Con los atractivos decorados del San Franciso Ballet, la época del “Cascanueces” traslada al público de San Francisco a través de un viaje nostálgico a la Exposición Panama-Pacific de 1915. Un reparto donde los intérpretes estaban familiarizados con todos los papeles, hizo que el “Cascanueces”, creado por Helgi Tomasson, director de la compañía, pareciera más ardiente el día del estreno.
Ahí estaba Val Caniparoli saltando en distintos momentos con apropiada soltura como Herr Drosselmeyer. Ricardo Bustamante y Pascale LeRo, como el matrimonio Stahlbaum, distribuían sonrisas, mientras los abuelos, Jorge Esquivel y Anita Paciotti, hicieron recordar que la vejez abriga aún cierta juventud, además de una pizca de gracia.
Para ser un muñeco que baila. Jack-in-the-box se requiere de extremidades flexibles, y el solista Garen Scribner cumplió con el papel con magníficos cambrés. Clara Blanco ha bailado la muñeca desde que casi se unió a la compañía, con brazos duros, torso que se pliega con rigidez, extraños movimientos con la cabeza, y besos de rigor logrados a la perfección., El cascanueces de Daniel Baker fue bendecido cuando logró con gran facilidad un fuerte salto, y su intentos con la espada hicieron las delicias de los niños presentes a la fiesta.
La escena de la lucha, con el aparador aumentado, para permitir que aparecieran el cañón de juguete y los caballos, hizo que parecieran estar llenos de vida: los ratones mostrando sus músculos pugilistas, especialmente el rey de los ratones, Daniel Deivinson, quien resultó particularmente grandioso, gesticulando a sus tropas, y haciendo gestos de que cortaran la cabeza al cascanueces Nicole Finken como Clara, llevó la trampa para cazar los ratones hasta las piernas del monarca, permitiendo que el cascanueces se levantara del suelo, y entregara su estocada final. Los momentos finales del monarca fueron dignos de aparecer en cualquier espectáculo de gran melodrama, antes de que quedara esculpido dentro del foso de la orquesta.
La escena de los copos de nieve, fueron casi una tormenta antes de que Vanessa Zahorian ejecutara sus giros finales, atendida por Davit Karapetyan, donde ambos rindieron elegantes demostraciones. El trabajo del coro, en la escena invernal, no posee ninguno de los remolinos de vueltas, ni los movimientos que Lew Christensen le dio a la escena, que reflejaban los caprichos de la naturaleza en la danza.
Detrás de su máscara y túnica, Gennadi Nedvigin, emergió con clásica simplicidad, turn-out total, elevándose con facilidad y sencilla cortesía. Deués del intermedio, su relato-mímica de la batalla sufrida, resulta un testimonio de su entrenamiento en el Bolshoi, que fue una total recapitulación de lo sucedido. Explicando con facilidad cada instancia de la batalla, incitaba a ponerse de pie y vitorear viendo el Hada Garapiññado de Franches Chung, llevada a cabo con total dominio de las tablas.
El Vals de las Flores igual que los insectos situados alrededor de la historia, es uno de los pocos momentos donde se evoca al invernadero de flores ocupado. A pesar de cambiar para otro lugar, el trineo y los asientos, la escena parecía bastante vacía. No obstante que la variación rusa de Anatole Vilzak llenó la escena con el exuberante Pascal Molat a la cabeza, seguido de Daniel Baker y Benjamin Stewart.
También de gran fuerza resultaron los hombres en la danza española,, con Isaac Hernández en frente del grupo, compuesto por Diego Cruz y Francisco Mungamba, con Dana Genshaft y Courtney Elizabeth, éstas en posiciones fingidas, si bien moviendo las faldas y abriendo los abanicos con elegante estilo.
Maria Kochetkova salió retraídamente como Clara, con los ojos muy abiertos por su cambio total en tamaño, vestido y entorno. Hizo el Pas de Deux con Nedvigin como exploración, reconociendo a su compañero como su guía y protector. Ella, con total autoridad, y serena seguridad. El entrenamiento de ambos en el Bolshoi los une aún más, haciendo de presentación una secuencia de inafectada simplicidad, conscientes de ellos mismos en lo referente al espacio, que resulta un espectáculo raro, pero altamente satisfactorio.