Taller Coreográfico, donde varios de sus integrantes y otros artistas invitados dieron a conocer los frutos de sus inquietudes creadoras. Foto: Javier Núñez. Gentileza BNC.
Para valorar en todo su significado la decisión tomada por la dirección artística del Ballet Nacional de Cuba, de organizar y apoyar (con los escasos recursos disponibles), un taller coreográfico, hemos estimado necesario incluir las notas el programa firmadas por el subdirector técnico y laureado diseñador escénico Salvador Fernández (miembro también de la dirección artística de la compañía):
“En el año 1965, el Ballet Nacional de Cuba fomentó la idea de un Taller Coreográfico, donde varios de sus integrantes y otros artistas invitados dieron a conocer los frutos de sus inquietudes creadoras. De aquella experiencia, que tuvo continuidad en otros empeños realizados en 1966, 1967 y en años posteriores, surgieron trabajos experimentales y otros de trascendencia dentro del repertorio de la compañía. Este año, coincidiendo con el aniversario 65 del BNC, hemos retomado tan valiosa idea, la que ha sido recibida con gran entusiasmo”. (…)
En este Taller se aceptaron nueve proyectos de jóvenes artistas de la danza, con prometedoras dotes para la creación. Cuatro integrantes del cuerpo de baile del BNC se adhirieron al proyecto: el primer bailarín José Losada, la solista Regina Hernández, así como Laura Pérez y Lyvan Verdecia (recién graduado de la Escuela nacional de ballet). Los tres primeros, apunta Fernándes, hacen su primera incursión coreográfica, mientras que Verdecia llegó a ser premiado con una pieza corta presentada en un Encuentro de Escuelas de Ballet en Canadá.
A ellos se sumaron también las obras de dos ex integrantes del BNC: Ismael Pérez, actualmente profesor de ballet de su propia escuela de danza en la capital japonesa, donde reside hace varios años, y Alejandro Sené, alejado de las tablas por lesiones, y en el presente labora como investigador en el Museo nacional de la danza. Igualmente, participaron tres coreógrafos con experiencias precedentes, provenientes de diversos medios expresivos de danza, como Maysabel Pintado (del mundo de las danzas ibéricas y ganadora del premio 2010 del Concurso coreográfico iberoamericano “Alicia Alonso”), Laura Domingo, profesora de ballet con una obra bailada por el BNC en 2012, y Luvyen Mederos, bailarín y coreógrafo de danza contemporánea, con trabajos realizados dentro y fuera de Cuba.
El programa, concebido para dos noches, en la Sala Avellaneda del Teatro Nacional de Cuba –sede temporal mientras continúen las obras de restauración de la Sala García Lorca–, incluyó un conocido solo de la Alonso, “Muerte de Narciso” , sobre un poema de José Lezama Lima, que fue interpretado con acierto por el italiano Luca Giaccio, invitado del Ballet de L´Opera di Roma, así como varios pas de deux del repertorio clásico, caballos de batalla en las galas internacionales, donde brillaron los talentos juveniles de Gretel Morejón (Esmeralda), Dayesi Torriente (Excelsior), Etheysis Menéndez o Víctor Estévez (ambos en El Talismán), y la revelación de Manu Navarro, primera bailarina del Ballet Nacional de Panamá, con una emotiva y elegante interpretación de “El mercader y la esclava”, con el apoyo del cubano Giancarlo Pérez, de fuste y asombrosos saltos. Las versiones cubanas de los iconos creados por Petipá hicieron disfrutar de buenas aproximaciones estilísticas.
(Continúa)
Asistí a las funciones en las que se presentaron sus obras estos jóvenes coreógrafos, parte de ellos debutantes. Aunque algunas de las obras podríamos inferir como trabajos inacabados, por razones de tiempo posiblemente, lo positivo fue ver éstas en la puesta en escena. Presenciar el nacimiento de los nuevos talentos para el necesario perfil dentro de la propia institución y fuera de ella, es el mérito final definitivamente.
Me asfixia, la coreografía de Maysabel Pintado (Música : Denis Peralta, Vestuario : Salvador Fernández, Diseño de Luces Rudy Artiles) impresionante, obra terminada para el público. Las razones: la adecuada integración del tema con la gestualidad danzaria, la síntesis en el mensaje claramente trasmitido. A destacar el vestuario: sencillo tanto por su diseño , el color seleccionado y los accesorios que apoyaron magistralmente en propio sentido del de la obra. También la iluminación idónea apoyó la ambientación. La coreógrafa logró a un cien porciento que sus intérpretes captaran su idea, de la que se apropiaron y trasmitieron de manera clara y efectiva ejecutando pasos técnicos con fluidez y seguridad encomiable, logrando la comunicación inmediata con el público. La excelente interpretación a cargo de los talentos Lissi Báez, Mercedes Piedra, Maureen Gil, Gabriela Lugo, Mónica Gómez, Adarys Linares y Yaima Méndez , todas estas bellas mujeres que solamente al final de la obra pudimos ver sus rostros.
Entre las obras terminadas sin dudas Me asfixia una de ellas.