Con un novedoso programa de estrenos y reposiciones, la joven compañía de danza Malpaso –asociada siempre a Joyce Theater Productions de la ciudad de Nueva York-, se suma a las celebraciones por el centenario del nacimiento de Merce Cunningham, con el estreno de una de sus primeras y sólidas coreografías, “Fielding Sixies”, durante tres jornadas en el habanero Teatro Martí.
Esa temporada primaveral, como lo destaca el programa de mano, es un merecido tributo a la memoria del icónico bailarín (discípulo de Martha Graham) y maestro cubano de danza moderna Ramiro Guerra, que falleció a los 97 años en abril de este año.
La comunidad cubana de danza nunca fue ajena al discurso ideoestético del estadounidense Cunningham en los finales de la década del 50 de la pasada centuria, y fue Ramiro Guerra -autor de más de una docena de libros- el pionero en la asimilación “por la naciente danza moderna” en la isla de la “onda expansiva” de sus búsquedas. Luego, vinieron otras personalidades foráneas con nutrientes que abonaron el terreno en este archipiélago, tales como las norteñas bailarinas Lorna Burdsall y Elfrida Mahler. Ambas fueron maestras de varias generaciones de bailarines cubanos y fundadoras de compañías, las cuales contribuyeron con un valioso legado a las artes escénicas de la Mayor de las Antillas.
Merced a la contribución de la Fundación Merce Cunningham Trust, se hizo realidad para Malpaso el estreno de esta breve pieza de solo 12 intensos minutos, creada para ocho bailarines de ambos sexos, sobre “improvisaciones” de John Cage, su fiel compositor y partenaire de toda una vida. Y gracias al esforzado trabajo de traslación y reposición realizado por Jamie Scott, los danzantes cubanos pudieron vencer en breve tiempo –un 90%- las dificultades para asimilar las particularidades estilísticas de la escritura poética del gran coreógrafo, tales como los cambios de dirección, las rupturas en la gestualidad, la independencia entre música y movimientos, la abstracción emocional…Todo ello apoyado por las eficaces participaciones de Manuel Da Silva con su diseño de luces y el austero minimalismo de David Quinn en sus diseños de vestuario.
Mediante la observación de esta breve pieza, se pudo comprobar la justeza de la valoración expresada por su eminente compatriota, la coreógrafa Lucinda Childs: “La enseñanza de Merce (Cunningham) y su obra estaba en consonancia con el arte abstracto de esa época. Tal legado cambió completamente las estéticas y el gusto de la danza”.
En la danza moderna –y hasta en la mayoría de los géneros artísticos-, cada generación se ha rebelado contra la precedente. En los primeros años de la década del 60 del pasado siglo, una generación emergente encontró “una nueva y alternativa tradición”, y comenzó a crear lo que luego sería denominado el “postmodern”.
Tras una breve pausa, le sucedió otro estreno en Cuba, “Elemental”, pieza en memoria de Bob Williams, con coreografía de su joven y talentosa nieta Robyn Mineko Williams, para un conjunto mixto de nueve bailarines, quienes entregan un conmovedor discurso dramático coral, no lineal, donde se destacan las interpretaciones rotundas de Daile Carrazana, Fernando Benet y el carismático Abel Rojo (primer bailarín cubano nominado para los premios Benois 2019 en el Bolshoi). Williams contó con una soberbia producción concebida por Burke Brown y Branimira Ivanova (luces y vestuario, respectivamente), y un soporte musical diseñado por Robby Haynes, que incluyó en su “tape” un collage de piezas populares con dos relevantes números del cubano Ernesto Lecuona; de Tim Rutili (su “Zabriskie after Midnight”); de Arvo Part su “Hymn to a Great City” del álbum “Minimalist Dream House”; o el “Tropic of Cancer” por la banda Panda Bear, entre otros.
La presentación de Malpaso y el estreno absoluto de “Elemental” en el Chicago Auditorium se debió, en parte, por el apoyo del Joyce Theater, debido a una iniciativa de The Joyce Foundation y la Sunny Artist Management, que promueve proyectos específicos para su desarrollo, estreno y giras. Esta obra fue posible gracias a la generosidad de Pamela Cruchfield (con el apoyo adicional de otros donantes privados en los Estados Unidos).
Después de un largo intermedio llegó la segunda parte del programa, que comenzó con el estreno absoluto de “El otro”. Se trata de un trío concebido para dos bailarinas (María Karla Araújo y Dunia Acosta) y un solista masculino, interpretado por el multifacético Osnel Delgado, a la vez su coreógrafo, diseñador de vestuario y director artístico de la compañía de danza. Ha creado una pieza de 16 minutos estructurada en dos partes: una sonora y la otra muda; con soportes musicales variados, que incluyó grabaciones del “Claro de luna” para piano de Mozart; “El triángulo” de Ile y “Silence”, para piano y cuerdas de Beethoven.
Su escritura coreográfica es intrincada, aunque sin definiciones precisas, con empleo acertado de la técnica del contact, en la explícita lucha de dos mujeres por ganar los favores de su héroe, que cae en un sendero trillado de tópicos. Delgado, esta vez, no mostró la misma creatividad de obras precedentes, en cambio no defraudó en tanto que bailarín de fuste, con su habitual demonstración de virtuosismo y calidad de movimientos, sin abandonar la expresividad de sus dinámicas.
El programa concluyó con “Face the Torrent”, otro estreno en Cuba (con título en inglés), coreografía coral para cuatro parejas concebida para esta compañía por la californiana Sonya Tayeh, que contó con una producción foránea: la música grabada fue interpretada por Collete Alexander y The Bengsons; las luces y el vestuario fueron diseñados por Nicole Pearce y Karen Young, respectivamente.
La entrega de los intérpretes, como siempre, fue inclusiva y espléndida, en consecuencia, resultó difícil destacar alguna labor en particular. Lo cual quedó validado con la ovación final del nutrido auditorio.