Los habaneros amantes de la creatividad poética en la danza contemporánea, donde intervienen multimedios audiovisuales llamados “high tech”, han tenido la fortuna de asistir al pre-estreno del espectáculo coreográfico “Posible Imposible” -cuya premier mundial ocurrirá la última semana de marzo en la ciudad sueca de Malmo): una coproducción sueco-cubana entre las compañías Memory Wax (en el décimo aniversario de su fundación), que dirige Miguel Azcue, y Danza Teatro Retazos bajo la dirección artística de Isabel Bustos.
Solo con cuatro jóvenes parejas heterosexuales, el coreógrafo y bailarÍn residente en Suecia, Miguel Azcue, quien contó con la eficaz dramaturgia de Isabel Bustos Romoleroux (premio nacional de danza), ha desarrollado – en unos 70 minutos- este patético “work in progress” cual un “caleidoscopio”, sobre una idea original del propio Azcue y la artista sueca Johanna Jonasson.
Ambas agrupaciones, con el inteligente apoyo de técnicos suecos y cubanos en la elaboración de los diseños de luces y sonoros, así como las imágenes manipuladas, construidas como back-proyecciones especulares de las acciones que ocurren en vivo sobre la escena, mediante intérpretes-danzantes que van examinando , según confiesan sus creadores, el concepto de lo limitado y lo ilimitado…donde lo inesperado, lo fuera de control, dicta una nueva dirección, con la pretensión expresa de transformar -o romper- las establecidas leyes del tiempo y el espacio; para que “lo imposible se haga possible”.
La dramaturgia elegida por Bustos se concentra en una serie de juegos corporales extremos que “cuestionan o propician eventos del pasado y del porvenir”. Los ocho bailarines de ambos sexos se intercambian las parejas, violenta y contantemente como una referencia explícita a lo que ocurre en las sociedades desarrolladas del presente, -atenidos a las progresiones climáticas de una excelente banda sonora diseñada al efecto por el sueco Johannes Burstrom-, con complejas cargadas del ”contact” (no siempre impecables), en diseños espaciales de sugestivas elaboraciones eróticas en los “terre á terre”, con sus consecuentes recuperaciones expansivas hacia la búsqueda de la verticalidad (ocho sillas negras intervienen como un “déjá vu”).
Es un esforzado trabajo coral donde se destacan particularmente Eugenio T. Ruiz y Sheila San Martin ( quien también fungía como ensayadora tenaz y rigurosa). No obstante, las proyecciones de sus individualidades se nos muestran opacadas por las ejecuciones atléticas, en detrimento de la claridad en la transmisión del contenido temático (formulado en la sinopsis del programa de mano): “piezas de un todo que contrastan entre el deseo personal y la naturaleza humana”, el cual se diluyó y perdió un mayor impacto emocional en los espectadores.
Un reproche que será superado, sin duda, en las ulteriores representaciones por tierras escandinavas, del 21 de marzo al 13 de abril, durante un mes sobre los escenarios de las ciudades suecas de Malmo, Lind y Kungsbacka.
Sobre el coreógrafo
Miguel Azcue estudio danza contemporánea en la Universidad de Utah, Estados Unidos. Comenzó su carrera como bailarín en Danza Teatro Retazos, en La Habana, Cuba, y trabajó con otras agrupaciones como la Compañía Nacional de Danza de Ecuador, la Ririe Woodbury Dance Company (Estados Unidos), Carte Blanche (Noruega), en Francia con la de Philippe Blanchard, entre otras. En 2004 funda en la ciudad sueca de Malmo la compañía de danza Memory Wax, conjuntamente con la bailarina Johanna Jonsasson, con quien desarrolla la mayor parte de su trabajo coreográfico, y organiza y dirige diversos festivales de danza en espacios urbanos.
Desde 2012, desarrolla con Retazos un proyecto de intercambio cultural entre las dos compañía, con la intención de involucrar a los artistas cubanos y escandinavos. Como parte de ese intercambio, crea y dirige el festival Tránsitos Habana, que cada año se realiza en el Centro Histórico de la capital cubana.
Memory Wax
Memory Wax fue fundada en Malmo, Suecia, en 2004, bajo la dirección de Miguel Azcue y Johanna Jonasson. Es una compañía de danza con una fuerte expresión visual y un lenguaje directo y emotivo. En sus puestas en escena incorpora elementos técnicos y expresivos que estimulan la imaginación y la reflexión en el espectador.