“La exploración del espacio continuará, más allá de que nosotros participemos en ella o no, y es una de las grandes aventuras de todos los tiempos”, JFK. Casi como reflejada en un cielo imaginario, la frase de John F. Kennedy se adueñó del escenario con una magnificencia especial. Mientras, la música minimalista de Adam Crystal resonaba como una invitación hacia lo desconocido, y una troupe de bailarines con trajes que se parecían a los de los astronautas, comenzaban a hacer pequeños movimientos acompasados. Después: la atmósfera.
El estreno mundial de “Frontier”, de Ethan Stieffel, ex primer bailarín del American Ballet Theatre, en homenaje al centenario del nacimiento del ex Presidente Kennedy, trajo una propuesta multimedia cautivante, en la que la escenografía de funde con un elaborado video cuyos efectos se asemejan a los juegos lumínicos que se producen en el espacio. Dmitri Simkin, a cargo de esa bella creación, logró incorporar una esfera de cristal en la que la mujer astronauta (Sona Kharatian) traspasa los límites de la tierra. Una puesta sublime, en la que la danza es un elemento más que contribuye a la propuesta integral de la obra.
En este final de la temporada 2016-2017 el Washington Ballet, dirigido por Julie Kent, cerró su ciclo con cuatro funciones desde el 25 al 28 de mayo en el Opera House del Kennedy Center de Washington, DC. Con un programa ecléctico en el que rescata joyas del ballet del siglo XX, Kent llevó a escena, además de la nueva realización de Stiefel, “Jardin aux Lilas”, de Anthony Tudor y “The Dream”, de Sir Frederick Ashton. Tres obras diferentes, que contaron con música en vivo -, algo que pasa a ser una suerte de “marca registrada” de la flamante directora- a cargo de la Washington Ballet Orchestra, dirigida por Martin West.
En “Jardin aux Lilas”, Tudor, ese mago de la gestualidad y la delicada intensidad, pone en escena esos conflictos universales del amor y el desamor, el deber y el querer. La obra, estrenada por el Ballet Ramber en Londres en 1936, época en la que se reafirmaban los ballets con ciertas connotaciones psicológicas, lleva música de Ernest Chausson, “Poema” para violín. Cada uno de los elementos de esta obra, más allá del paso del tiempo, la hacen absolutamente vital y apasionante.
Tudor expone los conflictos amorosos de una pareja en vísperas de contraer matrimonio, cuando ella se reencuentra con su verdadero amor, y al futuro esposo se le presenta un antiguo romance. Venus Villa, delicada y conmovedora, hizo una excelente interpretación de la novia, mientras su contrafigura, Francesca Dugarte, se impuso con su personalidad en este drama existencial. La cuidada reposición, a cargo de Amanda McKerrow y John Gardner, permitió que cada uno de los cuatro personajes de esta historia logre momentos conmovedores y bellos.
Kent eligió, como cierre del programa, un clásico de Ashton. Una obra mágica, encantadora, a la luz de la luna, basada en “Sueño de una noche de verano” de William Shakespeare. “The Dream”, creada en 1964 para Anthony Dowell, ex bailarín y director artístico del Royal Ballet of London, es una de esas obras inolvidables en las que se mezcla lo terrenal con lo mágico.
Andile Ndlovu, como el duende Puck, parece realmente un ser de otro mundo, su velocidad, sus giros, su dinámica y su gracia, muestran a un bailarín completo, capaz de asumir uno de los roles más difíciles del ballet. Samuel Wilson, en su papel del campesino que se convierte en asno, hace un magnífico trabajo, no solo al bailar en puntas sino en la composición del personaje.
Fresca y traviesa, Titania, la reina de las hadas, protagonizada por Eunwon Lee, cautivó con su delicadeza y su gracia. Mientras que Gian Carlo Pérez, se plantó estupendamente en escena con su caracterización de Oberon. Un bailarín sólido, con buenos saltos y con una interesante veta actoral. El cuerpo de baile femenino, especialmente las hadas del bosque, mostró un grupo compacto, con filas cuidadas y una ajustada coordinación. Una obra tan deliciosa que es siempre bienvenida y una compañía que lentamente va tomando otros rumbos.