En la quinta semana de la temporada primaveral del American Ballet Theatre (ABT), subió a la escena por vez primera, “La Cenicienta” de Frederick Ashton, con música creada por Sergei Prokofieff,
El encantador cuento de hadas “La Cenicienta”, en esta versión tiene ciertas diferencias con la narración original. Ashton escogió para contar su historia a dos bailarines para cubrir el rol de las hermanastras de la protagonista. Ambos vestidos de mujer, motivan las risas del público.
“La Cenicienta” ha inspirado a infinidad de coreógrafos a usar el cuento desde 1945, cuando el Ballet Bolshoi estrenó su versión, la primera de muchas otras que la siguieron en la propia Unión Soviética y en otras partes del mundo. Esa primera representación era original de Rostislav Zakharoff. El afamado compositor ruso, Sergei Prokofieff compuso la música especialmente para ella. Al año siguiente, Konstantin Sergeyev hizo la suya para el Ballet Kirov; el propio Sergeyev asumió el rol del Príncipe.
Para el ABT, Mikhail Baryshnikov montó su coreografía en 1983. Le siguieron dos producciones, la de Ben Stevenson (1996) y James Kudelka (2006). Este año ha llegado, al fin, el bello montaje coreográfico de Ashton, en la dos bailarines toman los roles jocosos de hermanastras. El propio Ashton, y Robert Helpman, desempeñaron esos papeles en el estreno mundial, que tuvo lugar por el Sadler´s Wells Ballet (hoy Royal Ballet) en el Covent Garden de Londres en 1948.
ABT presenta esta producción durante una semana, cada día con un reparto diferente. Xiomara Reyes y Joseph Gorak, aparecieron en los roles de Cenicienta y Príncipe (encantador era el título que siempre se le había añadido, pero Ashton optó por suprimirlo). El resto del reparto contaba con de tres miembros solistas, Sarah Lane, Isabella Boylston y Misty Copeland, como Hadas de la Primavera, el Verano y el Otoño, y April Giangeruso, miembro del Corps de Ballet, tuvo la oportunidad de encarnar el rol de Hada del Invierno.
Esa noche se vieron en roles de importancia muchos otros miembros del cuerpo de baile. que aun no han sido ascendidos a categorías superiores. Los varios niños que aparecieron en escena eran procedentes de la academia llamada Jacqueline Kennedy Onassis (la escuela del ABT).
Ashton prepara siempre coreografías maravillosas, no solo en sus pasos, sino en la ambientación que les da. No hay en ellas nunca ni mal gusto ni exageraciones. Son lo que pudieran llamarse obras de arte.
Xiomara Reyes, la Cenicienta de la noche, es menuda y muy delicada; es por esas razones por las cuales este rol le viene muy bien. La belleza de los pasos que Ashton ha hilvanado, son desgranados por Reyes con perfección y fortaleza, muy especialmente su descenso en punta por una alta escalera que la traslada de la carroza-calabaza, al enorme salón de baile donde encuentra al Príncipe.
Gorak posee un bello físico, cuyas largas piernas incitan a la envidia femenina. Magníficas. Su futuro parece estar asegurado por sus múltiples cualidades físicas y como bailarín. No obstante, su encuentro con Reyes carecía de emoción. No parecía haber compenetración entre ambos.
De las cuatro hadas, la primera en irrumpir en danza fue Sarah Lane, Hada de la Primavera, con un baile alegre y de gran fortaleza, como anunciando las maravillas de esa época del año. Su interpretación denota que su técnica ya le permite hacer maravillas con los pies. Le siguió Isabella Boylston, Hada del Verano, dotada de elegancia y estupendas facultades para la danza, igual que Misty Copeland, sensual e intrigante, como Hada del Otoño. La cuarta Hada personificando el Invierno, April Giangeruso, salió muy bien parada de esa dura prueba. Estas cuatro bailarinas bien merecen ser ascendidas a posiciones más altas en el elenco.
El Bufón que animó el lujoso salón de baile del castillo, Arron Scott, tuvo una actuación encantadora. La excelencia de sus “split-jetés” fueron premiadas con numerosos aplausos por parte de los concurrentes.
Charles Barker, al frente de la orquesta, dirige la intrincada partitura de Prokofieff con gran maestría, e hizo sonar la orquesta con extremada brillantez.