Cubana por adopción, la coreógrafa ecuatoriana Isabel Bustos acaba de recibir el Premio Nacional de Danza 2012 en reconocimiento por su aporte a la danza. Fundadora del grupo Retazos, fue pionera en el lanzamiento de un festival de danza callejera que hoy tiene reconocimiento internacional y marca escuela.
Cuando empezó, armó un conjunto integrado por siete bailarines, ahora son cerca de 30 personas, y tienen tres festivales. El Callejero lo iniciaron pensando en la gran escenografía que es el Centro Histórico de la Habana Vieja. Siempre le gustado los retos…
¿Cómo llegas a Cuba?
Isabel Bustos: En los primeros años de la Revolución a mi padrastro lo nombran embajador de Ecuador en Cuba. Llegamos mi madre, mis hermanos y yo, y en seguida mi madre se deslumbró con el proceso revolucionario cubano. Dos años después, cuando a mi padrastro lo asignan para otra embajada, ella decide quedarse, apasionada como estaba por lo que ocurría en esos años 60. Así que mi hermana Pilar ingresó a la escuela de artes plásticas y yo a la de ballet. Eso significó mucho para mi. Entonces el maestro Fernando Alonso estaba a cargo, y Loipa Araújo, Josefina Méndez, esas grandes bailarinas, se iniciaban como maestras de ballet. Había rigor, dedicación y entrega en la enseñanza. Cuando terminé decidí irme con el maestro Guido González, que era muy creativo y en una línea contemporánea. Me pareció que esa opción era mucho más clara para mí, porque en verdad estaba en ballet por mi madre, pero ni mi estructura mental ni física se ajustaban para que fuera un cisne.
¿Qué acontece en Ecuador posteriormente?
IB: En Ecuador, primero, estuve estudiando Sociología, empero había una maestra que por esa época quería fundar la Compañía nacional de danza. Por su insistencia volví a la danza, y fuimos parte de la generación que fundó esa compañía en el Ecuador. Allí hice mi primera coreografía: “Cono Sur”. Trataba el tema de la represión en Chile. Luego estudié en México, en el Centro Superior de Coreografía, y también realicé estudios en París. Estas experiencias fueron muy importantes, al poder intercambiar con diversos coreógrafos y agrupaciones de muchas partes del mundo. Y estando en París, me percaté de que tenía que regresar a trabajar en América Latina, porque en Europa muchas cosas estaban hechas y aquí había mucho por hacer, y porque los lenguajes siempre iban a ser diferentes. Los latinoamericanos somos más afectivos y tribales, tenemos otro pensamiento. De ese modo conoces y te reconoces, sabes que perteneces a un continente, y dices: “aquí es donde voy a plantar la bandera”.
¿Por qué regresas a Cuba?
IB: Después de dar vueltas por muchos lugares, me dije: “No, es en Cuba”, y aquí me quedé. Mi familia estaba involucrada afectivamente con el movimiento revolucionario. Se sentía la euforia de la época. Creo que la vida no tiene sentido si uno no construye algo para la sociedad donde vive. No se puede vivir mirándose el ombligo. Y pienso que este mundo es quizás más difícil, pero también es muy auténtico, un lugar donde podemos ser nosotros mismos y hacer por los demás. Aquí no te arrastra la vorágine de la sociedad de consumo. Fuimos también una sociedad de jóvenes que crecimos de una manera diferente, no siempre con la velocidad que queríamos para hacer las cosas, pero, así y todo, la vida tenía más sentido. También me casé en Cuba y mi hijo es cubano, además de bailarín y coreógrafo residente en Suecia, y aunque ha sido un gitano como toda mi familia, sus raíces están aquí, y él regresa y hace alguna obra en Cuba todos los años.
En 1987 fundas “Retazos”…
IB: La primera generación de Retazos fue muy sacrificada. En esa época yo no tenía local propio, y trabajábamos en la sala de mi casa que era de 4 x 4. Apartábamos los muebles y allí realizamos el primer espectáculo, que luego presentamos en la Sala Avellaneda del Teatro Nacional de Cuba, mil veces más grande que mi sala. Se llamó “Mujeres”. De ahí salté a cientos de lugares…y comenzó entonces a denominarse Danza-teatro, por deseo de la actriz y directora Raquel Revuelta con motivo de una evaluación que otorgaba la aprobación profesional oficial de la compañía. Luego vinieron tiempos duros, que denominamos período especial, tras el derrumbe del campo socialista europeo, cuando se cerraron muchos teatros. Por esa época fui al municipio de la Habana Vieja para ver locaciones, me encantaban los espacios y esperaba encontrar un jardín o un parque para trabajar.
¿Acaso así nace el Festival llamado popularmente “el callejero”?
IB: Bueno, ¡cuando empezamos éramos cinco gatos! Yo veía que la danza se quedaba en los teatros, y la que se bailaba en la calle era muy subestimada. Lo que el Festival ha hecho es revalorizar el movimiento artístico en la calle y la relación del público con la danza. En la Compañía siempre hemos apoyado los nuevos proyectos, la libertad de creación, la improvisación. Hoy, Retazos es como un laboratorio: lo caracteriza la búsqueda constante. Eso ha influido en su estilo. Hay una forma de moverse, un tiempo que está inspirado mucho en conceptos, hay una dramaturgia. En otras compañías es muy importante la técnica, exhibir el cuerpo. Nosotros hacemos una danza que quiere ser, esencialmente, muy emocional.
¿Qué significa Retazos en todo este contexto?
IB: Retazos ha sido un poco ese rebelarse ante la adversidad, asumir el reto, y creo que esa ha sido su fortaleza: la perseverancia, el no detenerse nunca ante ideas claras y concretas, no darse el lujo de cansarse. Hoy, tenemos el apoyo del Ministerio cubano de cultura y somos parte de la Oficina del Historiador de la Ciudad, que tutela el curador magnífico Eusebio Leal, gracias al cual este sueño es posible, porque antes, como dije ya, éramos nómadas migrando con maletas en las espaldas y los proyectos en la mente. Esta sede definitiva ha sido el escenario donde Retazos se convirtió en un proyecto mucho más amplio de lo que ninguno de nosotros pudo imaginar al inicio.
Entrevista autobiográfica de la coreógrafa cubana por adopción extraída del primero de los boletines editados ad hoc con motivo del XVII Festival internacional de danza en paisajes urbanos: Habana Vieja, ciudad en movimiento, durante la última semana del mes de abril. Transcripción y edición RM (Cuba).