No pocos habrán sido los que recibieron con sorpresa la noticia de que Carlos Acosta, con apenas 38 años, fuera proclamado ganador del Premio Nacional de Danza 2011. Imagino que no pocos, sobrepasado el impacto de la información hayan considerado las razones por las cuales este galardón, hasta ahora concedido a figuras de trayectoria mucho más extensa, haya recaído en este joven, cuyo nombre es ya familiar en tantos teatros del mundo. Y así, se habrá comprobado que él, sin dudas, el bailarín de mayor renombre internacional de cuantos han salido de la prestigiosa escuela cubana de ballet, como un fruto de los empeños de Fernando, Alberto y Alicia Alonso, y de profesoras y profesores que lo descubrieron y animaron a pesar de recelos y prejuicios contra los cuales, ahora, con brillo propio y un orgullo que combina el aliento de todos los cubanos, se alza su nombre en este reconocimiento.
Nacido el 2 de junio de 1973 en el barrio de Los Pinos (suburbio habanero, n.del e.), nada parecía conducirlo al mundo del ballet. Su padre, ansioso de ofrecerle otro tipo de aspiraciones, lo lleva a la escuela de L y 19 (en El Vedado), donde comienza sus estudios con gran resistencia. (Después de un período de crisis familiar)…Recibe el impulso del profesor Juan Carlos González…y mucho mejor preparado, regresa (de Pinar del Río) a La Habana, obteniendo la máxima calificación en el pase de nivel.
En ese examen llama la atención de la profesora Ramona de Sáa, de larga experiencia en la formación de muchos de nuestros mejores bailarines. Bajo su guía viaja a Italia, como parte de un intercambio con una escuela de danza en Turín, y participa en el Grand Prix Internacional de Laussane, en Suiza, donde obtiene el máximo galardón en 1990. Tras ese lauro vinieron otros…
Compañías tan diversas como la del Teatro Teresa Carreño de Caracas, el English National Ballet o el Ballet Kirov, lo han invitado a sus temporadas. Alcanza la categoría de Primer bailarín en el Ballet Nacional de Cuba en 1994, y como tal bailó roles en Giselle, Don Quijote y el Lago de los cisnes. El Houston Ballet lo invita en 1993, como figura central de su producción de “Cascanueces”. En 1998 llega al Royal Ballet de Londres, en el cual encuentra una acogida que se mantiene hasta hoy, formando parte de dicha compañía como una de sus principales figuras.
A pesar de su apretada agenda internacional, Acosta jamás ha renunciado a volver a Cuba, bailando en las ediciones del Festival Internacional de Ballet de La Habana, y creando con talentos de la isla la producción de “Tocororo, una fábula cubana”con la cual triunfó por varios años en los exigentes escenarios londinenses. Obtuvo en 2006 el premio Lawrence Olivier, el más prestigioso de la escena británica (…) Su colaboración con el joven coreógrafo cubano George Céspedes trajo también el estreno de “El peso de la isla”. (…)El cine lo ha reclamado y en ese mismo año apareció en “I love you, New York”. Su biografía (No Way Home) ha conocido el éxito editorial, y varios canales televisivos del mundo le han dedicado programas especiales.
Dígase todo eso, y dígase que Carlos Acosta nunca ha renegado del cariño por los suyos, ni del respeto hacia sus maestros, a los que dedicó el Premio Nacional de Danza. Su triunfo es el logro de una persistencia que lo ha conducido a la estatura de un auténtico príncipe de la danza. Retador de convenciones y modelos resabidos, para bailar, ahora y aquí, en un aplauso que se rinde a sus pies, y se sabe orgullo de todos.
carlos acosta es de los pocos bailarines cubanos que ha salido ha triunfado y jamás ha hecho un mal comentario de la isla sus maestros o su pueblo realmente es un orgullo este joven quien ha demostrado integridad moral y un gran respeto por cuba bravo por él y que sigan los éxitos