Las coproducciones entre compañías de danza de estadounidenses y cubanas ya estaban el alza antes que se produjeran los eventos históricos entre las dos naciones vecinas el pasado 17 de diciembre, y pudiéramos creer que estos estrenos preludian una secesión de intercambios culturales a un ritmo más acelerado. Después de la euforia popular al anunciarse el inicio de la normalización de relaciones diplomáticas entre los dos países, viene la calma.
Por consiguiente, todo será paso por paso, ya que será recomponer una ruptura de más de cinco décadas, cuestión bien complicada que requerirá de sucesivos diálogos intensos y respetuosos.
‘’Trade Winds/Aires de cambio’’, el estreno coreográfico en Cuba que ahora nos ocupa, desde su título revela una propuesta artística bipartita, entre creadores y bailarines de las dos orillas, con la sana voluntad de tender puentes –tras las confrontaciones entre ambos gobiernos–, sobre bases eminentemente sociales y culturales. Ideologías aparte.
Esta pieza, construida separadamente, con el estrecho de la Florida interpuesto como frontera geográfica, por una coreógrafa norteamericana, Jan Bartosek (fundadora de Hedwig Dances, con sede en Chicago) y la otra, Susana Pous (catalana afincada en La Habana), coreógrafa residente de DanzAbierta (agrupación fundada hace más de dos décadas por la cubana Marianela Boán).
Estos ‘’aires de cambio’’, elaborados a partir de la separación especular de dos grupos de seis bailarines, cada uno situado en las respectivas ciudades, y manipulados por dos coreutas con formaciones técnicas y culturales diversas, pero con el denominador común de la fraternidad humana como prioridad, alejadas de todo diferendo acendrado.
La colaboración bipartita fue establecida de manera rigurosamente equitativa en varios aspectos de la puesta en escena: ora en la composición espacial como en la ejecución de la música techno original de Eme Alfonso, vocalista líder de la exitosa banda rockera cubana Síntesis, y los músicos de Chicago, James Cotton y Panthu du Prince.
Si bien ellos logran llegar a puerto exitosamente, las imágenes (backpojections) sobre una gran pantalla al fondo del vasto escenario de la Sala Avellaneda del Teatro Nacional, mostrando paisajes urbanos o campestres de Chicago y La Habana –esta última azotada por sus climas tan opuestos–, así como prados poblados por magníficos girasoles sobredimensionados y un sistema variable de iluminación diseñado por Guido Galli, comprometen en un alto porcentaje el protagonismo indiscutible de los bailarines. Y un señalamiento elogioso particular a Erica Ricketts por la maquetación sonora.
Teniendo en cuenta la escena final, en la cual los bailarines ruedan y saltan o se cuelgan, sobre una alfombra verde cual un césped real, regalándose hermosos girasoles auténticos y, luego lanzándoselos a la audiencia –que colmaba los tres niveles de la instalación teatral habanera, en función única-, en clave de amistad, no vemos ocioso reproducir aquí unos párrafos reveladores de la génesis de este proyecto, firmados por Noel Bonilla, investigador y crítico de danza, también asesor de DanzAbierta, en el programa de mano de su estreno mundial en Chicago el pasado octubre 2014.
Durante estos días, La habana en el encanto de sus calles (a pesar de un patrimonio edilicio devastado por diversas razones), con la presencia inevitable del azul de su mar invasivo, en sus sonidos y silencios, dice Bonilla: “(…)se ha convertido en el set ideal para un nuevo puente creativo (…) y es que la memoria nos revela aquellas franjas dadoras de certezas y comportamientos para intervenir espacios similares y esos raros hálitos que nos habitan (…) Tras los posibles aires de cambio que encierra Trade Winds, Hedwig Dances y DanzAbierta, procuran ser convergencia de amistad y bondad. Puente real y soñado que se restablece en las imágenes, sonidos, respiraciones y transformaciones de sus cuerpos danzantes”.
Para lograr una clara proyección de su discurso, Bartosek contó con las contribuciones brillantes de los solistas cubanos Maray Gutiérrez (directora artística asociada de Hedwig Dances) y de Víctor Alexander (actual director de la Ruth Page School of Dance y codirector del Ruth Page Civic Ballet), ambos formados y ex bailarines principales de Danza Contemporánea de Cuba, madre nutricia de la mayoría de los danzantes locales de este singular espectáculo.
“Trade Winds” ha sido posible gracias a las gentiles contribuciones de la John D. and Catherine MacArthur Foundation, the Internacional Connections Fund; de la Nacional Performance Network (CNPN), Creation Fund Project, por Links Hall, en asociación con DanzAbierta, COCA, Kate Corby and Dancers y la NPN, así como el respaldo ofrecido por Doris Duke Charitable Foundation, la Ford Foundation y el Nacional Endowment for the Arts.