Dos días antes de la Gala, el festival ya había comenzado en varios teatros de la La Haya. En el Lucent Dans Theater, casa del NDT estuvo la francesa Sylvie Guillem. Con su programa “6.000 Millas” se hace solidaria con las víctimas del Tsunami en Japón hace casi un año. Cuando éste ocurrió ella estaba trabajando en Londres, a 6.000 millas de los sucesos, de ahí el título.
Este programa está compuesto por obras nuevas de Mats Ek y William Forsythe y una reposición de Jirí Kylián.
Forsythe creó por primera vez una pieza para Guillem, cuando ella tenía 18 años y bailaba en la Ópera de París, revolviendo el polvo de ésta, por aquella época, polvorienta institución. En 1989 deja París por el Royal Ballet de Londres, donde ella sigue levantando el polvo de otra polvorienta institución. Porque así es la Guillem. Si se hubiese quedado con su protector, Rudolf Nureyev, en París, quizás este programa no hubiera sido posible.
“Rearray”, de Forsythe, está formado por una serie de fragmentos, solos y duetos, separados por momentos de oscuridad y silencio. Los solos son ejecutados ya por ella ya por el bailarín Massimo Murru, y los duetos por ambos en un diálogo de movimientos y poses clásicas (faltan las puntas) entrelazados con los toque forsythianos, que forman su idiosincrasia y firma.
Para el programa “6.000 Millas” se pidió a Kylián su participación. Por causas imprevistas la creación se vio imposibilitada, de modo que Kylián les regaló su obra “27’52″, anteriormente creada para el NDT 2 ahora interpretada con gran sensibilidad por Natasa Novotna y Vaclav Kunes, ambos ex-bailarines del NDT.
Pero no hay bien que por mal no venga, de modo que, al no actuar la súper estrella en esta especie de intermedio, se pudo preparar para la tercera obra : “Bye de Mats Ek”, un largo y exigente solo. No es que ella en realidad necesite este descanso, porque a sus 46 años parece no haber perdido ni un átomo de esa flexibilidad y gracia que la caracteriza.
Ahí está Guillem dueña y señora del escenario. Solamente una especie de puerta, pantalla o espejo ayuda a interpretar, si es que hiciera falta, algunos momentos ¿de su vida? Un perrito, un hombre, otras personas ¿familiares, amigos…? ¿por qué Bye?
Aunque vestida de “maruja”, parecería un ama de casa medio rebelde, que le da por bailar, saltar o patalear cabeza abajo y patas arriba. ¿Es esa la Sylvie que le hizo enfadar a Rudolf Nureyev por desobediente o entristecer a Kenneth McMillan por tozuda? Nadie como Ek podría poner en escena a esta Sylvie Guillem: la auténtica.
Me encanta Silvie Guillen … She is perfect..