De “acontecimiento cultural” puede calificarse el Festival de la cultura de la India que se desarrolló en la capital cubana, con motivo de la primera visita de Estado del más alto nivel político proveniente de este gran país multicultural en la mayor de las Antillas. Con eventos de diferentes manifestaciones artísticas que abarcan las artes plásticas y culinarias, cursos de yoga, muestra del cine del llamado género bollywood y, por supuesto, de música y de danza, la isla se llenó de ritmos, sonidos, sabores y olores diversos.
Correspondió a la Sangeet Natak Akademi (Academia nacional de danza, música y drama, fundada en 1953), abrir el festival con ‘’Nriyarupa’’ –mosaico formado por un muestrario de danzas representativas de las seis mayores y milenarias escuelas de danzas clásicas–, ofreciendo una deslumbrante exhibición ejecutada por los virtuosos bailarines de la compañía de danza clásica Layangikam. Allí se destacaron Guramajon Chandan Devi, Sivate Siva, Santosh Vair, Shagun Butani, Priya Ventaram y Kalamandalam M. Amalyit, con una coreografía de Suman Kumar, notable por su sobriedad y buen gusto. Apoyada por una excelente banda sonora (aunque se esperaba su interpretación en vivo), y un diseño de luces inteligente y apropiado, según los diversos cambios de estilos escénicos y de sus respectivos elaborados trajes y accesorios.
El público que desbordaba el aforo del capitalino teatro Mella, ávido de enriquecer su acervo cultural, congratuló con largas ovaciones de pie cada interpretación marcada por detalles muy específicos de la teatralidad oriental, tan diferenciada en sus matices, ya sea en el maquillaje, los movimientos y gestualidad, codificados en el tratado artístico Nâtyashâstra, probablemente fechado hace 400 anos A.C. Allí se describe, en 38 capítulos, las reglas y normas para la representación corporal de los sentimientos, así como establece las 67 posiciones de las manos –los mudras–, y las 36 expresiones oculares.
En las demostraciones de las seis escuelas, los ejecutantes se distinguieron en los desplazamientos por el inmenso escenario de este coliseo, por su técnica precisa, delicadeza y fuerza, ya sea en el Bharata Natyam, Odissi, Kathakali, Manipuri, Chau y Kathak (con un virtuoso trabajo de los pies por el guerrero-bailarín): verdadero mosaico de una tradición que ha venerado al arte como forma particular de lo religioso.
Exhibición panorámica –concebida para un auditorio mayoritariamente de cultura occidental–, como verdadero ‘’tour de force’’ al tratar de comunicarnos, en poco más de una hora y media, tan inmensa riqueza artística.