Excelente obra, sobre la temática de transgénero A sala llena, se presentó la pieza de danza teatro, “Soy Nena”, de Lucila Sanles en el teatro Método Kairos de Buenos Aires. La obra trata de manera sensible y sumamente clara la diversidad de géneros. A lo largo de 45 minutos el públicose sentirá interpelado y podrá ver los sentimientos y sensaciones de este nene de nacimiento pero que en realidad todo su ser le descubre que en realidad tiene otra identidad. La última función es el próximo domingo 29 de octubre.
La pieza de danza contemporánea se propone dar visibilidad a la temática trans y tomar de la mano al espectador a lo largo del proceso del reconocimiento y aceptación de una identidad. Con esta obra, niños/as trans pudieron encontrar una pieza teatral que los represente de manera seria y con sensibilidad, y así dar a conocer a otras personas las realidades de miles de individuos y que muchas veces se desconoce.
La idea nació cuando Sanles (Entrevista con Lucila Sanles) vio por televisión una entrevista a la mamá de la primera nena trans que obtuvo su Documento Nacional de Identidad (DNI) luego de sancionarse en 2012, la ley de identidad de género en Argentina, que ampara y reconoce las diversas identidades existentes en la sociedad. La obra cuenta con escenografía de Macarena Milmar y Sonia Schwarcz, vestuario de Ailen Cury, y asesoramiento creativo de Jorge Maestro.
La función comienza, totalmente a oscuras, el escenario se ilumina y en seguida se visualizan seis bailarines y actores (Guillermina Martínez Vega, Rocío Alamos, Fabián Roetto, Cecilia Cavallero, Macarena Milmar y María Sol Frisardi) en escena: una pareja, tres mujeres y una persona en el piso en posición fetal cubierta de una muselina color piel. Uno de los personajes femeninos saca una pollera rosa que se prueba, se arregla el pelo y danza encontrándose consigo misma; y del baúl, saca una muñeca y un vestido de cuando era pequeña y lo vuelve a dejar en ese mismo sitio. Entra otra pareja mientras suena un tema de Luis Alberto Spinetta (“Todas las hojas son del viento”). La pareja baila un vals, está feliz. ¡Van a tener un bebé!
El niño, aparentemente es varón, pero solo en apariencia, porque a lo largo de la obra el espectador podrá descubrir junto al manifestarse de esa persona: sus gustos, emociones y personalidad. En principio, la familia baila cariñosa arropándolo, todo marcha según lo planeado. Entonces comienzan a formatearlo, “con ropa y juguetes acordes a su sexo”; y a marcarle el camino. Le indican cómo debe moverse, lo que debe gustarle y seguir. El padre mediante palmaditas le da aliento, ¡va bien!
El niño entonces ya puede caminar y ve su reflejo en el espejo. Allí se ve a sí mismo, una chica. En su baúl de juguetes encuentra autitos y una pelota, no le gusta eso, siente la imposición y su ser hace fuerza por reconocerse. ¡Por ser! Mientras tanto sus padres reafirman sus géneros en imaginarios colectivos y basan su orgullo en ello. Para ella, un collar de perlas y guantes largos blancos, para él un saco sastre de vestir bien gentleman. Se impostan y adoran de esta forma con rituales y disfraces sus roles masculinos y femeninos y bailan un vals.
En ese momento irrumpe el nene en medio de ese danzar armonioso y en paz de los padres y hace su revelación: ¡Soy Nena! Y se muestra tal cual es ante ellos con un vestido floreado. Ese vals armonioso se desvanece. Los padres lo miran horrorizados y lo reprenden, la nena se impone e indica que no quiere ni autos, ni pelotas, ¡quiere una muñeca! Y acaricia a la madre, que se encuentra en el piso desesperada.
Rápidamente, sus padres se deshacen de sus joyas y ropajes. Al son de “Corazón delator” de Gustavo Cerati. Los padres se pelean, se separan, reflexionan, se preocupan, niegan. A medida que la ahora sí, pequeña, se va haciendo grande, es cada vez más ella. Se va encontrando con lo que quiere ser, con lo que es, entre sueños con una mujer más grande y segura de sí misma que representa lo que ansía devenir. ¿Cómo enfrentar a la sociedad y sus cánones?, ¿sus padres la aceptarán?