Tradicionalmente la visión oriental sobre el cuerpo, la salud y la vida en general ha sido diferente a la visión occidental sobre la realidad. Entre las diferencias principales que se pueden observar se encuentra el concepto de energía. Para la mayoría de las teorías orientales todo es energía que vibra a diferentes intensidades y que debe estar en continuo movimiento, fluyendo para lograr un estado de plenitud, salud y felicidad.
Hay innumerables técnicas y disciplinas que consideran que el cuerpo tiene redes y circuitos de energía (Chi) y millones de centros energéticos distribuidos en él. Una de las prácticas que en estos últimos tiempos se está haciendo cada vez más conocida es el Chi Kung (o conocido como Tai Chi, pero que en realidad éste sería solo una de las partes del trabajo con la energía). Esta disciplina es común que se practique en espacios verdes y al aire libre, como parques y plazas.
El Chi Kung es una de las ramas de la milenaria medicina china en la cual a través de la respiración, el movimiento y la intensión (concentración) se busca mantener la salud, la buena forma física, la longevidad y también, cultivar las facultades y lograr el crecimiento interior a través de la conexión con el espíritu. Su práctica tiene muchos beneficios físicos, terapéuticos y espirituales.
Para los bailarines, el Chi Kung puede ser una práctica complementaria. Entre los centros energéticos principales del cuerpo se encuentra lo que los chinos llama el “tan tien inferior” (los japoneses lo llaman “hara”). Este centro energético está ubicado a unos centímetros por debajo del ombligo, es la sede del Chi prenatal (energía ancestral) y de gran parte de la energía sexual, que son la base de la energía vital.
La bioenergética china que teoriza a esta disciplina es muy completa y profunda. Desde la visión de la danza, es importante hacer hincapié en uno de los puntos con los que esta disciplina trabaja profundamente y que tiene que ver con este centro de energía.
Para los bailarines uno de los elementos más importantes es el trabajo del “centro” del cuerpo. El bailarín debe tener la capacidad de moverse en torno a este centro con la suficiente consciencia y control sobre este punto. Las técnicas de danzas como la danza clásica y el jazz trabajan desde este punto como eje para lograr equilibrio y controlar el cuerpo al momento de bailar.
Este punto está ubicado en medio de la pelvis (a unos centímetros por debajo del ombligo) coincidiendo con el centro energético “Tan tien inferior”. Por eso puede resultar muy beneficiosa para los bailarines la práctica de Chi Kung complementariamente al trabajo de la técnica, ya que se combinaría el entrenamiento de la técnica específica, con el trabajo concentrado y a consciencia en el centro del cuerpo a través de una práctica energética que además tiene muchos otros beneficios.
Daniela Ramos. Licenciada en Educación Física, Personal Trainer, Instructora Musculación, Jueza regional de Gimnasia Aeróbica, Profesora Superior de Danza Jazz, Reiki Master, cursando Intructorado en Tai Chi Qi Gong.
Hermoso artículo Daniela, muy claro, conciso y da una idea de cómo se puede complementar las distintas disciplinas, para en este caso los bailarines logren su total equilibrio físico, mental, energético etc. Yo, una simple observadora.