras y creadores que, a golpe de genialidad y talento, superando el miedo y la censura, fueron capaces de desarrollar diversos y enriquecedores discursos artísticos con los que trascendieron una época que muchos consideran yerma, poco fértil en las artes. Pero en ese tiempo oscuro y sórdido del Franquismo, se produjo una recuperación y una dignificación de lo popular, de las estructuras tradicionales, que actuaron como señas de identidad y que contribuyeron a la construcción de la modernidad y la vanguardia.
“En ‘Campo cerrado’ hemos querido aprovechar todas las connotaciones que trae consigo el título —dijo Doña—. Campo habla de la reinvención de lo rural y lo popular, con sus tradiciones musicales, estilísticas y dancísticas. Cerrado nos retrotrae a un país que pretende abastecerse exclusivamente de sus propios recursos artísticos, viviendo a espaldas de las vanguardias internacionales. Pero también descubrimos que hay muchas grietas dentro de esa cerrazón. Y de ahí que exploremos hacia el pasado, hacia el futuro y hacia el exterior, en los que encontramos más conexiones con la vanguardia artística de las que sospechábamos”.
Doña no ha perdido de vista tampoco a los exiliados, artífices también de este impulso cultural. “A pesar de la derrota, de la represión, ellos nos dibujan una suerte de paisajes, de laberinto, en el que se entremezclan realidades y ficciones, historias vividas, oídas o imaginadas, a las que hemos dado forma a través del movimiento y la intuición de nuestros cuerpos”, agregó.
Con el paso de los años, Doña se ha consolidado como uno de los más brillantes exponentes de la danza española actual, capaz de aunar en sus trabajos la esencia artística de diversos lenguajes y de moverse con absoluta naturalidad entre una danza española renovadora, el flamenco y la expresión más contemporánea, esquivando cualquier límite disciplinario, cualquier corsé estilístico.
Premio El Ojo Crítico de Danza 2016, Premio HEBE de Honor 2016 y Premio MAX de las Artes Escénicas en 2009 por “De Cabeza” y en 2019 por “Psique”, entre otros.
Nacido en Granada en 1977, Daniel Doña es punta de lanza de una generación de bailarines y bailaores que trata de encontrar su propia voz coreográfica e interpretativa a partir del flamenco, la danza española y el aprendizaje de otras disciplinas artísticas.