Con un amplio programa que incluyó sones de tarima de Tixtla, danza de matachines, repertorio del estado de Jalisco y la danza del venado, el Ballet Folklórico de México Amalia Hernández ofrece desde principios de agosto, una gran estampa del folklore mexicano en el Palacio Nacional de Bellas artes y en otras salas de la ciudad de México.
Innegable resulta la aportación que el Ballet Folklórico de México Amalia Hernández ha hecho a la danza nacional y particularmente a la danza folclórica mexicana. Más de seis décadas de trayectoria avalan los reconocimientos a los que se ha hecho acreedor entre los que destacan las Lunas del Auditorio, la Condecoración Rubén Darío y el Premio Nacional de Ciencias y Artes.
La agrupación, acompañada por la Orquesta Sinfónica de la Universidad Autónoma del Estado de México bajo la dirección del compositor Arturo Márquez, que se presentó en agosto en el Coloso de Reforma, al público asistente cuando interpretaron “Danzón No. 2”, composición de Márquez, y la versión sinfónica de la danza del venado.
Márquez señaló “Quiero agradecer por el apoyo que le da a los jóvenes mexicanos músicos, al rector de la Universidad Autónoma del Estado de México, al Dr. Jorge Olvera. Jorge, muchas gracias por estar aquí, muchas gracias por el apoyo. Muchas gracia a ustedes –refiriéndose a la compañía-. Esto es México. México se viste de folklore, México se viste de música, México se viste de danza… ¡Que viva México señores!”.
Durante casi tres horas de espectáculo, los cerca de cuatro mil espectadores que se dieron cita en el recinto, llenaron sus pupilas de color, se asombraron con el vistoso vestuario y muchos capturaron imágenes y video con sus celulares que ahora resguardan un pedacito de lo que es México. Esa nación que la gran Amalia Hernández se propuso dar a conocer al mundo a través de la riqueza de sus danzas tradicionales.
No es ocioso cuestionarse si existe un antes y un después de la compañía tras la partida de su fundadora. Ciertamente el poder de convocatoria es significativo y el público sigue respondiendo efusivamente a cuadros como venado y fiesta en Jalisco.
Ante la llegada de este nuevo siglo, y con más de 60 años de escenario, habría que preguntar qué México quiere mostrar el Ballet Folklórico Amalia Hernández en esta nueva era. El de los estereotipos culturales y lo “típicamente mexicano”; el de las danzas y bailes recreados como esencias eternas; el del México de papelitos de colores y serpentinas, acartonado y que apela al sentido más patriota del espectador, o habrá una posibilidad en los años por venir de dar un nuevo significado al proyecto inicial. El reto de la modernidad obliga a su vez a comprender la complejidad que envuelve a este género en tiempos donde los discursos sobre la multiculturalidad e interculturalidad y la construcción de la ciudadanía, se presentan como aristas que trastocan al campo de las artes.
La compañía de Amalia Hernández, fundada en 1952 bajo el nombre de Ballet Moderno de México se ha convertido desde 1959, año en el que adquirió su nombre actual, en un emblema de la mexicanidad. Talentosa y apasionada, Hernández fue pionera en recuperar las tradiciones y revalorar la historia cultural del país a través de la danza.