Esta última superproducción de la coreógrafa y Premio Nacional de Danza Rosario Cárdenas, estrenada el 29 de septiembre, fue concebida para toda una noche -en apenas 70 minutos sin interrupción-, e interpretada por trece jóvenes bailarines. Una puesta “en danza” del imaginario diálogo especular entre dioses de mitologías distantes en tiempo y geografías (Chipre y África), bautizado inteligentemente “Afrodita, ¡Oh Espejo!”.
Cárdenas podría considerarse como una de las más intelectuales de las creadoras cubanas actuales. Ella es una ávida lectora de lo mejor de la literatura de su país y allende los mares, de su afinidad personal con un número de ilustres personalidades del mundo artístico local, de todos los géneros y manifestaciones. (Muchas de ellas ostentan importantes reconocimientos por sus obras).
En este caso, aparte de sus propias investigaciones y de los competentes asesores habituales de su agrupación, consiguió una valiosa participación del Charge d’ Affairs de la Embajada de la República de Chipre en Cuba, Stelios Georgiades, quien es un culto conocedor del tema de esta pieza.
Para Georgiades, esta es una oportunidad feliz para que dos islas (una en el Caribe y otra en el Mediterráneo) refuercen, mediante una coproducción, sus relaciones “también a través de las bendiciones de sus mitos”.
Con un considerable despliegue de recursos escénicos, en particular los eficaces y deslumbrantes diseños de luces (a pesar de limitados equipamientos de la Sala García Lorca del Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso) concebidos por Carlos Repilado, también Premio Nacional de Danza. Igualmente, como único elemento escenográfico, nos permite apreciar como la diosa Afrodita de Chipre y las divinidades cubanas del panteón yoruba (religiosidad de origen africano popularmente conocida como santería) “dialogan” en la escena “para revelarnos sus mágicos poderes, capaces de provocar en nosotros (espectadores) pasiones y amores de encantamientos”.
En cierto momento de las diez escenas o cuadros que componen la estructura de este estreno absoluto, al decir del estudioso chipriota, Georgiades, las diosas (Afrodita, Yemayá y Ochún) “se congregan para contarnos los cuentos que han marcado la historia de estas dos islas (…) que quedan interconectadas con el amor, la amistad y el exotismo”.
El impacto poético-visual es evidente cuando, en varias escenas, el público irrumpe extemporáneamente con cerrados aplausos (la noche del debut), tal es el caso en la tercera donde Afrodita y Yemayá “dialogan”, luego, Elegguá, Eros y Hermes producen en su encuentro el nacimiento del Hermafrodita. Más adelante, en la quinta, con el efectista nacimiento y muerte de Adonis (a manos de Apolo).
Y en las finales novena y décima, donde la danza adquiere dimensiones de mayor creatividad en el discurso coreográfico, en especial en el pugilato dancístico entre Changó y Oggún por celo pasional con Ochún, donde los diseños en círculos acentuarán el erotismo que exuda por toda la obra. Por ejemplo, cuando los bailarines evolucionan sosteniendo sobre sus cabezas enormes calabazas-fálicas.
Observaciones necesarias
La primera va enfocada hacia el reparto: la mayoría de los bailarines se nos antojan aún bisoños ante el reto –apenas tiene 18 años- que presenta la muy demandante técnica y disciplina combinatoria de Cárdenas, así como el desempeño dramático de este exigente tema. En particular, el sector masculino todavía no ha definido su contextura física, que vendrá con el desarrollo ulterior de su musculatura, producto del rigor en el salón de clases. Por otra parte, la intérprete del rol titular, la bella Yanet Grau, no logra con su desempeño (y sobrepeso) imponerse ante la proyección escénica de Adonis, Ochún y Oggún (Andy Leiva, Daniela Bringas y Daniel Belcourt, respectivamente).
Un segundo punto a tratar es el de la música original del prestigioso pianista cubano Frank Fernández, premio nacional de la música y de otros lauros locales e internacionales. Si bien es cierto que ha compuesto música exitosa para otros formatos: de cámara y sinfónico, así como también para la televisión y el cine, ahora debuta con su primera incursión en el terreno de la danza, y en particular la llamada contemporánea. Además, es su primer emprendimiento con el sui generis quehacer coreográfico de Cárdenas. Por consiguiente, observamos ciertos desfases en las escenas relacionadas con el ámbito chipriota, en las intervenciones del piano como solista impositivo ante los sonidos emitidos por medios electroacústicos. Sin embargo, en los tableaux donde intervienen los dioses de origen africano, los soportes percusivos y corales están, a mi juicio, más conseguidos. En cambio, el empleo, en el cuadro final, de un fragmento coral de un “misere” barroco, me ha planteado interrogantes. ¿Acaso no era mejor utilizar uno similar en el catálogo de la música cubana del siglo XX, donde hay elementos instrumentales de los rituales yorubá, u otro más ajustado?
Imposible concluir sin felicitar a la muy joven diseñadora del vestuario, Alisa Peláez, por la coherencia de sus figurines para los protagonistas, si bien los del cuerpo de baile, creo, deben ser revisados para futuras reposiciones. Reconocemos su audacia en asumir como su primer trabajo profesional esta importante obra, y realizarla en tiempo a pesar de los avatares imponderables provocados por el paso del huracán Irma.
Referido al comentario crítico realizado por el periodista Reny Martínez con motivo del estreno mundial de la obra Afrodita. ¡Oh espejo! Creada y dirigida por la maestra y Premio Nacional de la Danza, Rosario Cárdenas. Compuesta por el Premio Nacional de la Música, Frank Fernández. Y que tuvo su estreno mundial en la sala García Lorca del Gran Teatro de la Habana, el reciente 29 de septiembre de este año. La Oficina del proyecto FF Sonido, dirigida por Fernández, se ve precisada a realizar dos aclaraciones necesarias.
Primero, el crítico Martínez escribió que era la primera incursión coreútica del maestro. Sin embargo, no es exacto. En su extensa y rica historia musical Frank Fernández ha compuesto 27 trabajos para la danza. Entre ellos, los ballet titulados: “INVOLUCIÓN” de Gustavo Herrera, “PARA ALICIA”, bailado magistralmente por la primera bailarina del Ballet Nacional de Cuba, Viensay Valdés, “EN TUS OJOS” y “EMIGRANTES”, de los prestigiosos coreógrafos Alberto Méndez e Irene Rodríguez respectivamente.
Segundo, el destacado crítico escribe que la música de la pieza final pertenece al periodo Barroco y no es así. Este “AGNUS DEI” confirma el deseo del periodista Reny, al sugerir utilizar grandes piezas del catálogo musical cubano del siglo XX. Ya que la música que resonó en la sala García Lorca, la compuso un icónico compositor, orquestador y pianista cubano perteneciente al siglo XX y XXI; Frank Fernández.
Nuestra oficina quiere subrayar que ese trabajo fue realizado en absoluta comunicación entre sus creadores. Debemos aclarar que tanto Fernández como todos sus colaboradores respetamos absolutamente las opiniones de carácter estético y musical del mencionado crítico. Pero nos vemos en la obligación de rectificar las imprecisiones que pertenecen a la verdad histórica del trabajo composicional del maestro.
Oficina del proyecto FF Sonido.
La Habana, 13 de octubre del 2017