Su pasión por el arte, su pasión por la danza, su pasión por la vida misma ha hecho única a Sara Baras (España, 1971). Su intensidad es tal, que está convencida de que, cuando alguien ha sufrido la vida es cuando puede interpretar mejor. Esta entrega y su alto nivel técnico le han permitido posicionarse como una de las máximas exponentes del flamenco no sólo en su tierra natal sino en el mundo entero porque ha logrado, como pocos, hacer vibrar a millones de espectadores que se han dejado atrapar por su “duende”.
México nuevamente recibe a tan prestigiada bailarina y coreógrafa. Y lo hará en dos escenarios importantes: el Palacio de Bellas Artes el lunes 21 de octubre, a las 20:00 horas; y el jueves 24 en el Alhóndiga de Granaditas en el marco de la edición 47 del Festival Internacional Cervantino. También se presentará en Tlaxcala y en Aguascalientes el 19 y 26 de octubre, respectivamente.
Hablar de Sara Baras es referirse a una figura crucial en la danza mundial que ha dejado y sigue dejando un legado invaluable dentro del género del flamenco. Imposible no serlo teniendo a grandes maestros como Ciro, Manolete, El Güito y Dania González quienes le dieron las herramientas necesarias para que ella volara y llegara a la cima con su Ballet Flamenco Sara Baras que fundó en 1998 y con el cual se ha presentado en los mejores escenarios del mundo como el Théâtre des Champs-Elysées de París; el Teatro Sadler ́s Wells de Londres y el Gran Teatre del Liceu de Barcelona, entre otros; ofreciendo más de cuatromil presentaciones.
Su amor a México
Con una profunda sonrisa la española aseguró: “Me siento muy feliz de estar en México y dejar mi alma en esta tierra bendita que queremos tanto. Serán funciones mágicas porque venimos con todo el ímpetu. Todavía tenemos clavado en el corazón el sentimiento de los mexicanos desde la última vez que estuvimos aquí. Volver al Palacio de Bellas Artes y al Festival Internacional Cervantino es un gran regalo para mí”.
Baras no oculta su entusiasmo porque, asegura, este país la vio crecer como bailarina y siempre le ha abierto las puertas a su arte.
Artista en evolución y con compromiso social
Baras, quien ha compartido el escenario con artistas de la talla de Paco de Lucía y Chavela Vargas, comentó que se siente un gran momento profesional. Esto, porque la danza le ha permitido mantenerse en constante evolución:
“Siempre he visto al flamenco no sólo como arte o como un trabajo de horario establecido. El flamenco se ha convertido en una forma de vida que me mantiene en constante crecimiento. Durante todos mis 24 años de trayectoria jamás he bajado la guardia; son años de experiencia que me han ayudado como artista y como persona. Son años que guardan una gran cantidad de emociones”.
Se define más que plena como intérprete porque si bien durante sus inicios su ímpetu juvenil la hacía enfocarse en la técnica y en la velocidad, poco a poco fue construyendo su propio estilo para hacer una danza con mayor profundidad: “Creo que lo importante en el arte no es tanto pensar en innovar, sino pensar más en la belleza, en algo más verdadero. Creo que cuando alguien ha sufrido la vida es cuando puede interpretar mejor. Tener ilusiones y una entrega verdadera es la única manera de poder crecer como artista”.
Ante la pregunta sobre qué cosas la inspiran o alimentan su creatividad, la coreógrafa expone: “Soy una persona que se deja inspirar por todo. Sin embargo, estoy convencida de que si te rodeas de personas y lugares especiales será más fácil inspirarte. Agradezco a todos esos maestros que me enseñaron tantas cosas. Todo lo que he vivido en mi vida me ha llenado y eso por consecuencia sale a través de mi baile.”.
Pero Baras también tiene un rol social muy fuerte. Al respecto, la española se muestra satisfecha por la oportunidad que la danza le ha brindado para asumir un compromiso social desde su trinchera como artista: “Compartir con el público mi arte me hace sentir privilegiada. Estoy convencida que el baile se convierte en una voz para ayudar a las personas que lo necesitan”.
Y es que la española forma parte de un intenso trabajo de servicio social. Basta mencionar las numerosas ocasiones en que ha prestado su imagen para campañas de lucha contra el cáncer y derechos humanos. También es madrina de honor de la Fundación Síndrome de Down Madrid y de la Fundación “Mi princesa Rett”, donde se realizan investigaciones y se atienden casos relacionados con una extraña enfermedad llamada Síndrome de Rett y que afecta particularmente a las niñas.
“Sombras” para celebrar
Baras y su compañía están de manteles largos. Celebran 20 años de compartir el mismo viaje, guiados por una sola pasión: la danza. Por ello, pensaron en un programa que fuera especial y ese es “Sombras”.
“Es un montaje simbólico porque celebramos dos décadas de existencia. En vez de repetir coreografías quisimos hacer una nueva lectura de lo que hemos aprendido a lo largo de todos estos años. En casi dos horas tratamos de resumir las hermosas experiencias y sensaciones que hemos tenido durante este tiempo”.
La bailaora explicó que un aspecto interesante de este montaje es que se utiliza la farruca, un género de flamenco que sólo lo interpretaban los hombres: “Hace muchos años yo interpreté una farruca y me marcó muchísimo, así que pensé en crear este espectáculo a partir de este estilo. El público será parte de una celebración muy rica, llena de detalles profundos donde verán a grandes músicos y por primera vez la inclusión de un artista plástico que hará trazos relacionados con la coreografía. Un especialista de flamenco disfrutará todo lo que encierra la danza, pero también un espectador común porque se dejará llevar por la propuesta”.
Una última pregunta para la bailarina fue: ¿Cuáles serán las propias sombras de Sara Baras?, a lo que respondió: “Yo le doy una connotación positiva a la palabra sombra. Todos tenemos sombras, es decir, momentos que no debemos olvidar porque nos han servido para crecer. La misma sombra de un bailarín guarda una magia, lo mismo que la sombra de un árbol. Yo tengo la experiencia de ser madrina de una fundación que atienden el terrible y extraño síndrome de Rett que daña especialmente a las niñas; cuando éstas presentan una crisis emocional paradójicamente sus papás llaman a estos episodios como ‘sombras’, así que yo quiero contribuir con un granito de arena diciéndole al espectador que mientras hay quienes experimentan momentos amargos con esta palabra, hay sombras que están llenas de experiencias maravillosas que son parte de la vida”.