Más allá de su permanente popularidad y de las diferentes versiones de este clásico, “Don Quijote” es siempre un desafío para cualquier compañía. El Ballet Nacional de Cuba (BNC), en su gira por los Estados Unidos, trae a escena esta obra maestra de Marius Petipa, basada en el capítulo del segundo libro de Miguel de Cervantes Saavedra.
La noche del estreno en el Opera House del Kennedy Center, la compañía dirigida por Alicia Alonso, integrada por una camada de jóvenes y entusiastas bailarines, hizo una función memorable. En gran parte por la energía, que no decayó en ningún momento.
En el rol principal de Kitri, Viengsay Valdés, una bailarina dotada con una enorme destreza técnica, arrasa la escena en cada aparición. Por momentos, daría la impresión de estar llevando a toda la compañía detrás de ella, imbuida por su fuerza y bravura.
En esta versión de Alicia Alonso, Marta García y María Elena Llorente (ballet mistress), sobre la de Petipa y Alexander Gorsky, la compañía se muestra como un verdadero conjunto, correcta y precisa en las filas, especialmente en el sueño de Don Quijote del segundo acto, y enérgica en los bailes de carácter.
Tal como ocurrió en “La magia de la danza”, primer programa presentado por el BNC, José Losada y Amaya Rodríguez cubrieron los roles de Espada y Mercedes respectivamente. Losada, un bailarín con buena técnica y precisión, aún tiene en falta cubrir con mayor convicción la faz actoral. Mientras Rodríguez, una bailarina delicada y precisa, compone una atractiva Mercedes, y muestra una sólida formación: buenos saltos y equilibrios y cuidados brazos.
Pero fue en el segundo acto cuando el público, más allá de ovacionar a Valdés, estalló en aplausos y “bravos” con la aparición del joven y talentoso Osiel Gounod, uno de esos bailarines tocados por la “magia de la danza”, joven y entusiasta, que merecería tener más roles que le permitan lucir sus cualidades. Gounod tiene unos admirables saltos, con una altura y unas extensiones dignas de tener en cuenta. En su breve rol de joven gitano, mostró su calidad y su particular compromiso con su trabajo. “¡Bravo!”.
En este “Don Q” de Alonso-García-Llorente, se incorpora la figura de Dulcinea que aparece como una imagen onírica que por momentos, en el acto de las Dríadas, se funde con Kitri en una danza sincronizada. La figura de la campesina recobra una presencia más real que sugerida y enriquece el relato.
Valdés, con sus sostenidos equilibrios; con la velocidad justa para lograr sus treinta y dos fouettes triples sin salir de eje, y con sus extensiones, compone una Kitri arrolladora. Sólo le haría falta un partenaire con su misma experiencia. Alejandro Virelles, joven aún, tiene la prestancia y el “physique du role” para hacer un atractivo Basilio. También la técnica: buenos saltos, giros y solidez. Sin embargo, el actor seductor y travieso de este personaje, faltó a la cita. Tal vez el tiempo y el escenario le permitan encontrar al personaje.
Romántico y enternecedor, este “Don Quijote”, muestra el espíritu de una compañía formada en una de las mejores escuelas de ballet del mundo, con promesas escondidas aún entre los miembros del cuerpo de baile y los solistas.
Alibech: Solo le aclaro que he sido maestro de ballet por más de 35 años, por lo tanto opinó no soy un improvisado; es cierto que no vivo en Cuba por razones personales, pero he visto bailar mucho a Valdés, y continúo pensando lo mismo que publiqué en “Penúltimos Días”.
¿A QUÉ SE DEBE ESA BRUTAL ANIMADVERSIÓN DEL SR. LÓPEZ SERRANO HACIA VIENGSAY VALDÉS? ¿DÓNDE SEMEJANTE EXPERTO PUBLICA SUS DESATINADAS HIPERCRÍTICAS? SUPONGO QUE EN ALGÚN LIBELO, CUANDO MÁS. ESO DE DAR LECCIONES Y RECOMENDACIONES A LOS CRÍTICOS Y ESPECIALISTAS ES MUESTRA, ADEMÁS DE IMPERDONABLE AUTOSUFICIENCIA, DE FALTA TOTAL DE ÉTICA. TANTA BILIS HACE DAÑO.
Seria interesante que hiciera mención a esas promesas que pudo observar , si es posible
¡EXAGERACIONES DANZARIAS!
EL MAL GUSTO DE VIENGSAY VALDÉS…
Miami 27 de Marzo, 2011.
Por: Alfredo López Serrano.
Ahora con objetividad profesional. Hagamos referencia lo que significa el arte de Valdés, desde un punto de vista técnico y fidedigno, dentro de lo que es realmente el universo de la danza.
Toda artista normal ha de plegarse a una disciplina inicial, para metamorfosearse en un dotado instrumento, con el objetivo de fabricar belleza, es absolutamente indispensable una férrea disciplina, que constituye la regla de todo gran bailarín, ese es el principio de la perfección, solo así se adquiere la técnica, a la que cabe considerar como la gran encauzadora, una primera bailarina, está en la obligación de conocer sintaxis, la función de los pasos y su ordenación, si no quiere caer con facilidad, en debatirse en el callejón sin salida de mostrar lo mal hecho, la bailarina mal guiada puede transformarse en una criatura artificial, repleta de vicios y manierismos, con la frívola y fútil intención de solo agradar al público, el básico cimiento de la técnica es indispensable. Nadie osa discutir su imperiosa necesidad, sólo lo hará el loco e inexperto, aún así, fracasará estrepitosamente por talento que tenga si no la posee. A veces por debilidad y mimó o para complacer al público, se crea en él artista una guerra sin cuartel a la limpia danza clásica, al correcto uso de sus cinco posiciones, a sus zapatillas y puntas.
Analizando el trabajo de Valdés, su baile consiste en una monótona sucesión de tres o cuatro pasos extraordinariamente excitantes, estos tres o cuatro pasos, para hablar con toda exactitud y propiedad, son tres, con mucho gusto los expondré:
1- Equilibrios sobre las puntas (los balletómanos suelen llamarlo balance), por ejemplo; Sería interesante examinar en qué posición se encuentran las rodillas y los pies de Valdés, a la hora de valorar la permanencia encima de las puntas; tratemos de razonar que el solo objetivo es crear un efecto visual con el fin de impresionar al auditorio, si realmente la posición de la pierna y rodilla es incorrecta, de nada sirve el tiempo demorado encima de la punta en el imperfecto equilibrio, Valdés es muy proclive a ello, es lo que ordinariamente suelen llamarle los bailarines posición sucia, el ballet es un arte sublime lleno de poesía, con una precisa, tradicional, y concebida técnica, muy alejada del espectáculo circense, que si trata principalmente de alcanzar resultados atrayentes sin sólidos mensajes ni argumentos.
2- Pirouette, a mi juicio existe una enorme diferencia entre dar vueltas encima de las puntas, a realizar unos correctos pirouettes desde las posiciones adecuadas, tanto en su comienzo como en su terminación, por ejemplo; los ejecutados desde la cuarta posición con el fin de terminar en ella, con cierto grado de separación entre el pie de delante y el de atrás debiendo respetarse religiosamente su desempeño, no acudir al facilismo de dar innumerables vueltas violando las adecuadas pautas, por absoluta sumisión al fácil y barato aplauso, esto crea al conocedor la sensación de una pobreza y abrumadora monotonía técnica, como alguien aficionado que jamás ha acudido a una escuela de danza, sería objetivo observarla detenidamente en uno de sus innumerables videos, con el fin de juzgarla adecuadamente.
3- El último, tercero, y restante paso, por el cual es aclamada la Srta. Valdés, es el tan criticado y a su vez admirado fouetté, de sobra es conocido (se hace hincapié en ello, en un instructivo y didáctico artículo, publicado en “Danza Ballet”) que algunos especialistas lo subvaloran y rebajan como mérito a exaltar en una bailarina, entre ellos el célebre Arnold L. Haskell, el cual no le daba ningún valor a la que poseía la facilidad de realizarlos con destreza, al punto de detestar las coreografías que los tenían concebido dentro de ellas, exponiendo exageradamente que debía eliminarse, por supuesto no estoy de acuerdo en ello, bien ejecutados, con sentido dramático y coreográfico son muy apreciables, pero cuando se realizan de forma errática, incluyendo dobles y triples pirouette al encontrar el eje, con la simple intención de resultarle excitante al espectador , son inadmisibles, esta sería la tercera asignatura que le queda pendiente a críticos y especialistas de la prensa, relativo a la sobreestimada, sobrevalorada, y sobredimensionada Srta. Viengsay Valdés, cuando escriben sobre ella.
Estoy al tanto, que en la última temporada realizada por El Ballet Nacional de Cuba en Londres, bailando “El lago de los cisnes”, la Srta. Valdés fue duramente criticada, y comparada con un integrante de la compañía Trockadero,
Entre las peores cosas que he visto, en mi larga carrera como especialista de espectáculos de ballet por más de medio siglo, se encuentran por orden.
1-La actuación de Valdés junto a Elier Bourzac, en lo que es una lección de estilo y elegancia, el exquisito “pas de deux Classique”, carente en esa ocasión de todo lo que lleva semejante obra, error grave, casi herético, el creer que podían bailar semejante caballo de batalla, con exigencias académicas y requerimientos ineludibles de distinción, que estuvieron ausentes por completo.
2-Lo segundo, Valdés y Romel Frómeta en el pas de deux “Festival de las Flores en Genzano”. En esa ocasión en La Habana, escuché comentar a una de las gloriosas cuatro joyas que se encontraba presente, que era lo más pavoroso que había presenciado en su vida.
3-Para concluir dejó la Taglioni, ya lo dijo Josefina Méndez, otra célebre gema, en una entrevista que le hicieron para la televisión cubana, sobre el montaje del personaje del cual era reina absoluta. Ella expresó categóricamente: Que le costaba mucho más trabajo ensayarla, que a las demás integrantes del nuevo Grand pas de quatre, este dictamen emitido por semejante maître, no merece ni el más mínimo comentario, (solo observarla danzar con detenimiento)
Si reflexionamos, valorando estos elementos, su baile está caracterizado por la ausencia de buen gusto, recurrentemente encaminado hacia manidos trucos dancísticos y torpes timos, con la sola intención de conquistar aplausos.