“Detrás de un buen artista siempre hay un buen maestro”, advertía el genial pedagogo cubano Fernando Alonso, forjador de joyas cuyo nombre quedará en Cuba como una marca de la mayor calidad, pues la escuela que fundó acaba de adoptar su nombre.
En un acto al cual no fueron invitados los medios de prensa, personalidades del gobierno y la cultura develaron el 28 de enero una tarja que acredita a la Escuela Nacional de Ballet del país caribeño con el nombre del creador de sus bases metodológicas.
“Muchos lo consideraban el Noverre cubano y yo lo creo así porque el antecesor francés insistía, como luego Alonso, en que la cabeza durante la danza guiara a los pies”, afirmó el historiador del Ballet Nacional de Cuba (BNC), Miguel Cabrera, quien pese a no haber estudiado arte se considera alumno del pedagogo por haber podido compartir con él en varios espacios profesionales y privados.
Durante el acto de nombramiento a la Escuela, la más joven generación de aprendices dio muestras de algunas de las cualidades reconocidas del ballet cubano y los estudiantes Amanda Pérez y Carlos Patricio Revé interpretaron con elegancia el pas de deux del clásico “La bella durmiente”, muy estimado por el pedagogo Alonso.
Al final del acto cultural, la directora de la Escuela Nacional de Ballet Fernando Alonso, Ramona de Sáa, distinguió el trabajo de la joven profesora Yuneysi Rodríguez y de otras maestras de la institución.
“La cara visible de nuestro trabajo siempre son los bailarines, pero detrás de cada buen artista hay un buen maestro”, recordó esta Premio Nacional de Danza para subrayar aún más la importancia del nombramiento de la Escuela en recompensa a una labor tan digna como el magisterio.
El maestro gustaba rodearse de profesionales diversos y escuchar múltiples puntos de vista pues admiraba los resultados del razonamiento, además no era un hombre de citas, atendía a todo el que se le acercaba y la vejez lo transformó en una especie de sabio cariñoso, según recuerdan varios colegas. Cabrera elogió del fundador de la principal compañía de ballet en Cuba y la academia su sentido de la técnica y al mismo tiempo la preocupación intelectual y científica para asumir el arte como un acto de pensamiento.
“La deuda que tenemos con el maestro solo la podrán pagar los estudiantes de ballet con su constancia y consagración al trabajo”, sostuvo el historiador.
Alonso fundó en 1948 el BNC junto a su hermano Alberto Alonso y su entonces esposa Alicia Alonso, artista que devino paradigma de muchas bailarinas del siglo XX. El matrimonio entre ambos concluyó en 1975 en malos términos y por una disposición gubernamental, Alicia tomó la dirección de la compañía y Fernando, luego de un tiempo varado en la nada, aceptó el ofrecimiento de dirigir un conjunto en una provincia del centro del país.
Pese a vivir tiempos muy duros, el profesor con mente de estadista consiguió en Camagüey una sede impresionante, construyó talleres de vestuario y zapatillas, involucró a la compañía en el repertorio clásico, hasta entonces eludido, y le dio un renombre nacional e internacional, pues una vez más el artífice forjó generaciones de buenos bailarines. Poder trabajar allá y alcanzar tantos logros fue para él renacer como el ave Fénix.
El pedagogo distinguido con el Premio Benois de la Danza, considerado el Óscar de esa manifestación, falleció en julio de 2013 y hasta sus últimos días participó en ensayos, conferencias y clases en la Escuela Nacional de Ballet, el centro Prodanza de Cuba y el Ballet de Camagüey.
La propuesta de la joya del ballet cubano Aurora Bosch de bautizar a la Escuela con el nombre del artífice recibió en abril de 2014 una ovación en el VIII Congreso de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba.
En ese entonces, la artista fundamentó la necesidad de rescatar a un pedagogo extraordinario por haber sido el formador de gran parte de los bailarines y bailarinas de su generación y haberles inculcado desde la juventud también el magisterio. Según Bosch, el maestro no solo les enseñó pasos sino que les ofreció una educación integral para los escenarios y para la vida.
Tras una aprobación unánime y los necesarios trámites de rigor durante meses, el Ministerio de Cultura realizó el acto de nombramiento este 28 de enero, para hacer coincidir el suceso con el aniversario del natalicio de otro evangelio, el Héroe Nacional de Cuba, José Martí.
“A Fernando Alonso nunca lo podré recordar con tristeza”, aseguró la Premio Nacional de Danza 2014, Silvina Fabars, frente a la tarja en la Escuela que ahora lleva su nombre. La primera bailarina del Conjunto Folklórico contó sobre la utilidad de este profesor en cualquier manifestación del arte pues brindó consejos no solo a danzantes clásicos sino a todo tipo de artistas.
Cuando la primera bailarina del BNC Viengsay Valdés estudió en la Escuela, en la década de 1990, Fernando dirigía el Ballet de Monterrey en México, así que debió esperar algunos años para conocerlo. “El Maestro brindaba correcciones muy lógicas, él empleaba la psicología con cada bailarín y trataba de exponer razones para facilitar el entendimiento de pasos, secuencias, historias, personajes”, reveló la artista que se considera muy afortunada de haber podido contar con él como ensayador en el tiempo libre de ambos. “Pocos profesores tienen la capacidad de explicar minuciosamente y él en ese sentido era maravilloso”, subrayó Valdés.
Las huellas de Alonso en Cuba se encuentran por doquier. Su muerte dejó un vacío demasiado grande. Por eso, quienes lo conocieron decidieron perpetuar su memoria como una marca de calidad para las generaciones futuras de bailarines y maestros.
El mejor Reconocimiento a tan Ilustrado Personaje.
¡ INMORTAL FERNANDO ALONSO !
Mucho se ha dicho y escrito sobre Fernando Alonso, especialmente después de su triste desaparición. En realidad me parece imposible calibrar su personalidad, su inteligencia y el increíble dominio que tenía de todos los aspectos de la técnica y de la ejecución de la danza (de todas las danzas) con el vocabulario habitual de cualquier lengua. Los que tuvimos el privilegio supremo de ser sus alumnos y de recibir sus consejos en cuanto al dominio del repertorio no lo podremos olvidar nunca. Fernando ha quedado para siempre en nuestra memoria como el necesario hito que define el ballet, no sólo en Cuba, sino en el mundo entero. En silencio y con una suma devoción seguiremos respetando su legado: ese me parece le mejor homenaje que se le puede rendir.