Una combinación que incorpora diferentes lenguajes y estilos, y que a su vez permite mostrar la personalidad de cada bailarín en su punto más justo. El American Ballet Theatre (ABT) en su primera función en el Opera House del Kennedy Center de Washington DC subió a escena un caleidoscopio de obras e intérpretes en un programa mixto que incluyó a George Balanchine, a José Limon y a Alexei Ratmansky.
La primera obra de este programa mixto que comenzó el martes 9 de abril fue un clásico: un indiscutible con sello de George Balanchine. “Symphony in C”, que fue creada en 1947 para el Ballet de la Opera de París bajo el nombre de “Le Palais de Cristal”. Balanchine descubrió esta sinfonía “perdida” de Georges Bizet a través de su Igor Stravinsky y la compuso en dos semanas para la compañía parisina.
Con maestría y prolijidad impecable, el ABT se hizo cargo de esta pieza que presenta tantos desafíos como goces. Brillante el primer movimiento, el cuerpo de baile lució impecable, fresco. Paloma Herrera, musical, precisa y sólida, lideró con la solvencia que la caracteriza. Maravillosa la fluidez de sus brazos, sólidas piernas, y su indiscutible experiencia hicieron de este primer movimiento algo absolutamente cautivante. James Whiteside, fue un buen partenaire, atento y prolijo.
Hee Seo, que acaba de ascender a bailarina principal, es delicada y refinada, con buena técnica y poco compromiso emocional, logró poner un toque enigmático al segundo movimiento. Isabella Boylston y Daniil Simkin cubrieron el tercero y Sarah Lane y Jarret Matthewss, el cuarto.
Con un estilo y gestualidad diferente, el pionero de la danza moderna en los Estados Unidos, José Limon creó “The Moor’s Pavane” en 1949 con el subtítulo “Variaciones sobre un tema de Otelo”. Limon, hizo una síntesis perfecta de personajes y situaciones para describir las cavilaciones tormentosas de Otelo y la intriga de Iago y su mujer que llevaron al moro a enloquecer de celos.
Nada más apropiado para un bailarín-actor, intenso, como Marcelo Gomes que esta pavana que reúne elementos clave y sutiles del drama de William Shakespeare. El bailarín captó con claridad el clima, el espíritu y los intrincados caminos psicológicos del personaje para convertirse en un Otelo indiscutible. Julie Kent, fue una etérea y amante Desdémona. Sutil, delicada, frágil y conmovedora.
Este primer programa cerró con “Symphony #9”, un ballet que el ruso Alexei Ratmansky realizó para el ABT el año pasado, con música de Dmitri Shostakovich compuesta en 1945. Con vestuario de Keso Dekker en tonos celestes y negros, la obra, cargada de frenesí, se apoya en un lenguaje abstracto en el que combina trabajos grupales, individuales y dúos con algunos guiños de humor. Y hasta por momentos, insinúa cierta secuencia argumental.
Los protagonistas principales, el italiano Roberto Bolle y Veronika Part hicieron una buena dupla. Cuidadosos y delicados, ambos lograron ligar secuencias y movimientos en esta obra que por momentos parece no tener rumbo fijo. Simone Messmer y Craig Salstein compartieron roles principales, acompañados por un dinámico y entrenado cuerpo de baile que en ningún momento perdió la energía pautada por el coreógrafo.
La Kennedy Center Opera House Orchestra sonó con impecable exactitud, conducida por Charles Barker.