Durante un mes la Pan American Symphony Orchestra, dirigida por el argentino Sergio Buslje dejó su huella en Washington DC con la séptima edición del DCTango Festival. La Embajada Argentina y el Lisner Auditorium de la George Washington University fueron los lugares clave para esta cita con el tango que ya es un hito en la ciudad.
Desde el 4 de abril hasta el 4 de mayo, hubo clases de tango gratis todos los jueves, con una convocatoria que superaba las cien personas cada vez. Semana por medio, milongas, cine, conferencias y conciertos formaron parte de este encuentro con la danza y la música rioplatenses más conocidas internacionalmente. En los Estados Unidos, desde el memorable estreno de Tango Argentino en Broadway en 1983, el tango se ha convertido en una suerte de obsesión para el que osa probar los primeros pasos del baile.
El 10 de mayo, se inauguró la muestra “Tango Visions” en la Embajada Argentina, que reunió a pintores argentinos del área de DC con obras referidas al tango. El grupo PA7 (Pintores Argentinos 7) está integrado por Sara Burlé, Roxy D’Elia, Felisa Federman, Marcelo Novo, Miguel Pérez-Lem, Fabián H. Ríos Rubino, Claudia Samper y Susan Weidemann. La muestra sigue abierta al público hasta el 31 de mayo.
Este año, Héctor Orezzoli y Claudio Segovia, los creadores del fenómeno Tango Argentino en el mundo, tuvieron su espacio a través de la charla “The Inside Story of Tango Argentino and Its Influence on the Rebirth of Tango”, realizada por el bailarín e investigador Anton Gazenbeek, en la Embajada Argentina, el miércoles 24 de abril. Una presentación documentada con datos, entrevistas y videos sobre los primeros protagonistas de esta historia que aún continúa.
Un recital de Morena Piano Trio, a puro Piazzolla, también se incorporó a este festival que cada año trae propuestas diferentes. Pero lo que ya es un rito, es el concierto de despedida, siempre en el Lisner Auditorium, y siempre con un formato, de alguna manera, tradicional: orquesta de tango y tres parejas de bailarines que al final del show salen a bailar juntos.
Carolina Jaurena y Andrés Bravo; Annatina Luck y Anton Gazenbeek, y Carolina Zokalski y Diego Di Falco fueron de la partida de “Tango”, que contó también con dos músicos invitados, el uruguayo Raúl Jaurena (bandoneón) y el argentino Octavio Brunetti (piano).
Este año, Buslje se enfocó en tangos más tradicionales, como “Derecho Viejo”, de Eduardo Arolas, “A Evaristo Carriego”, de Eduardo Rovira, o “El Choclo”, de Ángel Villoldo, entre otros. La orquesta, cuyo sello permanente es la calidad y el alto nivel de sus músicos, sonó impecable.
Con “Negracha”, de Osvaldo Pugliese, salieron a escena Luck y Gazenbeeck. La pareja, que lleva varios años bailando juntos, ya tiene sus códigos propios. Después llegó “Chiqué”, de Ricardo Brignolo, con Zokalski y Di Falco. Ambos se deslizan en el escenario con un tempo particular, buenos desplazamientos, y una particular y sobria manera de bailar el tango, sin pirotecnias, pero sin escatimar lo mejor de la danza.
Buslje también incorporó un compositor contemporáneo, Emilio Kauderer, autor de la música de la película “El secretos de sus ojos”. Su tango “El desquite”, fue magníficamente interpretado por la orquesta y el violín solista, Diana LeGrand.
Jaurena y Bravo, bailaron “Nocturna”, de Julián Plaza, con gracia, destreza y buenos matices, en una versión de tango-escenario donde la bailarina se luce con su gracia y musicalidad. Ambos también bailaron “Gallo ciego”, de Agustín Bardi, con sensualidad y precisión, y “Felicia”, de Enrique Saborido.
El toque romántico y delicado lo pusieron Zokalski y Di Falco con una elegante y acertada versión de “Desde el alma”. La sutileza y el acertado estilo dominan en esta pareja que también supo adentrarse en los compases de “Recuerdo”, de Pugliese.
Un tango más eléctrico y dinámico trajeron Luck y Gazenbeeck con “Quejas de bandoneón”, de Aníbal Troilo. Saltos, filigranas, firuletes y un gran despliegue de movimientos amalgamados con una sucesión de pasos casi imposibles de seguir, ambos mostraron velocidad para encarar este tango. Un estilo semejante llegó también con “Tanguera”, de Mariano Mores. Tal vez una excesiva pirotecnia, saltos, giros y una extraña posición de las manos, más apropiada para la danza clásica que para el tango marcó esta pieza.
Para el final, Buslje dejó “La Cumparsita”, de Matos Rodríguez, donde las tres parejas salieron a escena para los compases de un final que tuvo de regalo “Libertango”, de Ástor Piazzolla.