Actividades del Festival Internacional de las Artes y el Butoh. Hacer clic aquí.
A veces desconocido, otras ignorado y en ocasiones, incomprendido, el butoh se instala, a partir del 15 de agosto en la ciudad de Buenos Aires, Argentina y se quedará un año entero en el Primer Festival Internacional de las Artes y el Butoh, “Ancestros-Memoria-Verdad”, que lleva como título “Un año de Butoh Arte por la Paz y los DDHH”. El festival de butoh, gestado por uno de los más reconocidos bailarines y conocedores de este arte, Gustavo Collini, se expresará también a través de otras artes, como la literatura, la pintura, la música y el cine.
“El butoh –dijo Collini–, otro modo de mirar y de observar las cosas desde la vereda de enfrente, tomando cierta distancia”. El festival cuenta con la participación del bailarín Tadashi Endo, conocido mundialmente por su trabajo en “Las Flores de Cerezo”, de Doris Dörrie, quien inaugurará el festival con “Ikiru – Vivir”, un homenaje a la coreógrafa alemana Pina Bausch. En esta obra Endo homenajea y recuerda a dos grandes amigos y maestros: Kazuo Ohno y Pina Bausch. “Ohno era como un padre del que aprendí mucho acerca de la vida –afirmó Endo–, de la danza y del respeto a todas las criaturas”.
A su vez, Endo formará parte, junto a Collini, de una serie de danzas y escenas naturalistas que formarán parte del film “Orígenes – Los gestos del silencio”, dirigido y protagonizado por Collini. Durante el festival también se entregará el premio Yapan Fenix Bicentenario a las Artes al maestro y director Yoshito Ohno.
Coreógrafo, actor y bailarín, Endo, nacido en 1947 en Pekín y nacionalizado japonés incluye en su repertorio Teatro NOH, Kabuki y Butoh, así como las formas tradicionales del teatro occidental que adquirió en el Instituto Max-Reinltardt-Seminari de Viena.
En 2008 participó como coreógrafo y bailarín en el film “Las Flores del Cerezo”. Actualmente Endo es uno de los máximos referentes de la estética Butoh a nivel mundial.
La propuesta “Ancestros, Memoria, Verdad” propone a los participantes trabajar la memoria de los pueblos, explorando los diversos rincones de su historia: situaciones de conquista, opresión y saqueo, persecución ideológica y exterminio.
Simbolizando lo reprimido, lo violentado, lo ultrajado, lo puesto en anonimato, lo desaparecido, lo olvidado, nos acercamos a nosotros mismos como seres individuales y colectivos, a la verdad de nuestra propia existencia, que nos permitirá resurgir como el ave Fénix.
Este ejercicio socio-cultural es ofrenda a los ancestros, conexión que da la claridad suficiente para iluminar el camino a seguir.