La diversidad de miradas que interrogan al fenómeno de la danza se multiplica a través de la muestra fotográfica “Ver danza” que se presenta desde abril en el Teatro de la Danza en la Ciudad de México y que terminará en diciembre.
La entrada del teatro es el marco que han escogido cuatro fotógrafos para promover su trabajo. Bajo el liderazgo de Gloria Minauro, la muestra presenta la obra de un solo fotógrafo por vez y se renueva cada tres meses. Para su realización, cuenta con el apoyo de la Coordinación Nacional de Danza del Instituto Nacional de Bellas Artes.
El proyecto, pensado en etapas, volverá a presentarse el próximo año con diferentes creadores. En su fase inicial “Ver Danza” exhibe realizaciones de Liliana Velázquez, Gabriel Morales, Gabriel Ramos y Minauro, está última, es a su vez, la curadora de la muestra. Las fotografías tienen un tamaño de 50 metros cuadrados, y sus dimensiones son de 10 metros por 5 metros.
En el contexto actual, donde las disciplinas artísticas se trastocan y generan nuevos horizontes para el arte; la danza y la fotografía se articulan para abrir un espacio nuevo y constitutivo para mirar la danza: la fotografía escénica.
La primera que abrió fuego con su presentación fue Liliana Velázquez, que expuso de abril a junio, la foto de una coreografía de Cecilia Lugo, “En la piel de la memoria”, interpretada por Contempodanza. Actualmente, y hasta agosto, se exhibe la obra de Gabriel Morales, “El cuento de la cola”, de Kim Bora, por la compañía Art Project Bora.
De agosto a octubre, llegará al hall del teatro la pieza de Gabriel Ramos S., una foto de la obra “Conatus”, cuya coreografía e interpretación es una co-creación escénica de Francisco Córdova y Beto Pérez, del grupo PhysicalMomentum Project / Proyecto Ítaca. Y de octubre a diciembre, la curadora presentará “Monalisa Madre Tierra”, realizada y protagonizada por Oscar Ruvalcaba Pérez en el Centro Cultural Los Talleres
A través de “Ver Danza”, la fugacidad del movimiento, que de alguna manera había sido capturado por el ojo humano teniendo como mediación una cámara y fue percibido a manera de registro, hoy exige rever su real significado. Esta propuesta expone la necesidad de construir el discurso de la danza a través de la cultura visual que permea lo cotidiano. De esta forma, en una imagen quedan congelados un sinnúmero de elementos que configuran el movimiento.
Pareciera una paradoja pretender detener un instante a través de una imagen, pero no lo es. La fotografía escénica exige una mirada aguda, crítica, sensible, amorosa. Hacer una foto en una función, requiere también un proceso de investigación sobre el coreógrafo, sobre su trayectoria, su trabajo escénico, su discurso escénico. Implica, además, comprender el uso del espacio escénico, las lógicas del movimiento y la música.
Las condiciones de poca luz son otro reto para la creatividad del fotógrafo, lo cual convierte a este arte en algo doblemente complejo, porque pretende condensar en una imagen la mirada del coreógrafo y a su vez, construir un discurso particular, el del fotógrafo.
Con este proyecto se persigue hacer visibles a los fotógrafos de danza e incentivar a otros artistas a producir en este arte emergente y contribuir a la formación de públicos en el campo de la danza a través de la cultura visual.