La Compañía Flamenca ECOS, fundada en 1999, está bajo la dirección general de Danny Villalonga (actualmente residente en el extranjero) y la dirección artística de Ana Rosa Meneses, hace dos meses y medio, quien se desempeña igualmente como primera bailarina y coreógrafa. Ahora, Meneses se lanzó en la elaboración de una particular concepción de un espectáculo de flamenco teatral, audaz y, por ende, retador, ya sea por las nuevas ideas expuestas como por la introducción de otros géneros y estilos que, de seguro, levantarían ronchas en la piel de los aficionados ortodoxos del flamenco.
La búsqueda de una coherencia en la dramaturgia estaba en ciernes, si bien estaba apoyada en el hilo conductor proporcionado por la puesta en escena diseñada, en su estructura total, con la asesoría de la española Luisa Romero, bailaora y profesora de flamenco, hija del afamado cantaor Rafael Romero y ex solista de la compañía de Antonio Gades.
Una aproximación “al eterno dilema de lo supuestamente tradicional y lo contemporáneo”. Lejos de la cuna donde nació este arte –gitano o no gitano–, se transita por un “puente misterioso” que pueda romper las “barreras” del tiempo.
Esta vez, sobre la inmensa escena del coliseo habanero Mella, ante una estimable concurrencia cada noche, se produce allí, según apunta el especialista Carlos Vázquez en el programa de mano, “el enriquecedor diálogo que se establece entre el lenguaje artístico (de Luisa Romero) y la estética y la coreógrafa y bailarina Ana Rosa Meneses”, la cual –como creadora–, introduce elementos de “la savia caribeña y en particular de lo cubano”.
Todo el espectáculo está concebido en función del baile y el cante como protagonistas, con intervenciones relevantes de la música, especialmente en la sección de las cuerdas, con las virtuosas ejecuciones del violinistas Jelien Baso y de los guitarristas Josvany Brito y Joel Matos. Tanto en la primera parte, con la intensa expresividad del cante jondo en la voz de Miguel Chávez (fundador de este conjunto), hubo un despliegue de conocidos palos del flamenco, ajustados a sus signos y códigos en las interpretaciones de Meneses, como después en el cuadro “Tres épocas, un linaje”, donde dialogan en el baile Luisa Romero y Meneses, para deleite de los seguidores de este arte popular.
La segunda parte del programa (de poco más de una hora) reservó varias sorpresas, tanto en los bailables como en las partes musicales. En La Ruta, de la autoría del brillante bailarín de danza contemporánea, Osnel Delgado, quien se integró con sus unitardos negros, descocertantemente, en un dúo con Meneses, sobre un apoyo musical de puro flamenco, vertiente estética enriquecedora, si bien todavía se ven sus costuras.
Otros “tableaux”’ exhiben el trabajo desarrollado por los siete miembros del cuerpo de baile (solo un chico), con o sin solistas, sobre variadas músicas, que van desde la tradicional cubana, a las archiconocidas canciones de María Grever, Pablo Milanés, Juan Manuel Serrat, o Joaquín Sabina, a las partituras originales de Dennis Peralta o de otros miembros del conjunto acompañante.
Se destacó también, con buena respuesta del público, la pieza “Casi uno”, de la coreógrafa Ángela Badell, con inteligente empleo de sillas, sobre una rumba versión de Concha Buika, con arreglos musicales de Raynier Monserrat. Igualmente fue gratificante admirar las coreografías imaginadas por su intérprete, Maisabel Pintado, como “Per Málaga”, con el acertado acompañamiento al piano por su fiel compositor, Dennis Peralta.
En cuanto a reproches, se pueden señalar detalles de dudoso gusto en algunos figurines, siempre susceptibles de correcciones en futuras presentaciones, así como ciertos momentos indefinidos de la iluminación. Seguramente, que este afiatado conjunto entregará, en un futuro próximo al cumplir la edad adulta de 15 años en 2014, producciones con una esperada autenticidad renovada.