Compañía Lizt Alfonso Dance Cuba

Estreno mundial de “Latido”, de Lizt Alfonso, en la Sala García-Lorca del Gran Teatro de la Habana, por integrantes de Compañía Lizt Alfonso Dance Cuba. Foto: Buby. CLADC.

El estreno mundial de “Latido”, la más reciente creación Lizt Alfonso, la maestra, coreógrafa y directora-fundadora de la agrupación que lleva su nombre, permitió, nuevamente, comprobar  la permanencia de su pulso férreo (con guantes de terciopelo), para dominar la disciplina y profesionalidad de un afiatado espectáculo de 25 bailarines –solo dos chicos-, de poco más de 60 minutos sin pausas, con una puesta en escena minimalista que cuenta de fondo una banda afinada y visible.

Igualmente, se observó una pieza teatral cargada de drama –beneficiada por la asesoría dramatúrgica del especialista teatral cubano Eberto García–, pero que elude caer en un probable exceso melodramático, aquí todo es sobrio y elegante.
“Latido” cuenta con soporte musical original deslumbrante, debido al virtuoso saxofonista y compositor César López. Sin duda, un acierto de Alfonso con su elección, si se tiene en cuenta el resultado obtenido, pues desde éste, su primer intento en crear una música para un espectáculo de danza nada fácil en este caso, ha dado en el blanco de la diana.

El músico López tuvo que imponerse el reto de “visualizar” con sonidos las exigencias de Alfonso, para cada una de las nueve escenas o “latidos” en las que se ha estructurado la obra, con un devenir de evidente fluidez en su gestualidad de las transiciones planteadas, incluso las de carácter emocional-subjetivas. Este espectáculo, ha expresado el compositor, ha sido un viaje de descubrimiento mutuo, vital para que la música y la coreografía logren latir al unísono.

“Latido” cuenta con vestuario diseñado por la joven diplomada Yanely Pérez, debutante como vestuarista teatral. Foto: Buby. CLADC.

Se hace necesario reproducir, del programa de mano, los planteamientos conceptuales en los discursos de Alfonso y García, con el interés de ayudar a los afortunados que lograron conseguir boletos para asistir a las nueve representaciones en la escena de la Sala García-Lorca  del Gran Teatro de la Habana Alicia Alonso, y en particular a aquéllos (una mayoría) que vieron frustrados sus intentos.
“Sutil y desconcertante -comenta García-, el primer impulso sorprende cuando la ausencia inesperada, la despedida abrupta y la muerte casi siempre absurda, revelan el silencio o la soledad más íntima. En ese instante, la vida puja por otros lados con la misma fuerza irreverente y caprichosa”.

La coreógrafa expresa: “Desde el profundo contraste entre la tristeza de la pérdida y la alegría de existir –vivencia en tiempos paralelos en dimensiones alternas–, los artistas podemos transformar cada experiencia real o de ficción, con imágenes para compartir con los demás. Por el deseo de sacar adentro este amasijo de sentimientos, emociones y de gritar que no hay tiempo que perder, porque siempre es el momento justo y preciso para seguir adelante; por esos motivos y muchos más, nace este “latido”, concluye.

En cuanto la danza, no vale escatimar elogios para saludar la existencia aquí de una escritura coreográfica audaz, diferente y rompedora con respecto a sus anteriores proyectos escénicos de danza-fusión, evitando caer en tópicos trillados del folclore ibérico y del cubano con raíces africanas.

Excelentes, eso sí, los dúos, solos y tríos en sus diversas combinaciones genéricas, particularmente en el trío del latido IV, una rumba estilizada sin perder su identidad local, la cual contó con la brillante ejecución de Oddebí García –uno de los dos únicos solistas masculinos-, apoyado por dos garbosas solistas del cuerpo de baile; así como el dúo del latido VIII, con virtuosas ejecuciones de ballet.

Con respecto a los diseños coreográficos para el cuerpo de baile, hay desigualdades, unos más logrados que otros (algo naif, cuando intervienen movimientos provenientes de la danza moderna o contemporánea). El vestuario, diseñado por la joven diplomada Yanely Pérez, debutante en estas lides escénicas, exhibió figurines por momentos felices, en otros menos, empero dejó vislumbrar un real talento en ciernes.