La conocida ballerina cubana Xiomara Reyes del American Ballet Theatre (ABT) deja antes de lo esperado su exitosa carrera en los Estados Unidos. Sin embargo, quizás no pasará mucho tiempo sin que aparezca de nuevo en otro escenario.
“Giselle”, ballet escogido para bajar el telón es excelente para Reyes por su apariencia juvenil y sencilla. El ABT tiene a este ballet en su repertorio desde 1946 cuando la gran Alicia Markova convirtió a “Giselle” en una verdadera joya por la intensidad en que se transformó la escena de la locura.
Reyes, que comenzó su carrera profesional en 1990, ingresó al ABT en 2001 y fue principal en 2003. En su Giselle, tuvo como partenaire en su despedida del 27 de mayo en el Metropolitan Opera House de Nueva York, a su casi permanente compañero de ruta, el argentino Herman Cornejo.
Su Giselle fue extraordinaria, brillante y dulce en el primer acto. Cornejo, por su parte, contribuyó a que este rol tuviera mayor impulso. Fue un partenaire magnífico. El bailarín, que ha sido partenaire de muchas bailarinas del conjunto, fue con Reyes con quien construyó una de las mejores parejas de baile a lo largo de estos años. Ambos hicieron clásicos inolvidables.
En esta “Giselle”, Reyes supo poner sus cualidades mejores, especialmente en los maravillosos pas de bourréee que parecía que no tocaba el suelo, y en la limpieza de los pasos que daban la sensación de que llegaría a las alturas.
En la escena de los campesinos del acto primero, una de las parejas se destacó especialmente, Sarah Lane y Joseph Gorak. Este último es poseedor de magníficas piernas y de excelente ejecución.
La música de Adolphe Adam sobre la que se basan los movimientos originales de Jean Coralli y Jules Perrolt, fue revisada por Marius Petipa y se estrenó en 1841 la Ópera de París. Esta versión del ABT, lleva puesta de su director, Kevin McKenzie.
Las Willis, veinte jóvenes que mueren sin realizar su sueño de amor, aparecen en la escena del segundo acto en el cementerio, y la igualdad de sus movimientos alcanzan la perfección y hacen de la escena un cuadro de belleza impresionante. Myrta, su reina, protagonizada por Stella Abrera, acompaña con solidez este magnífico cuadro. Hilarion, Patrick Ogle, cazador de la villa y también enamorado de Giselle, perece a manos de las vengativas Willis cuando va a la tumba de la campesina a solicitar su perdón.
Giselle también emerge de su tumba para salvar a su amado Albrecht, que ha llegado con un ramo de flores a solicitar su perdón por haberla engañado. El espíritu de la joven logra que Myrta lo perdone. Y pronto Albrecht queda solo en la escena con sus tristes recuerdos y su arrepentimiento final.
La emoción se percibía en los ojos húmedos de los espectadores. Y hubo aplausos y flores a granel cuando Reyes salió a saludar ante un público que no quería dejarla ir ni ahora ni nunca.
Al caer el telón, el teatro estalló en aplausos y comenzaron a desfilar sus compañeros de la compañía y sus maestros. Nina Ananiashvili, Ángel Corella, Marcelo Gomes, David Hallberg, Julie Kent, Irina Kolpakova, Gillian Murphy, el coreógrafo Alexei Ratmansky y McKenzie depositaron sus ramos de flores sobre el escenario. Y el cuerpo de baile llegó con una flor blanca para esta bailarina que, con su retiro y el de Herrera, parece empezar a cerrar el ciclo de los hispanos en el ABT.
Allí debe haber llorado hasta las butacas del teatro. Que pena no estuve allí, pero como siempre Célida, con su escrito, nos hace llorar tambien. Gracias.