El programa de obras contemporáneas presentado por el New York City Ballet demuestra cuánto el ballet ha progresado en el período relativamente corto desde que Peter Martins asumió dirección de la compañía en 1990. Después de lo que algunos críticos han caracterizado como un período de lucha inicial, él ha supervisado el desarrollo de la de compañía de manera que apunta claramente hacia un futuro vital.
La noche se inició con el “Symphonic Dances” de Martins con la composición de Sergei Rachmaninoff del mismo nombre, que lo demuestra trabajando bajo la larga sombra del legado de Balanchine. Él ha estudiado la partitura del compositor con mucho cuidado, como Balanchine avisaría que lo haga, pero los resultados no hacen más que diagramar la música, en lugar de iluminarla como su predecesor lo habría hecho. Él ha tomado algunas decisiones curiosas en la distribución de los elementos de la composición entre sus bailarines. Como consecuencia, el pas de deux de los principales, Teresa Reichlen y Zachary Catazaro, se limitan esencialmente a los momentos más lánguidos de la partitura que rara vez se encendían, mientras que la serie demasiado corta de variaciones hecho para ocho bailarines del cuerpo del ballet proporcionó el segmento más destacado de la obra.
La versión de “Pictures at an Exhibition” hecho por Alexei Ratmansky, basado en el piano solo de Modeste Mussorgsky, resultó mucho más emocionante. Es otro ejemplo destacado en que Ratmansky se ha reafirmado la primacía de Rusia en el ballet contemporáneo.
Tal como hizo Fokine en los comienzos del siglo XX, Ratmansky ha creado personalidades distintivas en movimiento que los diez bailarines de la obra demuestran en la primera de las promanadas que entrelazan los segmentos individuales de la composición.
El humanismo profundo del coreógrafo permea esta obra ensamble. El movimiento con la música asociada con la gran puerta de Kiev no evoca un monumento arquitectónico sino que pone en evidencia la capacidad humana para unirse en formas que permiten que un monumento se creara. No obstante, cada uno de los bailarines tiene oportunidad de brillar mientras que la obra se desenvuelve. Sterling Hyltin y Tyler Angle en el segmento de “El Castillo Viejo” y Amar Ramasar a través del ballet, sobre todo en sus segmentos más oscuros al final de la obra, eran particularmente notables.
“This Bitter Earth” de Christopher Wheeldon, un extracto de su “Five Movements, Three Repeats”, fue igual de emocionante, pero de una manera muy diferente. Su elección de la versión neoclásica por Max Richter de la grabación por la cantante jazzista Dinah Washington de This Bitter Earth le permitió impulsar las posibilidades de ballet neoclásico en una nueva dirección. La obra resultante es totalmente clásica en espíritu, aunque requiere las habilidades técnicas más ampliadas de los bailarines de hoy. Tiller Peck y Craig Hall dieron un rendimiento luminoso que garantizó que la pas de deux breve de Wheeldon igualó el impacto emocional de la obra más energética de Ratmansky.
“Everywhere We Go”, con coreografía de Justin Peck a una partitura comisionado por Sufjan Stevens, cerró la noche. Al igual que “Year of the Rabbit” que se presentó en su última visita, esta colaboración Peck / Stevens, con su tratamiento ingenioso de las convenciones de género, es consistentemente interesante.
Uno de los aspectos más intrigantes de la coreografía de Peck es su reutilización de la tradición de la école d’danse de manera muy afilada y formalista que traslada a Balanchine a un modo completamente contemporáneo. “Everywhere We Go” no deja lugar a dudas de que la escuela de su inspiración es la propia School of American Ballet de la compañía. De hecho, su familiaridad completa con la compañía, su estilo, y las habilidades de sus integrantes individuales le permite maximizar sus ya considerables dotes coreográficas. No obstante, el ballet podría utilizar un poco de revisión. Peck retoma varios elementos de su composición a poco efecto añadido; la conclusión de la obra siendo el ejemplo más notable.
A pesar de su comienzo lento, la noche dio estimulante evidencia de un ballet completamente comprometido con sus formas hermanas de coreografía, y con la gran gama de las artes escénicas y musicales actuales, aunque fiel de la forma que Petipa, Diaghilev y Balanchine reconocerían como la suya.
El programa de obras contemporáneas mixtas se presentó el 11 y 12 de abril en el Opera House. El programa de obras de Balanchine, con “Serenade”, “Agon” y “Symphony in C”, que abrió la temporada de la compañía en Washington el 7 de abril, se presentó en la matiné del 11 de abril.
K. Mitchell Snow. Nació en Boulder City, Nevada, Estados Unidos, en 1956. Escritor apasionado del arte y la cultura latinoamericanas, obtuvo su licenciatura en comunicación en el Brigham Young University en Provo, Utah. Sus ensayos han aparecido en las revistas Américas, Latin American Art y Art Nexus/Arte en Colombia entre otros. Es autor de los libros “Trevor Southey: Reconciliation, Bailando lo real maravilloso”, y “Movimiento, ritmo y música, la biografía de la coreógrafa mexicana Gloria Contreras”.