El Ballet Nacional del Sodre (BNS), dirigido por Julio Bocca, inició su extensa gira española con su debut en el Teatro Victoria Eugenia de San Sebastián, donde colgó el cartel de ‘no hay entradas’. La compañía uruguaya escogió un ballet de noche completa, “El Mesías” (1998), con coreografía de Mauricio Wainrot sobre el oratorio homónimo (1741) de Georg Friedrich Händel (1685-1759). El coreógrafo bonaerense seleccionó treinta y dos temas de la música del compositor alemán, afincado en Inglaterra. Veintiocho bailarines dan vida a una pieza no narrativa que transita por los diferentes estadios desde la efervescente alegría hasta la profunda e íntima espiritualidad.
La partitura de Händel ejerce de pilar sustentador de la obra, por lo que la musicalidad es un epíteto necesario y predicable del trabajo de Wainrot. La majestuosidad de la música supone una exigente premisa para que la coreografía esté a la altura de su solemnidad. El creador argentino consigue superar este reto con un lenguaje híbrido, a medio camino entre las líneas clásicas y el contemporáneo no estridente. Tras su periplo en el continente americano, Wainrot ejerció de coreógrafo permanente del Real Ballet de Flandes (1991-2004). Probablemente, en esa época, recibió el influjo de las corrientes coetáneas europeas, ya que este “Mesías” bien pudiera recordar en su concepción y desarrollo coreográfico a los denominados ballets sinfónicos del malogrado Uwe Scholz (1958-2004), por su carácter abstracto, la acusada musicalidad y una coreografía endiabladamente nutrida de complejos pasos.
La minimalista escenografía blanquecina –en cuyo fondo descansan siete bancos del mismo color- busca potenciar el elemento espiritual, así como concentrar la atención del espectador en la pieza de gran fluidez de movimientos. Uno de los valores más destacados de la escritura coreográfica es el predominio del aspecto coral –pese a algunos solos, dúos y tríos intercalados-, gracias al que Wainrot demuestra que sabe cómo mover con eficacia a las masas sobre el escenario, en una coreografía que podría recordar a la polifonía musical, en la que cada línea escénica desarrolla una frase en canon. La potenciación del elemento grupal permitió que el espectador pudiera disfrutar en todo su esplendor de la compañía que dirige Julio Bocca, desde 2010.
Fundado en 1935 y con muchos altibajos durante sus casi ocho décadas de existencia, el Ballet Nacional del Sodre demostró su buen nivel técnico y plenitud de energía y vitalidad. Segunda gira española y primera en la que recala el BNS en San Sebastián, en el Teatro Victoria Eugenia, un escenario lleno de historia en el que bailaron grandes leyendas como los Ballets Rusos de Diaghilev –aunque no el propio Bocca, como recordó en prensa-. Gracias a “El Mesías”, Wainrot obtuvo el Premio Konex de Platino al Mejor Coreógrafo de la Década en 1999. Y con el apoteósico final del “Aleluya”, el BNS cosechó una calurosa ovación de cinco minutos de aplausos, con gran parte del público en pie.