El primer día de diciembre de 2017 el Ballet de Camagüey, la segunda compañía clásica en importancia de la Mayor de las Antillas, cumplirá su primer medio siglo de existencia desde la fundación de su sede en esta capital provincial a poco más de 300 kilómetros de la capital cubana. Y para celebrar esta trascendental efemérides decidieron realizar una gira nacional con una novísima versión de “Carmen”, con coreografía del coreógrafo alemán Peter Breuer, actual director del Ballet de Salzburgo.
La primera estación donde recaló este conjunto, antes de visitar otros teatros del país, fue en el Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso en su sala principal Federico García Lorca, que lograron llenar a tope durante las tres representaciones programadas el primer fin de semana de junio.
La bailarina Regina Balaguer, directora general por dos décadas de esta entidad, ha expresado públicamente que “es imposible hablar de 50 años sin agradecer, en primer lugar, a la maestra fundadora Vicentina de la Torre, por su empeño para que Camagüey tuviera su propia compañía de ballet; al maestro Joaquín Banegas (ex primera figura del BNC) y al maestro de maestros Fernando Alonso, artífice principal de la reconocida Escuela cubana de ballet”, los cuales, por supuesto, la antecedieron en su presente ejecutoria.
Esta producción multidisciplinaria de danza-teatro de “Carmen” requirió de una compleja carga de recursos escénicos: figurines, diseño de luces, proyecciones audiovisuales o equipamiento high-tech. Para lograrlo, no sólo hubo apoyo estatal, sino un fuerte patrocinio de la Fundación ONG europea Camaquito, una organización sin fines de lucro fundada en Suiza (2001). Esta entidad independiente y laica de ayuda a la infancia, apoya este sector poblacional local en los ámbitos de la educación, deporte, cultura, salud y acceso al agua potable.
Su representante en la isla es el suizo Mark Kuster, su fundador, radicado en la ciudad sede del Ballet de Camagüey. Kuster confirma su vocación al colaborar ampliamente en este proyecto cultural en una carta publicada en el lujoso programa de mano, cuando dice: “En los últimos 10 años pudimos apoyar diferentes proyectos y acciones del Ballet de Camagüey y, también, mejorar el desarrollo artístico de estos jóvenes y dotados bailarines. (…) una agrupación prestigiosa y reconocida en los escenarios mundiales. Nuestro soporte al BC, es una expresión de la admiración y del agradecimiento al pueblo cubano que ha sabido vivir y promover la cultura”.
Sobre la “Carmen” de Peter Breuer
El coreógrafo alemán Peter Breuer fue invitado por Regina Balaguer a montar para su conjunto esta versión sui generis de la archiconocida tragedia literaria del francés Merimée. Puesto que muchos se preguntarán por qué otra “Carmen” en Cuba, cuando le anteceden notables versiones foráneas y locales como las de Roland Petit, Alberto Alonso, Carlos Acosta y más recientemente la homoerótica de Víctor Ullate.
Breuer nació en Tegernsee (Alemania) y tuvo como padre al pianista y director de orquesta Peter Bruno Breuer. Empezó con 11 años a tomar clases de ballet con Gustav Blank en el espíritu de la antigua “escuela de San Petersburgo”. Con 15 años ingresó en el cuerpo de baile de la ópera nacional bávara en Munich, y con 17 Erich Walter lo llamó a Dusseldorf como solista, luego, en 1967 es promovido al rango de primer solista. En los años 70 de la pasada centuria fue un miembro del London Festival Ballet, así como del American Ballet Theater y el Ballet del teatro alla Scala de Milán. En la década de los 80, surgieron sus primeros encargos coreográficos provenientes de entidades alemanas y húngaras.
Desde el inicio de la temporada 1991-92, Breuer es el director del Ballet de Salzburgo (Austria), donde estableció una tradición de grandes ballets narrativos y creó celebradas piezas tales como “Peer Gynt”, “Orfeo y Eurídice”, “Medea”, “Sueño de una noche de verano”, “Bolero”, entre otros con éxito de crítica y de público.
Por su coreografía de “Carmen” recibió en 2005 el premio de la Fundación Maya Plissetskaya – Rodión Shedrin, y en 2015 recibió el Premio nacional de danza de Alemania de ese año. Esta creación bailada por cubanos está concebida en 14 cuadros o escenas para toda una noche, con una duración aproximada de dos horas, donde domina el tema de la muerte, con anuncios premonitorios explícitos en el prólogo. Luego, vendrá como un “déja vu”: la codicia, la intimidación del poder, las infidelidades, el triángulo amoroso, los celos y la desesperación. Todos preceptos que rigen el micro mundo gitano-flamenco de la acción dramática de la protagonista titular, indomable defensora de su libertad ante la seducción de los rivales amantes.
Breuer, en su lógico interés por desmarcarse de las creaciones precedentes de esta misma trama, se hunde en un posmodernismo a ultranza contaminado con cierta incoherencia dramatúrgica. Imposible negar sus habilidades artísticas para mantener “en vilo” a la audiencia hasta el desenlace de “una muerte anunciada”. No obstante, las imágenes proyectadas en el telón de fondo catalizaron la intensidad trágica del final, actuando como un distanciamiento brechtiano. Tampoco estuvo felizmente resuelta la incorporación de la escena con los ingleses y la música de Elgar (Variaciones Enigma) no fue un aporte positivo.
En cambio, fue un acierto el empleo del grupo musical español Radio Tarifa, el cual ” mezcla en su obra varios estilos como el flamenco, ritmos andaluces y el jazz, con el empleo de instrumentos y elementos musicales de otras latitudes, como el Caribe”. Igualmente lo fue el soporte musical de la obra homónima de George Bizet, en la eficaz orquestación del ruso Rodión Shedrin (creada para la pieza del cubano Alonso), usado inteligentemente, aunque muy referencial.
Los intérpretes, en particular los protagonistas –las chicas sin puntas-, ofrecieron una loable entrega, tanto en el baile como en la actuación, en este caso Sarah de Miranda, Yanny García, Jonathan Pérez, y el resto del colectivo afiatado pero bisoño en esta concepción genérico estilística, donde aparecen en su material elementos influidos por ese icono de la danza alemana que es Pina Baush.
Sin duda, un enriquecedor ingreso al repertorio activo del juvenil cuerpo de baile de esta compañía provincial de ballet: un reto necesario para alcanzar nuevos triunfos en el próximo aniversario número 50.
Hola !!.Muchas felicidades,me hubiera encantado estar ahi!!!!,sigan trabajndo!!!,saludos