La Compañía Flamenca ECOS se presentó en un escenario de prestigio en la capital cubana –el mini teatro del Museo Nacional de Bellas Artes–, con una novedosa y creativa propuesta que bautizaron “Más que flamenco”. La joven agrupación, fundada hace apenas una década por Ana Meneses, su directora artística y general, y una de las dos bailarinas principales del ensamble junto con Angela Badell, entrega un espectáculo ajustado a un reducido pero acogedor escenario.
Con la participación de unos 15 artistas de sólida formación, que incluye un cuerpo de baile de seis bailarinas y un solista, Víctor Alarcón (con importante presencia en el número final), y un conjunto musical como eficaz soporte: cantaores de ambos sexos, percusión, guitarra, bajo, piano y violín, que consiguen en su desempeño una muestra artística de alto calibre, tanto en el baile, como en la música y el “cante”.
Todos transitan con fluidez y frescura, en medio de un inteligente entretejido diseño grupal de Meneses, las interpretaciones de una serie de conocidos “palos” del flamenco tradicional (fandangos, seguiriyas, tangos, rumba flamenca), inyectándoles fuste, pasión y garbo, siempre evitando las comparaciones con sus homólogos de las tierras sureñas de la Península Ibérica.
Ellos integran –no fusionan– el ritmo hispano con su carga de dolor y alegría, en una única y sabia combinación escénica del mestizaje cultural, tan influyente, de los ritmos cubanos con raíces africanas. Meneses estuvo acertada y nada temerosa en su apuesta, al incluir una variedad de orígenes en los géneros musicales elegidos, por ejemplo “Veinte años” de María Teresa Vera; “Para vivir” de Pablo Milanés , o el bolero de Joaquín Sabina para “La Magdalena”, o “Como una ola” de Herrero/Armenteros, que popularizó Rocío Jurado. Igualmente, los líderes de ECOS supieron elegir a un dotado compositor y pianista, Dennis Peralta, para versionar con sus arreglos, sin traicionar los patrones originales, al que adjudico un alto por ciento del éxito de este programa.
El resultado, en poco más de una hora, recibió una larga y sonora aprobación por parte del público que desbordaba con creces el aforo (en este auditorio es poco menos los 400 asientos), gracias al aporte de los demás elementos de una producción escénica, coherente y armónica: elegante vestuario, sonido de alta definición y diseño de luces (tal vez no siempre la deseada).
En La Habana y otras ciudades del país existen otros conjuntos cultores del flamenco, profesionales o amateurs que, creo, no siempre se ven asistidos por la asesoría más competente, para abordarlo con el rigor necesario. Al respecto, una alerta. Un crítico recordó una frase medular confesada por ese grande de la guitarra flamenca, que fue y será, Paco de Lucía: “más que canto o baile, es una filosofía de vida”.