Matthew Bourne Company

Una historia con vampiros y princesas

El innovador coreógrafo trajo al City Center de Nueva York la última de sus creaciones sobre los clásicos del binomio Petipa-Tchaikowski. “La Bella Durmiente: Un cuento de hadas gótico” comienza en el siglo XIX y termina en el XXI, con vampiros incluidos. en ella.

1 Comentario Por () | 30/10/2013

 “La Bella Durmiente: Un cuento de hadas gótico”, de Matthew Bourne, se presenta hasta el 3 de noviembre en el City Center de Nueva York. Foto: Simon Annand. Gentileza CC.

“La Bella Durmiente: Un cuento de hadas gótico”, de Matthew Bourne, se presenta hasta el 3 de noviembre en el City Center de Nueva York. Foto: Simon Annand. Gentileza CC.

Una temporada de danza otoñal con tan variadas compañías y tantos estrenos, ha comenzado en todo su esplendor en la capital de danza del mundo, como muchos se complacen en llamar a la ciudad de Nueva York.

La llegada de Matthew Bourne, autor de un  aplaudido y controversial “El Lago de los Cisnes” hace ya algunos años, era esperada entre expectativas y curiosidad. Esta vez Bourne traía bajo el brazo  “La Bella Durmiente”, maravilloso ballet  del binomio compuesto por Marius Petipa y Piotr Illych Tchaikowski, que completaría el trío de obras del gran coreógrafo y el inconmensurable compositor.

Por su parte,  Bourne, había comenzado su incursión en los clásicos del binomio indiscutible, Petipa-Tchaikowski con “Cascanueces”, y ahora la obra con la cual cierra su trío, se estrenó el 23 de octubre y seguirá en cartel hasta el 3 de noviembre en  el City Center de Nueva York y luego llegará a Washington DC, al Kennedy Center, desde el 12 al 17 de noviembre. Su título, con una adición, es “La Bella Durmiente: Un cuento de hadas gótico”. No en balde hay vampiros en ella.

Bourne ha dividido su “Bella” en dos actos, resumiendo de esa manera  el prólogo y los cuatro actos de la versión  original.  El argumento de la nueva obra comienza en 1890, con los festejos del bautizo de la pequeña princesa Aurora, al cual llegan  las hadas  invitadas a esa celebración. Una marioneta (manejada excelentemente por un diestro titiritero  que no se ve en ningún momento), simula a la princesita que gatea  por el suelo y se sube a los telones, para horror de sus cuidadoras y delicias del público, que contaba con gran cantidad de niñas ese día.

La historia continúa con la conocida furia de la malvada  hada Carabosse  por no haber sido invitada a los susodichos festejos –rol a cargo de Tom Jackson Greages (quien también dobla el personaje de Caraboc, hijo de la malvada hada) –, y maldice a la tierna bebita, vaticinándole  que morirá  en su adolescencia.  No obstante, el Hada de las Lilas, Conde Lila esta vez, interpretado por un bailarín masculino, Liam Mower, portando alas en la espalda, aparece en escena y cambia la mortal maldición por un sueño para la princesa Aurora y la corte, que se prolongará cien años,  hasta que un pretendiente la despierte con un beso de amor.

El segundo acto da comienzo en el año 1911, cuando Aurora, interpretada por Ashley Shaw, llega  a la edad de ser presentada en sociedad.  Las danzas elegantes, especialmente  en el conocido gran vals,  la bella blanca ropa de los que bailan, y las pequeñas sombrillas que algunas bailarinas portan, le dan gran distinción a la escena. Por su parte, igualmente distintos y muy interesantes son los innumerables telones, todos originales de Lez Brothersto, tan  cambiantes, que resultan  un  verdadero acierto de contemplar, por la belleza de sus diseños.

En otros cambios del argumento original,  Aurora tiene ya quien la ame: Leo,  Dominic North,  quien no es un príncipe sino un jardinero,  y ama a la joven princesa a la distancia. Él también es víctima de ese sueño largo, y se despertado a la vez que Aurora, cuando ésta  recibe el ósculo de amor que prometiera  el Conde Lila. Otro cambio en la historia original: el que lo prodiga no es el jardinero, sino Caraboc, bailarín muy atractivo de la compañía,  quien  también quiere poseer a la princesa.. Al romperse el sueño, la acción es trasladada al presente, el año 2011.

Sobre las danzas que aparecen en el primer acto y son mayormente contemporáneas –el acto más atractivo y brillante de los dos–, especialmente  las ejecutadas por las  hadas  que concurren a los festejos (tres bailarinas y dos bailarines masculinos), las que contienen  sugerencias muy aceptables de clasicismo, son las variaciones de las tres hadas femeninas, por  mostrar momentos  de la coreografía original de Petipa (especialmente la variación de los dedos,  y el constante braceo del canario que canta).

Es innegable que Bourne, más que coreógrafo, es un estupendo hombre de teatro, que domina la escena con infinidad de interesantes y atrevidas ideas, que  resultan más teatrales que bailables.  Su mente febril logra igualmente efectos escénicos extraordinarios, como resulta en este caso con el uso de una marioneta que dobla a la princesa cuando era una tierna criatura.

Referente a la labor interpretativa de los personajes principales,  la  labor de  Bowe, como la princesa Aurora,  salta repetidas veces, levanta mucho las piernas, y se lanza en los brazos de Leo o de cualquier otro caballero que coquetea con ella, con precisión y enorme fuerza, pero fuera de quitarse las zapatillas como niña malcriada para caminar descalza, mostrar que es aún una niña malcriada, y parecer que va a trepar por los telones,  como la marioneta lo hiciera antes que ella, no aparece nada más que sea relevante en su actuación. No hay tampoco interpretación, solo caminatas y saltos. North, el jardinero,  por el contrario,  sabe expresar sus sentimientos amorosos con justeza, además de  tener  precisión en su danza.

Matthew Bourne narra su propia historia del cuento clásico de "La Bella durmiente" en Nueva York. Foto: Simon Annand. Gentileza CC.

Matthew Bourne narra su propia historia del cuento clásico de “La Bella durmiente” en Nueva York. Foto: Simon Annand. Gentileza CC.

Después que Aurora y Leo despiertan,  aparecen varias parejas que visten bellos trajes de color rojo brillante, en lo que parece ser  una discoteca, por las colgantes lámparas de neón azul que adornan el lugar, bailando con estridencia y simulando una orgía. Para finalizar la  escena, Caradoc, como vampiro principal y portando en su espalda  enormes alas, trata de  ejercer dominio absoluto sobre la escena, sin embargo, en el desorden de la orgía, es apuñalado por uno de sus súbditos. Con su muerte termina el maleficio y como decía un antiguo dicho: “todos vivieron felices por siempre jamás”.

Aurora y Leo, y el jardinero, cogidos de la mano, aparecen en escena nuevamente, y rápidamente pasan  a ocupar una cama, que dos hadas cubren con una enorme tela. No transcurren muchos minutos para que reaparezcan llevando de la mano a la pequeña marioneta. Un resultado que no necesita explicación, no obstante, queda para ser interpretado por quienes gusten de los crucigramas.

Matthew Bourne, con sus obras que pueda decirse son “fuera de serie”,  se ha ganado un lugar en la historia de la danza. Sus trabajos serán catalogados de acuerdo con el gusto de la mayoría.


1 Comentario para Una historia con vampiros y princesas

  1. 07/11/2013 at 4:05 am | Permalink

    GT5 is by far the best version so far, I simply love this game, brilliantly executed Rockstar!!

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