American Ballet Theatre

Una función inolvidable

En la tercera semana de su temporada en el Metropolitan del Lincoln Center, la compañía llevó a escena “La Bayadère” en la versión de Natalia Makarova, con Alina Cojocaru y Herman Cornejo en los protagónicos.

1 Comentario Por () | 01/06/2012

El ABT presentó “La Bayadère” en el Met de Nueva York. Foto: Marty Sohl. Gentileza ABT.

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En la tercera semana de su temporada en el Metropolitan del Lincoln Center, el American Ballet Theatre (ABT) trajo a la escena otra de la grandes obras con historia: “La Bayadère”, originalmente coreografiada en 1877 por Marius Petipa, para el entonces Ballet Imperial del Teatro Mariinsky de San Petersburgo.

Sobre la melódica música de Ludwig Minkus, el coreógrafo francés produjo uno de sus mejores trabajos, que no se conoció en el mundo occidental hasta 1961, cuando el Ballet Kirov (antes Mariinsky), en su primera gira fuera de la “cortina de hierro” de la época, la presentó al ávido público de Londres, París y Nueva York.

En 1963, Rudolf Nureyev, ya exiliado, escenificó para el Ballet de la Ópera Nacional de París, el acto segundo, conocido como Reino de las Sombras, hermoso trabajo considerado la obra maestra de Petipa. No obstante, la versión completa de “Bayadère”, en cuatro actos, la realizó Natalia Makarova, con sus propios arreglos y dirección, para el ABT en 1974. Poco antes de su muerte, en 1992, Nureyev creó su propia versión de la obra en tres actos, para el Ballet de la Ópera Nacional de París.

“La Bayadère” de Makarova lleva escenografía de Pierluigi Samaritani, y bello vestuario de Theoni V. Aldredge. No obstante, el atractivo vestuario clásico, llamado “tutú”, ahora lleva una saya de “plato”, en vez de lucir unos pocos vuelos que lo harían parecer deliciosos “bon bons”, o motas de algodón. Los tiempos cambian, pero esos cambios no siempre complacen todos los gustos.

El reparto anunciado recayó sobre tres primerísimas figuras, admiradas internacionalmente: Alina Cojocaru fue la tierna bailarina del templo, Nikiya (la Bayadère del título). Herman Cornejo interpretó al casquivano guerrero Solor, quien traiciona sus propios sentimientos, y el rol de la feroz Gamzatti, defensora de sus caprichos a toda costa (incluido el asesinato), correspondió a una solista del elenco, Isabella Boylston, que reemplazó a Natalia Osipova, originalmente programada para ese rol.

Examinando el resultado que Boylston obtuvo de su interpretación, puede afirmarse que si bien no marcó un nuevo camino para el rol, su actuación fue correcta. No intentó sobrepasarse de lo que ella, sin duda alguna, sabe que puede lograr. Hubo vueltas innumerables, todas muy correctas y bien logradas, incluidos fouettés. Su trabajo mereció aplausos, y quizás su promoción a bailarina principal, no está muy distante.

Cornejo ha encontrado su pareja perfecta. Cojocaru es pequeña de estatura como él, y se aviene a este clasicista maravilloso con total maestría. ¿Qué se puede añadir a lo que antes se ha dicho hasta la saciedad de ambos? Cornejo continúa deslumbrando por la perfección de su ballon, que lo sube a alturas enormes, sin mostrar ninguna preparación para lograrlo. Por otra parte, le dio al público el virtuosismo que parece ser el plato fuerte de hoy, y no tardó en lanzarse por los aires con dobles assemblés, cabrioles con batida de piernas triples, además de lograr vertiginosos pirouettes, que siempre terminan en cámara lenta. El público, ni corto ni perezoso, con gritos y aplausos disfrutó a sus anchas de todas aquellas diabluras, hechas dentro de la mejor forma académica.

Cojocaru, por su parte, es ligera como una brisa de primavera. Además, sabe cómo expresar dramatismo sin caer en exageraciones. En su cara, igual que en su cuello y hombros, puede notar el drama que el papel exige, y la ternura del amor hacia su pareja también está ahí, presente. El gran Pas de Deux del Reino de las Sombras, con la larga tela de gasa que a ratos, envuelve a ambos, jamás ha sido tan correctamente logrado como resultó ese día.

El Corps de Ballet merece un aparte especial, por su magnífica unidad en el Reino de las Sombras, únicamente comparable a sus compañeras del Kirov, donde nunca hay un pie más alto que otro, ni un braceo fuera de lugar. Después del desfile por la pasarela, que culmina con las 24 sombras en escena donde ejecutan sus variaciones, el público reaccionó con aplausos cerrados y de larga duración, premiando una bien lograda escena.

Al finalizar la presentación, la enorme cortina dorada del Met, fue abierta una docena de veces (o quizás más). El público, arrojando flores al proscenio, no parecía querer marcharse a casa. Entre estas flores hay que dedicar un ramo a la orquesta, muy bien dirigida por Ormsby Wilkins, el director principal de la compañía.

1 Comentario para Una función inolvidable

  1. elsa's Gravatar elsa
    04/07/2012 at 11:14 pm | Permalink

    No tengo palabras para describir lo que representa herman cornejo , uno de los mejores bailarines del mundo, completo con una tecnica impresionante de una exquisita presencia escenica ,con un talento poco comun de ver hoy endía . ya que por lo general se perdio ese angel interno en la mayoria de los bailarines, ahora son muy mecanico solo tecnica,menos mal que esta este joven ta maravilloso que rescata de nuevo lo que es ser un verdadero artista .

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